Mehinako
- Autodenominación
- ¿Donde están? ¿Cuántos son?
- MT 341 (Siasi/Sesai, 2020)
- Familia linguística
- Aruak
Habitantes del área cultural de la región conocida como Alto Xingu (abarcada por el Parque Indígena del Xingu), los Mehinako forman parte de un amplio complejo de pueblos bastante similares entre si. El sistema especializado de intercambios comerciales, los rituales entre las sociedades y los patrones de casamiento interétnico, todos los cuales actúan al mismo tiempo, intercalan y particularizan a los Mehinako en relación a las otras etnias que los circundan. Sin embargo, a pesar de sus semejanzas con otros pueblos del Alto Xingu, los Mehinako se consideran, en primer lugar, Mehinako y están orgullosos de constituir una comunidad humana especial.
Historia de la ocupación en el Alto Xingu
Hasta donde se sabe, los Mehinako vivieron siempre en la cuenca del Xingu, en la región de los ríos Tuatuari y Kurisevo. La primera aldea de la que se tiene registro es la de Yulutakitsi, que debe de haber sido habitada hace ya 150 años o más y que se sitúa en una localidad incierta. Los que convierte a Yulutakitsi en un sitio especialmente intrigante es que el grupo estaba, en aquel tiempo, dividido en mitades, cada una de ellas viviendo en filas triples de casas, en los lados opuestos a la plaza central. De acuerdo a algunos habitantes de la aldea, la frontera social estaba marcada por una pequeña cerca que atravesaba el centro de la plaza aunque otros afirmaban que era el banco frente a la casa de los hombres el que servía de línea divisoria. Como mencionara Aiyuruwa, jefe Mehinako:
“No nos casábamos con una mujer de nuestro lado. Nos casábamos en el otro lado. Y cuando alguien del otro lado se moría, no llorábamos ni nos librábamos de nuestros cinturones y de nuestras pinturas. Solamente ellos estaban de luto”.
La única reminiscencia posible de esta organización en mitades entre los Mehinako contemporáneos es el patrón por al cual las casas de los jefes se deben colocar frente a frente, orientándose en dirección de sus “opuestos” en el otro lado de la aldea con cada nuevo traslado de la comunidad.
Las aldeas históricas Mehinako se ubicaban al norte de la actual aldea aweti, en el río Tuatuari. Los Mehinako retornan a esas comunidades todos los años para la recolección del pequi y para elaborar sal (clorato de potasio) con una especie de aguapé denominado vulgarmente jacinto y encontrado en los lagos de la región. Para los Mehinako, esos lugares son su hábitat tradicional. El abandono de esas comunidades de produjo por varias razones, como el agotamiento de la fertilidad de la tierra, la proximidad relativa a muchas colonias de saúvas (hormigas), la ocurrencia de muchas muertes en el lugar y la creencia de que las construcciones y los caminos de la comunidad se habían vuelto grandes y por demás degradados, causando problemas para su reconstrucción.
Todas las aldeas antiguas son descriptas nostálgicamente por los Mehinako y refieren a ellas como más grandes y mejores en comparación con la presente comunidad. Se dice que, en pasado, la plaza central estaba cercada por algunas filas de casas en vez de sólo una. Las personas estaban a salvo de las epidemias causadas por las enfermedades del hombre blanco (hasta las gripes eran desconocidas), el pescado era más abundante y los chismes menos intensos.
Al momento de la primera visita del explorador alemán Karl von den Steinen, en 1884, los Mehinako presentaban tres aldeas separadas, aunque una de ellas pueda haber sido apenas un lugar para la estadía durante la estación seca (uleinejepu). Es probable que la población en 2002 alcanzase los 183 habitantes, o sea, apenas poco más que un cuarto de lo que era en los días de von den Steinen. Las aldeas Mehinako acostumbraban detentar muchas más familias y casas que en el presente.
El traslado de las aldeas mehinako de sus territorios tradicionales fue provocado por la llegada de los Ikpeng, grupo hablante de una lengua karib, a mediados de la década de 1950, quienes atacaron a los habitantes de la aldea con una carga de flechas. Cuando el jefe mehinako fue alcanzado en la espalda por una flecha ikpeng, los hermanos Villas-Bôas incentivaron a los habitantes de la aldea a abandonar su actual territorio para trasladarse a un lugar más cercano al Puesto. Los Yawalapiti habían hecho lo mismo, en la misma época, para escapar de los Ikpeng. A un kilómetro del Puesto, los Yawalapiti les dieron a los Mehinako su primera casa, Jalapapuh, “el lugar de las hormigas saúvas”. Ambos grupos, más tarde, estuvieron de acuerdo en que los Mehinako pudiesen pescar solamente en las áreas del río Tuatuari que se ubicasen en las cercanías de su comunidad. En el camino hacia Jalapapuh, los Mehinako se detuvieron en la aldea aweti, en donde dividieron el territorio con un aglomerado de plantas de banano situado a medio camino entre sus aldeas. Los Mehinako estuvieron de acuerdo que ellos no explotarían la caña para elaborar flechas en esa área sin el permiso de los Aweti. De esa manera, grandes áreas de selva y tierras inundables permanecieron como un territorio ambiguo en términos de pertenecer a los mehinako, a los aweti y a los yawalapiti.
El establecimiento efectivo de la comunidad en Jalapapuh se determinó por la presencia de una mujer yawalapiti casada con un mehinako. La nueva aldea se situó a algunos metros del río Tuatuari, en un lugar cercano a los primeros campos de cultivo y plantaciones de pequi de los Yawalapiti.
Con el traslado a Jalapapuh, los Mehinako construyeron algunas aldeas cercanas a la comunidad de origen. En la década de 1960, luego de una serie de epidemias de gripe y de sarampión que mataron a más de 15 personas, los Mehinako se restablecieron en un nuevo lugar a aproximadamente 183 metros de la aldea. En 1981 construyeron, una vez más, una nueva comunidad en la misma área, dado que la antigua se había vuelto pequeña y poco atrayente. La proximidad del Puesto Leonardo facilitaba el acceso al tratamiento médico y a los bienes de consumo traídos por los hermanos Villas-Bôas, de modo que ellos no tenían la intención de volver a sus tierras tradicionales, inclusive sin la amenaza de los Ikpeng. A pesar de la influencia de los traslados, los Mehinako preservaron mucho de lo que les es importante en relación a su modo de vida en la aldea y también en su manera de relacionarse con otros grupos. Como en el pasado, la aldea fue encaminada hacia el río Tuatuari. El sol nace sobre el Kurisevo, pasa directamente sobre la casa de los hombres en el centro de la comunidad y se pone en el Tuatuari. El camino que va desde el este al oeste, desde el puerto de Kurisevo al de Tuatuari es, todavía, el “camino del sol”.
Además de lo mencionado, con el traslado hacia Jalapapuh, las relaciones de los Mehinako con los otros grupos se intensificaron. Sus vecinos yawalapiti comenzaron a casarse con más frecuencia con los Mehinako en relación a épocas anteriores y compartieron con ellos importantes rituales. El Puesto Leonardo Villas-Bôas, con su flujo constante de visitantes del Alto Xingu, distaba a sólo tres horas de la aldea. La aldea actual se denomina Uyapiyuku y está a una distancia un poco mayor del Puesto aunque este es bastante visitado por los jóvenes.
Se creó también el Puesto de Vigilancia (PIV) Kurisevo, cuyo jefe es un Mehinako que vive en el lugar con su familia. El puesto queda a cerca de 40 minutos de automóvil de la sede de Gaúcha do Norte, municipio muy frecuentado por los Mehinako para comprar bienes de consumo y realizar negociaciones con la prefectura (intendencia o municipalidad), que es la responsable por las escuelas así como del PIV Kurisevo (datos de 2002).
La aldea
Los Mehinako dicen que la aldea en donde viven en la actualidad, Uyapiyuku, fue planeada de acuerdo a los modelos de todas las aldeas anteriores, desde el tiempo de la Creación: debe estar ubicada entre dos ríos, el Tuatuari, al oeste, y el Kurisevo, al este. Cuando el sol nace, su camino a través del cielo debe ser paralelo al gran camino que va desde el puerto de Kurisevo hasta el centro de la aldea. La casa de los hombres debe dividir en dos el camino el camino del sol, y el banco ubicado frente a la casa de los hombres debe proporcionar, al este, una vista libre por sobre la carretera, a través de la selva. Al pasar por arriba de la “casa de los hombres”, el sol debe seguir el gran camino hacia el oeste hasta el lugar en donde se toman los baños, donde finalmente se pone. Así, el plano terrestre de la aldea refleja la arquitectura del cielo.
La aldea parece estar dividida en dos por un gran diámetro que la atraviesa de este a oeste. Esta línea es el camino principal que lleva al área de baños y al puerto a lo largo del Kurisevo. Las casas se disponen en torno a un gran círculo, precariamente trazado, que rodea la “casa de los hombres”. Dentro de cada casa, el dueño (la persona que inició su construcción) duerme más cerca del camino del sol que cualquiera de los otros residentes. El estatus está firmemente asociado, también, a la localización de la casa, toda vez que las moradas de los jefes sólo se construyen junto a un camino principal, en uno de los puntos cardinales. Por su parte, los hombres comunes construyen sus casas entre las residencias principales.
En la región de la plaza, frente a la “casa de los hombres”, los habitantes de la aldea toman decisiones, realizan discursos, efectúan rituales y cultivan una sociabilidad de carácter eminentemente público. Literalmente, la palabra que designa la plaza, wenekutaku, significa “lugar frecuentado”. Otras de las subregiones de la plaza también tienen nombres específicos. El “campo de lucha”, kapitaku, se destina para las sesiones de lucha por la tarde. El “círculo de los chamanes”, yetemá, es donde todas las noches los chamanes de la aldea se encuentran para fumar y discutir los acontecimientos del día. El cementerio también está situado en la plaza y, como les gusta decir a los Mehinako, está unido al cielo por un camino invisible que sale de la aldea.
Las actividades masculinas se sitúan fuera de la casa. Estas son, entre otras, la caza, la pesca, la sociabilidad pública y el deambular en la selva. Así, la casa está asociada a lo femenino, en oposición a la plaza y el resto de la aldea que se relacionan con la masculinidad.
Cada casa está, idealmente, orientada de modo de que el sector delantero o del frente de hacia el centro de la aldea. Allí, al final de la tarde y el comienzo de la noche, las mujeres se sientan para conversar, despiojarse entre ellos y presenciar la lucha de los hombres.
El área de la casa frente a la puerta trasera se utiliza como depósito de desperdicios y para un gran número de actividades diarias como las de preparar la mandioca en la estación seca, limpiar los peces, trenzar las cestas, esculpir la madera, relacionarse con miembros de la misma residencia y, furtivamente, para realizar propuestas de relaciones extraconyugales. Al internarse por vez primera en una casa Mehinako a través de su reducida puerta de entrada, el visitante es sorprendido por una sensación de vasta y oscura amplitud, ya que hay poquísimos pilares en su interior. Como no hay ventanas y las puertas frontal y trasera dejan entrar muy poca luz, se produce un gran contraste entre la claridad de la plaza y la oscuridad del interior. Por la noche, luego de que las puertas se cierran para que no entren los mosquitos y las brujas –que se cree, deambulan en la oscuridad-, la única luz proviene de las pequeñas fogatas que los Mehinako encienden junto a sus redes.
El suelo de la casa está dividido en cierto número de zonas, cada una de las cuales se asocia a un conjunto de actividades sociales. El área en torno a la puerta de entrada es el lugar para realizar los trabajos manuales, para ocuparse de los niños y acompañar lo que ocurra en la plaza. Es también allí que el visitante es recibido.
Por su parte, la parte central de la casa es utilizada como despensa, área de trabajo y de cocina. Un gran estante, en la base de los postes principales de la habitación, sustenta varios y altos silos de mandioca. En esta área, utilizando una vasija de cerámica y un mortero de madera, las mujeres preparan el pescado y el beiju.
Las áreas de sueño se sitúan más allá de los dos postes de red principales, que son más pesados en la estructura de la casa. Las familias nucleares extienden sus redes cerca las unas de las otras, comparten un núcleo común y hasta guardan los objetos personales en estantes comunes; también los suspenden en las vigas por medio de cuerdas compartidas. Pero son sectores privados de la casa y sólo eventualmente un amigo es invitado a sentarse en la red de otro.
Las relaciones con otros pueblos del Alto Xingu, otros pueblos del Parque y con los blancos
Los Mehinako son asiduos participantes en el sistema de intercambio de los pueblos del Alto Xingu. De cierto modo semejantes a algunos de los otros pueblos del Alto Xingu, ellos dividen el mundo de los humanos en tres categorías: wajaiyu, kajaiba y putaka. De acuerdo a los Mehinako, todos los pueblos del Alto Xingu, putaka, tienen un mismo origen. Todos, dicen los Mehinako, “comen las mismas comidas”. Los wajaiyu son los “indios salvajes”, que viven más allá de las fronteras del mundo del Alto Xingu y con los cuales conviven desde la llegada de los hermanos Villas-Bôas y la creación del Parque. En el pasado, los Mehinako habían sufrido ataques de los Ikpeng, Suyá y de otros pueblos wajaiyu que habían atacado a otros habitantes del Alto Xingu en busca de mujeres y de recipientes de cerámica. Una aldea histórica mehinako se localiza en donde un Suyá fue asesinado por residentes furiosos. Por eso es llamada aún en la actualidad como lugar de los Suyá (Suyapuhi).
Los Mehinako explican las diferencias entre ellos y los wajaiyu en términos mitológicos. En tiempos remotos, el Sol hizo a los pueblos del Alto Xingu dándoles a cada uno de ellos un lugar para vivir y un modo de vida. Los wajaiyu (presentados en muchos mitos como la prole de los animales) jamás obtuvieron los rituales, los implementos y la cultura de los habitantes del Alto Xingu
Los wajaiyu son los ejemplos de todo lo que puede ser equivocado en relación al comportamiento humano. Recientemente, estando los Mehinako libres de la amenaza de las invasiones, la interacción con los individuos considerados como wajaiyu ha ganado un mayor espacio, especialmente en los juegos de fútbol, en asociaciones comerciales y en las articulaciones políticas entre los pueblos que viven en el Alto Xingu, principalmente en aquellos asuntos relativos a la defensa de su territorio. Desde la creación de la ATIX (Asociación Tierra Indígena del Xingu- Associação Terra Indígena do Xingu), en 1995, los Mehinako participan de las grandes asambleas con todos los demás liderazgos del PIX, en los cuales son discutidas la vigilancia y la defensa del territorio, la salud, la educación y las alternativas económicas. Además, por el hecho de ser responsables por la administración del PIV Kurisevo, los mehinako mantienen una fuerte articulación política con los pueblos del “Bajo Xingu”, en especial con los Kaiabi y los Yudjá, quienes actúan en el proyecto Fronteras –de fiscalización y de defensa del territorio- a cargo de la ATIX.
Por su parte, la concepción que se tiene de los Karaiba, los hombres blancos, es de que son hijos del sol así como los propios Mehinako. Su civilización tecnológica es una dádiva del sol, sus costumbres especiales y su apariencia física están perpetuados para seguir su cultura y, especialmente, por comer sus únicas comidas. Un Mehinako explicó el significado de la comida en la creación de las diferencias entre los habitantes del Alto Xingu, los indios salvajes y los hombres blancos: “El semen de ustedes está hecho de café, de leche, de sopa y de chocolate caliente; de arroz, de porotos y de la carne de los animales. También de guaraná. El semen de ustedes es, como esas comidas, dulce. Y sus niños son grandes porque la comida de ustedes es dulce. Pero la comida de ustedes es diferente. Nuestra comida no tiene gusto y nuestra sangre es diferente. Nuestros niños son pequeños y diferentes a los de ustedes. Es por esa razón que los niños de los japoneses y de los indios salvajes son diferentes de nosotros. Su comida y el semen de sus padres son diferentes de los nuestros.”
Con relación a los blancos, los Mehinako aún tienen dificultades en comprender la disminución de la actuación política de la Funai, que tuvo como consecuencia la disminución de los regalos ofrecidos en el Puesto Leonardo, En términos generales, a pesar de haber vivenciado una experiencia generalmente positiva con los blancos, los kajaiba permanecen profundamente incómodos con los habitantes de las aldeas. Es significativo que en el sistema mehinako de interpretación de los sueños, el blanco aparezca como un presagio de enfermedades conocidas como kajaiba ipyana o “hechicería del hombre blanco”. Por otro lado, los Mehinako han buscado lograr una fuerte articulación con la prefectura (municipio o intendencia) de Gaúcha do Norte, intentando especialmente acceder a otra fuente de bienes como gasolina, material escolar y salarios para el profesor indígena.
Otra presencia destacable del universo de los blancos en el lugar es el establecimiento de un misionero que vive en la aldea y cuya esposa pertenece a la etnia Terena. El da clases en la escuela, junto al profesor indio. Aunque está bastante poco preparado en términos pedagógicos, el misionero consiguió conquistar la confianza de los líderes de la aldea.
Más allá de los límites del Xingu, los Mehinako han buscado divulgar su cultura entre los Karaija a través de la publicación de un libro con fotos y videos, con el apoyo de Rainforest de Japón. También participan del proyecto “Rito de Pasaje” (“Rito de Passagem”), que promueve presentaciones de danzas y de cantos indígenas en las ciudades de Rio de Janeiro y de São Paulo.
Lengua
Además de las muchas semejanzas entre los pueblos del Alto Xingu, la característica más relevante que los diferencia es la lengua. “Solo aquellos que hablan nuestra lengua son iguales a nosotros”, dijo cierta vez un jefe mehinako en un discurso en la plaza de la aldea. Los Mehinako son hablantes de una lengua de la familia Aruak y el único grupo que habla una lengua cercana es el Waujá, muchas veces referidos como “nosotros otros”, expresión de su parentesco y proximidad. En contrapartida, los demás pueblos del Alto Xingu pueden simplemente ser llamados como “otros”. La cuestión del habla común es de una gran importancia para los Mehinako, toda vez que ellos sólo se sienten cómodos cuando hablan otras lenguas que realmente conocen. Los hombres y las mujeres que se casan en otras aldeas se muestran reticentes en hablar una nueva lengua de modo incorrecto, buscando aprenderla antes de la ocasión. Asimismo, cuando alcanzan el dominio de la nueva lengua, los Mehinako no la utilizan, o la utilizan poco, en situaciones públicas.
La variante waujá del Aruak es inteligible para los hablantes de mehinako, pero las lenguas guardan algunas diferencias. Muchos términos del vocabulario básico son distintos, así como las terminaciones verbales y el sistema fonético.
Sistemas de intercambios comerciales
El intercambio de ítems comerciales constituye una base importante en el sistema del Alto Xingu. El sistema comercial es valorizado tanto por las mercaderías que suple como por el sistema de interdependencia que establece. La especialidad tradicional de los Mehinako en lo que respecta al comercio es la sal obtenida durante la estación seca, en agosto. En este período, todos los habitantes disponibles de la aldea para realizar el viaje se dirigen hasta un sitio tradicional de la aldea en donde cada familia trabaja para producir la sal (no de clorato de sodio y si de potasio). Ese ingrediente es un elemento central en la culinaria mehinako y se utiliza con el propósito de intercambiar cuencos de madera, recipientes de cerámica, collares y cinturones de conchas por grandes cantidades de sal. Los miembros de otras etnias también se encuentran con los Mehinako para obtener el algodón que los habitantes de la aldea fabrican en cantidades que superan sus necesidades locales.
Rituales
Los Mehinako y su cultura tradicional ceremonial son centrales para el sistema religioso del Alto Xingu. Muchas de las más importantes canciones rituales se entonan en mehinako y muchos de los espíritus, también reconocidos en otras aldeas. Parecen tener nombres de origen aruak. De acuerdo con la antropóloga Ellen Basso, por ejemplo, los Kalapalo cantan músicas rituales en mehinako, aunque ese pueblo Karib no entienda Aruak.
Como los demás habitantes del Alto Xingu, los Mehinako participan en la mayoría de los festivales entre tribus que conmemoran la asunción de nuevos jefes y la perforación de las orejas de los niños (pihica), o el luto por las personas recientemente muertas (ata kaiumãi, que corresponde al Kwarup, en lengua Kamayurá), los festivales de comercio de la estación lluviosa (huluki), y una gran cantidad de ceremonias menores. Los habitantes de la aldea envían embajadores ceremoniales (waka) para llevar sus invitaciones acompañados por regalos y estilizados discursos.
El sistema ritual mehinako es semejante al de los otros pueblos del Alto Xingu en lo que se refiere a la estructura general, que cuenta con “patrocinadores” y “realizadores” ceremoniales. A excepción de los aliados cercanos Waujá y, posiblemente, de los Yawalapiti, las otras comunidades del Alto Xingu presentan variaciones locales en lo que hace a los rituales aunque el sistema es lo suficientemente abierto como para tener la posibilidad de aceptarlas.
En esos rituales, los jefes están asociados a recolección de pequi hacia el final de cada año. De acuerdo con las creencias de los Mehinako, las plantaciones son el hogar de los espíritus, que son los verdaderos dueños del pequi. Esos dueños-espíritus son propiciados en el curso de los rituales realizado a lo largo de un período de aproximadamente seis semanas, durante el cual los espíritus, personificados por los participantes, son traídos a la aldea, ritualmente alimentados y, entonces, enviados de vuelta a sus plantaciones con ruegos por más pequi para los años venideros. Entre los espíritus-dueños de las plantaciones está matapu, el espíritu del zumbido, foco de un importante ritual de tres días. En el curso de este ritual, los habitantes de la aldea elaboran artefactos para reproducir zumbidos (objeto compuesto por un hasta con una placa de madera en la punta que, al ser girada, produce un zumbido), que son colgados en las casas de los hombres y se mantienen a una buena distancia de las mujeres de la aldea.
Casamientos interétnicos
El flujo de las mercaderías y de servicios ceremoniales entre los diferentes pueblos es parte de un sistema más amplio de intercambio cuyo componente principal son las personas. Las visitas a otros grupos están motivadas por el deseo de establecer relaciones comerciales para huir de la mismidad de las presiones sociales en casa, para asistir a los rituales en otras aldeas e, inclusive, para buscar cónyuges en otro grupo.
Los Mehinako, sin embargo, prefieren casarse en casa, aunque algunas veces no se encuentran cónyuges satisfactorios en relación a la edad y/o al grado de parentesco. La solución es obtener un cónyuge por la activación de lazos ya estrechados con otras comunidades. En el presente, existen conexiones de parentesco con todos los grupos del Alto Xingu que sirven como basa para realizar casamientos intertribales.
Los Mehinako se casan con otros sujetos del Alto Xingu apenas cuando constituye la última alternativa, dado que no les es grata la idea de perder la presencia y el apoyo de los hijos. Toda vez que ninguna regla regular de descendencia pos marital retiene a los hijos a las comunidades de sus padres, existe siempre el riesgo de que, con este tipo de casamiento, se abandone el grupo de origen.
Fuentes de información
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