De Pueblos Indígenas en Brasil
Foto: Vincent Carelli, 1980

Guajajara

Autodenominación
Guajajara, Tenetehara
¿Donde están? ¿Cuántos son?
MA 28858 (Siasi/Sesai, 2020)
Familia linguística
Tupi-Guarani

Los Guajajara son uno de los pueblos indígenas más numerosos en el Brasil. Viven en más de diez Tierras Indígenas situadas en el margen oriental de la Amazonía, todas ellas ubicadas en el estado de Maranhão. Su historia de más de 380 años de contacto estuvo marcada tanto por aproximaciones con los blancos como por el rechazo total hacia ellos, tiempos sumisos, revueltas así como grandes tragedias. La revolución de 1901 contra los misioneros capuchinos tuvo como respuesta la “última guerra contra los indios” en la historia de Brasil.

Nombre

Em frente da casa do capitão Artur na aldeia Cana Brava (TI Cana Brava). Foto: Peter Schröder, 2000
Em frente da casa do capitão Artur na aldeia Cana Brava (TI Cana Brava). Foto: Peter Schröder, 2000

Además de Guajajara, este grupo presenta una denominación más abarcadora: Tenetehára, que incluye también a los indios Tembé. Por su parte, guajajara significa “los dueños del tocado” y tenetehára quiere decir “somos los seres humanos verdaderos”. En ocasiones, los Guajajara traducen Tenetehára como si quisiese decir “indio”, excluyendo de esta categoría a los grupos Jê, como los Canela, que son denominados àwà (“salvajes, bravos”). No se sabe con seguridad el origen de la denominación guajajara, aunque probablemente les fue dado a los Tenetehára por los Tupinambá. Tanto entre los propios indios como en la literatura científica, actualmente la denominación Guajajara es la más utilizada cuando se la compara con la de Tenetehára.

Lengua

La lengua guajajara pertenece a la familia tupí-guaraní, siendo las lenguas más cercanas la Asurini (de Tocantis), la Avá (Canoeiro), la Parakanã, la Suruí (de Pará), la Tapirapé y la Tembé, que le es muy semejante. Los guajajara denominan su lengua como ze'egete (“el habla buena”). Ella se subdivide dese el punto de vista de los lingüistas en cuatro dialectos que son mutuamente inteligibles, sin mayores complicaciones. En las aldeas, se habla guajajara como primera lengua, mientras que el portugués cumple la función de lengua franca, entendida por la mayiría. La situación sociolingüística de los guajajara que residen en las ciudades es desconocida.

Localización

Aldeia Felipe Bone (TI Lagoa Comprida) dos Guajajara. Foto: Peter Schröder, 2000
Aldeia Felipe Bone (TI Lagoa Comprida) dos Guajajara. Foto: Peter Schröder, 2000

Todas las Tierras Indígenas habitadas por los guajajara están situadas en el centro del estado de Maranhão, en las regiones de los ríos Pindaré, Grajaú, Mearim y Zutiua. Las tierras están cubiertas por las selvas altas amazónicas y por bosques de sabana, más bajos, siendo estas últimas de transición entre la selva amazónica y la sabana propiamente dicha. Los guajajara nunca vivieron en las sabanas vecinas, región de los pueblos Jê. Su región más antigua, conocida desde una perspectiva histórica, fue el curso medio del río Pindaré.

Hacia fines del siglo XVIII e inicios del siguiente, este pueblo expandió su territorio hacia las regiones de los ríos Grajaú y Mearim, en donde se establecieron poco tiempo antes de la llegada de los blancos, disputando con varios grupos timbira las áreas de caza. Hacia 1850, una porción de los Tenetehára migró hacia el norte y, más tarde, comenzó a ser llamada Tembé por los habitantes de la región.

 

Terras Indígenas Ciudad Extensión
Araribóia Amarante, Grajaú, Santa Luzia 413.288
Bacurizinho Grajaú 82.432
Cana-Brava Barra do Corda, Grajaú 137.329
Caru Bom Jardim 172.667
Governador Amarante 41.644
Krikatí Amarante, Montes Altos, Sítio Novo 146.000
Lagoa Comprida Barra do Corda 13.198
Morro Branco Grajaú 49
Rio Pindaré Bom Jardim, Monção 15.002
Rodeador Barra do Corda 2.319
Urucu-Juruá Grajaú 12.697

Las Tierras Indígenas Araribóia, Bacurizinho y Cana-Brava acogen a casi el 85% de la población guajajara (datos de 2002). En varias tierras, ellos no son los únicos habitantes indígenas: hay grupos de Guajá en Araribóia y Caru, de Tabajara en Governador y Río Pindaré y de Guaraní, Krenyê y Kokuiregatejê en Río Pindaré. Los Guajajara son minoría en dos Tierras Indígenas: Governador y Gavião-Pukobyê, en donde representan cerca del 36% de los habitantes, y en Krikatí, en donde hay una comunidad cuyos moradores no hablan ya mas la lengua indígena. En la Tierra Indígena Geralda/Toco Preto, de los Kokuiregatejê, antiguamente registrada como tierra de los Guajajara, sólo residía allí un único individuo Guajajara en 2000.

Demografía

El número exacto de los guajajara es desconocido dado que las estadísticas de la Funai están incompletas y no consideran varias aldeas. De todos modos, y según los datos de la Funai completados por el autor, existían –por lo menos- 13.100 en 2.000 solamente considerando las Tierras Indígenas. El número de los Guajajara que residen en ciudades como São Luís, Barra do Corda, Grajaú, Imperatriz o Amarante, sin embargo, se desconoce y ni siquiera se posee una estimación al respecto.

Mercio Gomes estimó su población, en base a cálculos comparativos, en 3.000 para el momento de los primeros contactos con los blancos. En 1942, Charles Wagley y Eduardo Galvão la estimaron en 2.000 individuos. Luego de esto, Gomes calculó alrededor de 2.500, 3.000 y 4.300 para los años 1942, 1953 y 1975 respectivamente. Aún faltan los números exactos del crecimiento actual, que se estima en la brecha que va del 2,5% al 3% al año. También faltan estadísticas acerca de las tasas actuales de mortalidad infantil y de adultos, que no parecen ser menores que las de la población rural regional, que todavía son altas.

No hay estadísticas que se refieran a las uniones interétnicas así como tampoco a sus descendientes. La forma más común de estos casamientos no es, como se podría esperar, entre hombres blancos y mujeres indígenas sino lo opuesto al ser los hombres los que migran hacia las ciudades con mayor frecuencia y las mujeres solteras las que representan un tipo de “capital social” para las familias en el sentido de que pueden atraer yernos y, con ello, trabajadores masculinos hacia el interior del grupo familiar.

Historia del contacto

Los guajajara tienen una historia extensa y muy singular en lo que se refiere al contacto con los blancos. El primer encuentro puede haber ocurrido en 1615, en los márgenes del río Pindaré, a través de una expedición exploratoria francesa. Hacia mediados del siglo XVII, los Tenetehára fueron aislados por las expediciones esclavistas de los portugueses en el curso medio del río Pindaré. Esta situación se modificó con la instalación de las misiones jesuitas (1653-1755), que ofrecieron cierta protección contra la esclavitud aunque esta acción implicó el inicio de un sistema servil y de dependencia.

Luego de la expulsión de los jesuitas de la Colonia efectuada por la Corona, los Tenetehára pudieron recuperar una parte de su antiguo territorio así como algo de independencia, reduciendo los contactos con los colonizadores. Hacia mediados del siglo XIX, fueron integrados de manera progresiva a los sistemas regionales de patronazgo, de todas las maneras conocidas de extrema explotación (como recolectores o remeros, por ejemplo). La política indigenista de la época no articulaba protección alguna contra estos abusos. Los guajajara, de vez en cuando, reaccionaban violentamente aunque en general continuaron sumisos.

La mayor rebelión, sin embargo, fue causada por una iniciativa colonizadora y misional que partió de la comunidad religiosa capuchina. A inicios de 1897, en Alto Alegre, actual región de Cana-Brava. En 1901, el cacique Cauiré Imana logró unir a un gran número de indios residentes en las aldeas para destruir la misión y expulsar a todos los blancos de la región ubicada entre las ciudades de Barra do Corda y Grajaú. Pocos meses después, los indios fueron derrotados por la milicia (compuesta por contingentes del Ejercito, de la Policía Militar, de algunos individuos pertenecientes a la población regional y de guerreros de Canelas) y perseguidos por varios años, lo que provocó muchas más víctimas entre los guajajara que entre los blancos. La rebelión de Alto Alegre representa uno de los incidentes más importantes en la historia de este pueblo.

Nuevos y sangrientos conflictos surgieron a partir de los años de 1960 y 1970, con la expansión descontrolada de los latifundios en el centro del estado de Maranhão, empujando a muchos blancos hacia el interior de las Tierras Indígenas. El mayor escenario de estos conflictos fue, nuevamente, Cana-Brava, y más precisamente la población ilegal denominada São Pedro dos Cacetes, que existió desde 1952 a 1995 y contra la cual los guajajara tuvieron que resistir cuatro décadas, con el apoyo apenas esporádico del Gobierno Federal. Otras amenazas surgieron a partir de los años de 1980, con el Programa Grande Carajás y con la codicia de las pequeñas madereras regionales.

El contacto con otros grupos étnicos indígenas - Guajá, Urubu-Ka'apor y varios grupos timbira, entre los cuales están los Canela- estaba tradicionalmente marcado por sendas hostilidades. A pesar del fin de los enfrentamientos armados, todavía existen resentimientos de origen étnico, especialmente en contra de los Canelas y de los Guajá.

Actividades económicas

Casa guajajara na aldeia Cana Brava (TI Cana Brava). Foto: Peter Schröder, 2000
Casa guajajara na aldeia Cana Brava (TI Cana Brava). Foto: Peter Schröder, 2000

La principal actividad de subsistencia de este pueblo es el cultivo, siendo común la siembra de la mandioca, la macajeira (otro tipo de mandioca), el maíz, el arroz, el zapallo, la sandía, los frijoles, el ñame, el cará (Dioscorea alata), el maní y el sésamo. Durante la estación seca, desde mayo hasta noviembre, se realizan la siembra y las mejoras en el terreno.

Las áreas sembradas por unidad residencial son generalmente pequeñas: en la actualidad varían entre 1,25 hectáreas hasta 3,35 hectáreas por unidad doméstica o entre 0,25 hectáreas y 0,71 hectáreas por individuo respectivamente. Esta variación depende, principalmente, de la relación que involucra a las comunidades y a los individuos en la comercialización de los productos agrícolas.

Algunas aldeas mantienen grandes campos de cultivo comunales utilizados en proyectos comunitarios para la siembra de arroz y frutas para su respectiva comercialización. En muchos campos de cultivo se encuentra una planta aún no identificada y denominada canapu por los mismos guajajara. Se trata de un arbusto de casi sesenta centímetros de altura que produce pequeñas frutas amarillentas, tiernas y profusas en pequeñas semillas, con un formato similar al de las uvas. Es pertinente destacar que esta planta no posee ninguna función práctica para los guajajara contemporáneos, aunque los mismos relatan que constituía su alimento en tiempos míticos. Antes de que Maíra, el creador del mundo, les enseñara el arte de la agricultura. Es por razón de estos relatos míticos que el canapu no se desmonta durante la “limpieza” del campo de cultivo.

La pesca es practicada mayormente en las aldeas ribereñas. Los guajajara acostumbran pescar cerca de 36 especies diferentes, siendo el acará (Pterophyllum altum), el cascudo (tipo de corvina), la lampreia (subfamilia Petromyzontinae con diferentes géneros), el mandi (Pimelodus spp.), el pacu (Mylossoma spp., Myleus spp., Metynnis spp. o Myloplus spp.), el piau (Leporinus fasciatus; Leporinus aff.affinis. o Leporinus friderici) y la traíra (Hoplias malabaricus) las mas comunes. En los últimos años, sin embargo, fueron construidos –a través de diversos proyectos comunitarios- pequeñas represas cerca de algunas aldeas que se ubican a mayor distancia de los ríos. Para los habitantes de las mismas, las represas permiten tanto la pesca de subsistencia como la comercial.

A lo largo de las últimas décadas, la caza se volvió una actividad cada vez menos productiva por culpa de la competencia de los blancos y de la delimitación de las áreas respectivas. Los guajajara cazan, tradicionalmente, más de 56 especies, siendo las más comunes el caititu (mamífero, Tayassu tajacu), la cutia o cotia (mamífero, Dasyprocta aguti), el jacamim (tipo de ave, Psophia viridis), el jacu (ave, Penélope Obscura), la queixada (mamífero, Tayassu pecari) y diversas especies de monos y tatúes o multitas. En un sector de las tierras guajajara, la caza volvió a ser más productiva durante la década de 1990 luego de haberse iniciado un control más eficiente de los límites de las tierras por los mismos indios.

La recolección es todavía practicada por casi todos los guajajara. Las actividades de recolección, sin embargo, están siendo sustituidas cada vez más por la fruticultura en las aldeas y en los campos de cultivo. En la actualidad, los guajajara plantan casi treinta tipos de plantas fructíferas así como palmeras. El único producto forestal aún recolectado en mayores cantidades para fines comerciales es la miel. Las relaciones económicas con los blancos se basan tanto en los intercambios materiales como en los monetarios. Las fuentes de renta más comunes son la comercialización de los productos agrícolas, la venta de artesanías y los trabajos temporales (para los colones) o permanentes (para la Funai). Otra fuente de dinero es la venta de marihuana, plantada tradicionalmente por los guajajara. La marihuana fue introducida por los esclavos africanos durante el siglo XVIII y su consumo aún constituye una parte integral de la cultura indígena; sin embargo su venta genera conflictos muy serios y violentos con la Policía Federal y Militar del Estado.

Un problema realmente grave es la comercialización predatoria de los recursos naturales de las áreas entregadas en concesión a las madreras y a los cazadores, con el objetivo de obtener pequeños lucros a corto plazo para, por ejemplo, comprar remedios no otorgados por los deficientes servicios gubernamentales.

Organización social y política

Capitão Felipe Bone com placa da aldeia com seu nome (TI Lagoa Comprida). Foto: Peter Schröder, 2000
Capitão Felipe Bone com placa da aldeia com seu nome (TI Lagoa Comprida). Foto: Peter Schröder, 2000

En la actualidad, las aldeas no presentan ninguna morfología típica: son extendidas (a lo largo de caminos), circulares o rectangulares. Se localizan preferentemente en la orilla de los ríos o, si estos no está presentes, cerca de las lagunas en la selva. La cercanía de un camino puede ser otro factor atrayente para vender artesanías, por ejemplo.

Las aldeas, antiguamente muy pequeñas y de existencia temporaria, son en la actualidad permanentes y se relocalizan en contadas oportunidades. Pueden estar constituidas por una única familia, aunque en algunos casos también pueden presentar más de 400 residentes. Las casas, construidas de acuerdo al estilo regional campesino, están generalmente ocupadas por familias nucleares. Las aldeas acostumbran mantener su independencia y pocas veces conforman coligaciones regionales, aunque existen diversas relaciones de parentesco, matrimoniales y rituales entre las comunidades.

El sistema de parentesco y las formas de casamiento se destacan por la flexibilidad en establecer y aprovechar las relaciones establecidas. La unidad más importante es la familia extensa compuesta por un número de familias nucleares unidas entre sí por lazos de parentesco. Se trata, en esencia, de un grupo de mujeres emparentadas y bajo el liderazgo de un hombre. No hay mitades, clanes o linajes, ni cualquier derecho u obligación que se transmita por una línea de descendencia específica.

La residencia pos-nupcial se establece con los padres de una mujer (uxorilocalidad), por lo menos en forma temporaria. Muchos jefes de familias extensas intentan mantener el mayor número de mujeres dentro de su influencia, inclusive adoptando a las hijas de los hombres fallecidos que ellos llamaban “hermanos” de manera cotidiana. Estos jefes intentan arreglar casamientos para ubicar a esta jóvenes mujeres de tal manera de poder conseguir una cantidad suficiente de yernos quienes deben vivir por lo menos uno o dos años junto a sus suegros. Prestándoles diversos tipos de servicios. Si el jefe de la familia posee el prestigio suficiente, logra que los yernos se establezcan definitivamente con el, aumentando,  de esa manera, el número de colaboradores y elevando el número de co partidarios para así formar una facción en la aldea.

La jefatura, sin reglas fijas para que sea establecida, sufrió algunos cambios con la política indigenista. Los criterios tradicionales para asumir el liderazgo (cualidades individuales y una base de co partidarios por consanguinidad y afinidad) disminuyeron en importancia si se comparan con la exigencias de saber lidiar con el mundo de los blancos. Esto se refiere, en primer lugar, a la capacidad de relacionarse con los órganos gubernamentales y obtener ventajas en este sentido para la comunidad local así como a las cualidades individuales (conocimientos de la lengua portuguesa y talento diplomático, entre otras).

Cada aldea tiene su propio cacique o capitán, aunque existen aldeas con más de un individuo ene este rol al cristalizarse las rivalidades entre varias familias extensas. Algunos caciques intentan extender su influencia a las aldeas vecinas, aunque su autoridad es muy inestable y puede ser desafiada en cualquier momento por los competidores de la misma aldea. En esta puja por el poder, el órgano indigenista acostumbra intervenir para promover a sus propios protegidos, quienes pueden ser personajes débiles y sin bases reales en las aldeas.

Relaciones de género

Crianças guajajara da escola da aldeia Cana Brava (TI Cana Brava) com professora timbira. Foto: Peter Schröder, 2000
Crianças guajajara da escola da aldeia Cana Brava (TI Cana Brava) com professora timbira. Foto: Peter Schröder, 2000

Las relaciones de género están marcadas por desequilibrios que se inclinan a favor de los hombres, lo que se manifiesta principalmente en la política y en la educación: los liderazgos son generalmente masculinos y la educación para los varones es más liberal de lo que se verifica para las niñas. En las esferas económicas y cosmológicas, las actividades femeninas están más relacionadas con la agricultura si las comparamos con las masculinas que están más orientadas hacia la actividad de caza.

La tradicional división sexual del trabajo no está tan bien definida en la actualidad, quedando cada vez menos actividades típicamente “masculinas”; que hoy en día son solamente la caza y la preparación del campo de cultivo. Las mujeres aún no han conseguido conquistar la arena política, quedando al margen de las reuniones y continuando la influencia sobre los hombres en la esfera doméstica. En las relaciones sexuales, son mayoritariamente las mujeres las que toman la iniciativa.

En cuanto a los nombres personales, hoy en día predominan los de origen cristiano y portugués. Generalmente, sólo las personas de más de 60 años presenta nombres indígenas.

Cultura material

Los guajajara abandonaron una gran parte de su cultura material tradicional, aunque aún producen algo de cestería y las redes de dormir tanto para su uso doméstico como para su comercialización. Con los incentivos de la Funai y a partir de los años de 1970, los guajajara volvieron a producir arte plumario, adornos, armas t cestería, rescatando patrones antiguos e imitando modelos de otros pueblos indígenas, creando finalmente un nuevo y propio estilo que en la actualidad puede ser identificado con facilidad. De esta manera, los guajajara también volvieron a usar la pintura corporal, tanto en ocasiones rituales como en las fiestas y manifestaciones políticas.

Cosmología, mitología y ritos

Foto : Vincent Carelli, 1980
Foto : Vincent Carelli, 1980

La cosmología tradicional es la típica de los pueblos Tupí-Guaraní, distinguiéndose en cuatro categorías de seres sobrenaturales que reciben la designación genérica de karowara: (1) los creadores o héroes culturales, responsables por la creación y transformación del mundo, siendo Maíra y los gemelos Maíra-ira y Mucura-ira los más importantes y Zurupari, el creador de las plagas y de los insectos, de las serpientes venenosas y de las arañas, un héroe cultural muy temido; (2) los “dueños” de los bosques (Ka’a’zar), de las aguas (Y’zar), de la caza (Miar'i'zar) y de los árboles (Wira'zar), que son hostiles y muy temidos por su poder maligno; (3) los azang, espíritus errantes de los muertos, también muy temidos; y (4) los piwara, espíritus de los animales. Muchos guajajara dejaron de creer en estos seres como consecuencia de las actividades de los misioneros.

Su mitología presenta una mezcla de motivos tupí, europeos y africanos. Existe, por ejemplo, un mito con el motivo de la “Gata Borralheira” y la figura de Zurupari. También están presentes tres categorías principales de mitos: (1) mitos de héroes culturales; (2) mitos que indican un mandato moral y (3) mitos acerca de animales. En todos los mitos registrados hasta el momento, se destaca el papel de Maíra. Un mito muy importante para explicar el mundo desde el punto de vista de los guajajara es el de los gemelos Maíra-ira y Mucura-ira.

El motivo mítico de los gemelos es común entre los diversos pueblos tupí. Para los guajajara ellos son héroes culturales, al lado de Maíra-pai, aunque no tengan el mismo padre. Mientras que Maíra-ira tiene origen divino, Mucura-ira tiene origen animal, como su padre.

El mito relata su odisea por un mundo lleno de desafíos y peligros, desde los primeros momentos dentro de la barriga de la madre hasta el encuentro final con Maíra. El desafío mayor es su supervivencia entre las “onzas”, que son caníbales y matan a la madre de los dos, pero los gemelos se vengan de ellos en forma brutal. Al transcurrir los años, los dos aprenden a superar todos los peligros naturales y sobrenaturales, pero Macura-ira sufre más debido a su naturaleza “humana”.

El mito está cargado de alusiones a la vida cotidiana de los Guajajara y explica en gran medida su mundo, como por ejemplo, la “condena” de los guajajara a la agricultura por parte de Maíra causada por algún “pecado original”, como un momento de desconfianza de los poderes de Maíra por parte de una mujer. Pero ello también puede ser interpretado en términos de los conflictos presentados y superados como la representación mítica de los conflictos dentro de la sociedad guajajara así como con los otros pueblos.

Los grandes rituales tradicionales están en decadencia desde hace ya bastante tiempo. Antiguamente, el más importante era la Fiesta de la Miel (zemuishi-ohaw), realizada en septiembre u octubre, durante la estación seca, y que exigía varios meses para ser preparada. La misma desempeñaba un papel muy importante en las buenas relaciones entre las aldeas, aunque hoy en día se celebra en muy pocas aldeas.

La Fiesta del Maíz (awashire-wehuhau), también denominada “fiesta del payé”, se realizaba todos los años en la época de las lluvias, durante el período del crecimiento de ese vegetal. Su propósito era el de garantizar una buena recolección así como el de proteger el maíz contra las acciones de los azang. Por ello, su característica principal era la acción de los payés.

El rito del Moqueado, realizado al mismo tiempo y formando parte del Fiesta del Maíz, marcaba el final de la pubertad para los adolescentes que del mismo participaban. El Moqueado aún es practicado en intervalos irregulares, aunque se volvió algo profano, en muchas oportunidades, lo único que de el resta es su manifestación culinaria que acompaña las reuniones políticas.

Entre las causas relevantes del abandono de estas fiestas figuran la falta de tiempo para su preparación y realización, considerando la integración de los guajajara en la economía regional, además del olvido de muchas canciones chamánicas.

El ciclo de vida de una persona aún acostumbra estar acompañado por una serie de rituales. Entre ellos, los rituales de iniciación, en especial los de las niñas, que son los más vistosos y ricos en significados. Además de lo mencionado, existen toda una serie de rituales para pedir permiso a Maíra para plantar, a Miar'i'zar para cazar y a Y'zar para pescar.

Chamanismo

El chamanismo también se encuentra en decadencia. En algunas aldeas ni siquiera se manifiesta. En el pasado, la mayoría de los hombres intentaba, a cualquier precio, ser pazé (chamán), aunque muy pocos lo conseguían y con ello ganaban fama. El poder y la reputación de los payés dependían del número de seres sobrenaturales que ellos sabía como “llamar”. Los payés muy reconocidos podían tornarse también líderes poderosos.

La actividad del payé es un atributo casi exclusivamente masculino. La principal función de los payés aún es la de curar y la de celebrar las fiestas de Maíra y de la “mesada”, un ritual de ofrendas dedicado a las personas enfermas. La actividad del payé es usualmente vista como ambigua dado que los poderes de los chamanes pueden ser utilizados para objetivos tanto positivos como negativos.

Notas sobre las fuentes

Los textos etnológicos han focalizado a los Guajajara, sin excepción, bajo el prisma del contacto interétnico, empezando por el libro de Charles Wagley y Eduardo Galvão, “Os índios Tenetehára”, publicado primeramente en inglés, y basado en una investigación de campo realizada en los años de 1940, abordando su cultura y la transición hacia una forma de vida campesina. En este estudio clásico de la etnología indígena, los dos autores pronostican en forma equivocada la desaparición de los Guajajara en los años de 1960 como un grupo diferenciado.

Mércio Gomes, a su vez y en los años de 1970, defendió su tesis de doctorado en la Universidad de Florida en la cual examina, a la luz de un enfoque marxista, la historia de las relaciones de los Guajajara con los blancos desde el período colonial y presenta una teoría para explicar la persistencia de su cultura.

En la década de 1980, se concentran los artículos de Edson Diniz, los cuales se refieren entre sí, repitiendo a los autores ya referidos sin realizar ninguna contribución innovadora. Más recientes son los trabajos de Peter Schröder, que presentan –principalmente- la situación de los guajajara hacia fines de 1980 y durante los años de 1990. Este autor publicó su tesis de doctorado, defendida en la universidad alemana de Bonn, que versa sobre la conformación de un movimiento político entre los guajajara (1993), utilizando un abordaje multicausal.

El libro “O filho de Maíra” (1997), de Carlo Ubbiali, del CIMI-MA, es una presentación subjetiva y muy politizada de la cultura guajajara a través de un abordaje biográfico, describiendo principalmente la vida de un líder. La monografía más reciente es la disertación de maestría de Claudio Zannoni, defendida en la Uesp (Universidade Estadual do Piaui) de Araraquara y publicada en 1999 bajo el título “Conflito e coesão: o dinamismo tenetehara”. En la misma, Zannoni enfoca la mitología y los rituales para entender mejor el dinamismo de la sociedad guajajara de cara a los conflictos con los blancos. Se espera a la brevedad el lanzamiento de la tesis de doctorado de Elisabeth Coelho, de la UFMA (Universidade Federal do Maranhão), defendida en 1999 en la UFC (Universidade Federal do Ceará) y que versa sobre el conflicto de São Pedro dos Cacetes.

El libro “Cauiré Imana”, de Olímpio Cruz, describe en un estilo de ficción la rebelión guajajara contra la misión de los capuchinos, en 1901. Sobre la lengua guajajara se encuentran –principalmente- los trabajos de David Bendor, Samuel, Max Boudin y Carl Harrison. Peter Schröder elaboró una bibliografía exhaustiva sobre los Guajajara.

En 2002, fue lanzado un libro sobre la historia del conflicto entre los Guajajara de la TI Cana Brava y la población del extinto poblado de São Pedro dos Cacetes y sus aliados: “Territórios em confronto: a dinâmica da disputa pela terra entre índios e brancos no Maranhão”, de Elizabeth Maria Beserra Coelho.

Se realizó asimismo un film documental sobre el conflicto de Alto Alegre. En los documentales de Jürgen Diekert y Jacob Mehringer sobre los Canela, exhibidos en Alemania y por el representante regional de la Red Globo en São Luís, se presentan muchos trechos dedicados a los Guajajara.

Fuentes de información

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  • --------.  Os Tenetehára-Guajajára : convívio e integração.  Rev. de Antropologia, São Paulo : USP, v. 27/28, p. 343-53, 1984/1985.

 

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