De Pueblos Indígenas en Brasil
Foto: Hein van der Voort, 2001

Arikapu

Autodenominación
¿Donde están? ¿Cuántos son?
RO 37 (Siasi/Sesai, 2014)
Familia linguística
Jabuti

Los Arikapú, habitantes tradicionales del sur de Rondonia, viven hoy en las Tierras Indígenas Río Branco y Río Guaporé. Los primeros contactos entre ese pueblo y los no-indígenas ocurrieron en torno a inicios del siglo XX. Sus relatos orales cuentan que las cabeceras del Río Branco eran habitadas hace mucho tiempo por ellos. Además de los Djeoromitxí, sus vecinos tradicionales eran los Makurap, los Wayurú y los Aruá, de lengua Tupí.

Nombre

El nombre Arikapú, además de ser la autodenominación de los Arikapú, es también utilizado por los grupos vecinos y por los no-indígenas para referirse a ese grupo. Su origen puede estar vinculado a la lengua Tupari de los vecinos Makurap, en la cual arikapú se refiere al pájaro ‘japó’ (género Gymnostinops).

El nombre Burukäyo se refiere a una tribu extinta, conocida entre los Arikapú y los Djeoromitxí, sus vecinos. Algunos autores afirman que esa lengua era muy semejante a la de los Arikapú y que podría corresponder a la lengua de un clan. Tal vez sea éste el grupo que Snethlage llamó Jabutitxitxi o Bakurönjatxitxi. La palabra txitxi significa “grande” en Arikapú.

Otro nombre encontrado en la literatura es Maxubí o Mashubi, en alusión a un grupo que probablemente hablaba Arikapú. Esta nombre fue registrado una única vez durante la expedición del viajante inglés Fawcett en 1914 (Fawcett, 1953), pero no es reconocido actualmente por ningún grupo indígena de la región. Además de eso, su etimología es desconocida.

Lengua

Dois únicos falantes da língua materna. Foto: Hein van der Voort, 2004.
Dois únicos falantes da língua materna. Foto: Hein van der Voort, 2004.

Hasta hace muy poco tiempo, la lengua de los Arikapú permanecía prácticamente desconocida. A pesar de eso, en base a las listas de palabras existentes, fue considerada desde la década de 1930, junto con la lengua Djeoromitxí, como perteneciente a la familia lingüística Jabuti.

Algunas referencias también mencionan una tercera lengua Jabuti, ya extinta, llamada Maxubi. La lista de palabras recolectadas entre los Maxubi, en 1914, por Fawcett, fue analizada por Caspar (1955), quien sugirió una semejanza bastante grande con la lengua Arikapú, concluyendo en relación a aquellos Maxubi que se trataba en verdad de los Arikapú.

Las lenguas Jabuti son bastante diferentes de otras lenguas de la región del Guaporé y no pertenecen a las familias lingüísticas de los pueblos vecinos, tales como Tupí, Nambikwara y Txapakura. Son muchas veces consideradas como una pequeña familia, aislada y sin afiliación a ninguna otra familia lingüística conocida. Sin embargo, ya en 1935 Curt Nimuendajú (2000) observaba que las listas de palabras Arikapú recolectadas por Snethlage revelaban semejanzas con ciertas lenguas Jê del Brasil oriental, como Xerente, Kayapó, Kaingáng y Timbira.

Investigaciones más recientes, como las de Ribeiro y de van der Voort (2005, en prensa), presentan evidencias léxicas y gramaticales que confirman la hipótesis de Nimuendajú. En ese sentido, la familia lingüística Jabuti es probablemente una rama del tronco lingüístico Macro Jê. Aspectos básicos de la lengua ancestral Proto-Jabuti fueron reconstruidos por van der Voort en un artículo comparativo (2007).

Las lenguas Jabuti son muy semejantes entre sí, pero no son idénticas. Dado que los Arikapú y los Djeoromitxí son vecinos próximos, es posible que sus lenguas se hayan diversificado a partir de una lengua ancestral común en la región. Es poco probable que esta diversificación haya ocurrido fuera de la región y que los hablantes de las dos lenguas hayan migrado juntos hacia ella. Una comparación cuidadosa sugiere que fue preciso más o menos dos mil años para que las dos lenguas se diferenciasen y llegasen a aquello que son hoy. Por tanto, los ancestros de los Arikapú y de los Djeoromitxí deben de haber migrado a la región del Guaporé hace por lo menos dos mil años atrás y es posible que hayan venido del este, en vista de que hablaban una lengua Macro-Jê.

La lengua Arikapú se encuentra hoy en el umbral de la extinción, quedando solamente dos ancianos que la hablan. Dado que estas dos personas residen en Tierras Indígenas distintas y que no hubo transmisión de la lengua a las generaciones siguientes, ella ya no es hablada. La mayoría de los Arikapú que vive en la Tierra Indígena Río Branco habla Tupari, además de portugués, y en la Tierra Indígena Guaporé se habla Makurap. La mayor parte de los préstamos en la lengua Arikapú vino del Makurap, que durante la época del caucho era una lengua franca.

Localización

El medio ambiente tradicional de los Arikapú es la floresta tropical húmeda. Según sus propios relatos, siempre vivieron en las cabeceras del Río Branco.

Según Franz Caspar (1975), los Arikapú habitaban hasta 1955 la margen izquierda y los afluentes izquierdos del Río Branco, encima de donde queda hoy la ciudad de Alta Floresta d’Oeste. Vivían arriba de los Djeoromitxí. Sus vecinos tradicionales eran también los Makurap y Wayurú de lengua Tupí (familia Tupari), que moraban río abajo, en la margen izquierda del río Branco. En la margen derecha vivían los Tupari, que eran sus enemigos. Más abajo aún, estaban los Aruá de lengua Tupí (familia Mondé).

Los Arikapú vivían en el alto río Branco, pero el contacto con los no-indígenas contribuyó fuertemente al abandono de prácticas culturales y a su dispersión en dos Tierras Indígenas diferentes y separadas geográficamente. Actualmente, una parte de los Arikapú reside con otros grupos indígenas en la Tierra Indígena Río Branco, al sur de su área tradicional. La otra parte vive con otros pueblos en la Tierra Indígena Guaporé, a más de 200 kilómetros al oeste en línea recta y cerca de 350 kilómetros por el río, en la frontera con Bolivia.

Historia del contacto

Además de los encuentros esporádicos con viajeros, entre los siglos XVII y XIX, los pueblos que habitaban en la margen derecha del Guaporé entraron en contacto regular con los no-indígenas solamente a fines del siglo XIX.

En las primeras décadas del siglo XX, caucheros crearon establecimientos para la explotación de goma y caucho – los “barracones” – en los ríos Branco, Mekens, Colorado y Corumbiara. Eran puestos comerciales donde los productos extraídos de las florestas adyacentes eran almacenados y de donde partían las embarcaciones para Guajará-Mirim. En esos “barracones”, los “blancos” atraían a los grupos indígenas locales con machetes de metal y otros productos, y los empleaban para la extracción de látex, de castaña del Pará y del ‘ipeca’ (Cephaelis ipecacuanha) a través del sistema de abasto. También introdujeron muchas enfermedades infecciosas.

Después del contacto, los indígenas del sur de Rondonia sufrieron la desintegración de sus aldeas y el desplazamiento de sus miembros. Alrededor de 1920, muchos Arikapú descendieron el río para trabajar en el cauchal Paulo Saldanha, adonde muchos Tupari también habían ido.

“La instalación del cauchal Paulo Saldanha en las cabeceras del Río Branco, fue un factor definitivo para la disolución de las aldeas Arikapú y, posteriormente, de las aldeas Djeoromitxí. Funcionando como un foco de atracción de mano de obra, fue también el centro irradiador de epidemias de sarampión. Según fue posible averiguar, las aldeas fueron irreversiblemente abandonadas alredor de 1934. El sarampión se propagó y, desesperados, los indios se movían de una aldea a otra, llevando el contagio. Terminaron por concentrarse en el ‘barracón’, donde aprendieron a extraer el caucho” (Denise Maldi, 1991).

A inicios de la década de 1930, el SPI (Servicio de Protección al Indio) comenzó a transferir grupos de indios del sudeste de Rondonia hacia las “colonias” del oeste, como la colonia Ricardo Franco, ahora denominada Tierra Indígena Guaporé, localizada en el río Guaporé, un poco arriba de la confluencia con el río Mamoré. Los indios eran obligados a vivir y trabajar allí en condiciones inhumanas. Muchos intentaron huir y retornar a sus tierras de origen en los ríos Branco, Corumbiara y Pimienta Bueno.

Entre 1930 y 1960, muchos Arikapú y Djeoromitxí descendieron todavía más hasta el cauchal de São Luis, donde también se concentraban numerosos Makurap, Aruá y Wayurú. Además de eso, no pocas personas escaparon de las formas de sujeción huyendo hacia Guajará-Mirím, de donde fueron transferidos a Ricardo Franco o a otras reservas en el valle del Guaporé.

Entre 1960 y 1980, los remanentes de esos grupos fueron removidos a las áreas indígenas, que todavía hoy están siendo amenazadas por invasiones ilegales, actividades forestales y de minería.

El contacto con los “blancos” acarreó la muerte de la mayoría de los grupos del sur de Rondonia, muchas veces antes que cualquier trabajo de documentación pudiese ser hecho.

Hoy, los Arikapú viven en las Tierras Indígenas Guaporé y Río Branco.

Complejo Cultural Marico

Harvesting grubs at Ricardo Franco. Photo: Hein van der Voort, 2002
Harvesting grubs at Ricardo Franco. Photo: Hein van der Voort, 2002

Los Arikapú vivían en grandes malocas en forma de colmena y su subsistencia se basaba en la pesca, caza, recolección de frutas e insectos y agricultura de roza. Plantaban maíz, yuca, maní, ñame, plátano, calabaza y criaban larvas comestibles de varias especies de insectos.

Enterraban sus muertos dentro de las casas, sentados y dentro de urnas funerarias de cerámica, cerradas con tapas. Por encima del túmulo se mantenía encendida durante unos días una pira para ayudar a la preservación de los restos mortales. La familia, cuando mudaba de casa, llevaba muchas veces consigo las urnas para reenterrarlas en la nueva casa.

En términos culturales, los Arikapú se aproximan bastante a otros grupos del sudeste de Rondonia y con ellos comparten muchas características. Según la etnohistoriadora Denise Maldi (1991), el “complejo cultural del Marico” incluye varios grupos de lengua Tupí, los dos grupos de lengua Jabuti (los Arikapú y los Djeoromitxí), así como los Kanoê, Aikanã y Kwazá, que hablan lenguas aisladas.

“En lo que se refiere a la cultura material, algunos elementos atestiguan inequívoca similitud entre los pueblos de la región del Guaporé: la ausencia del cultivo de la mandioca “brava” y de la harina en la alimentación; el consumo de la chicha de maíz en la alimentación regular y de chicha fermentada en ocasiones ceremoniales, y la confección del marico. Trátase de cestas de fibras de ‘tucum’, tejidas en puntos menudos o medios, pudiendo tener varios tamaños y que no son sólo característicos cuanto exclusivos de los grupos indígenas que habitan hoy en la Tierra Indígena Guaporé y la Tierra Indígena Río Branco.

 

Otro elemento cultural, además de la confección del marico, que podría ser considerado exclusivo de los pueblos del Río Branco, Colorado y Mekens es la aspiración del polvo de angico en los actos chamanísticos.

 

En relación a los grupos indígenas del Guaporé y de los afluentes occidentales del Mamoré, hay tres aspectos culturales característicos: la ausencia de la mandioca ‘brava’ y de la harina en la alimentación; la existencia de subgrupos territoriales definidos y nominados; y el consumo de chicha de maíz en ceremonias que alternaban sucesivamente los papeles de huésped/anfitrión entre los subgrupos y servían como un importante mecanismo de solidaridad y cohesión.

 

La estructura social tradicional de los grupos de la región del Guaporé ha sufrido serias amenazas en lo tocante a su reproducción y perpetuación a causa de las pérdidas demográficas. Entretanto, una nueva realidad social emerge a partir de la intensificación de las relaciones intergrupales, por lo menos dentro de la Tierra Indígena Guaporé. Algunos elementos culturales son valorizados y actúan como mecanismos de solidaridad entre las distintas sociedades: el consumo de la chicha, que establece una regla no coercitiva de etiqueta, y el chamanismo, a través de la actuación conjunta de individuos de grupos indígenas distintos en la aspiración del polvo de angico y en las ceremonias de cura.

 

Fue, sin duda, en las ceremonias de cura que se intensificaron las relaciones intergrupales, sobre todo a través de dos mecanismos: las fiestas de chicha y los casamientos. Las fiestas de chicha eran prácticas tradicionales de todos esos grupos, en las cuales las aldeas se alternaban en los papeles de anfitrión/convidado, creando redes ininterrumpidas de solidaridad y reciprocidad. Después del contacto, los diferentes pueblos, al revés que las diferentes aldeas de una misma etnia, pasaron a alternar en esos papeles. Los casamientos intergrupales surgieron de cara a las necesidades demográficas y, con el tiempo, sirvieron para estrechar los lazos entre los pueblos de la región” (Denise Maldi, 1991).

Chamanismo

La actuación del chamán está relacionada al uso que hace de un alucinógeno: las semillas de angico, que son maceradas hasta convertirse en polvo y mezcladas con un tipo especial de tabaco, cultivado para este fin. A lo que todo indica el cultivo del tabaco para uso chamanístico es un elemento cultural común a todos los grupos indígenas de la región del Guaporé.

De acuerdo con los registros de Rondón (1916), lo que más le llamó la atención fue el hecho de que los indios “no fumaban”, mas hacían uso del “rapé por medio de un dispositivo bastante ingenioso, que consiste en un tubo de tacuara, de dos palmos de largo, teniendo en una de las extremidades un pequeño recipiente cargado de polvo de tabaco. La persona que va a tomar la pitada lo aproxima a las narices, y otra persona, sirviéndose de la extremidad libre del tubo, sopla por él, haciendo penetrar el rapé en las fosas nasales del tabaquero, que auxilia la operación mediante una profunda inhalación”. La descripción corresponde exactamente a la forma como, incluso hoy, es aspirada la mixtura de polvo de angico y tabaco, que Rondón llamó “rapé”. En varias narrativas míticas hay menciones a la aspiración chamanística.

Además de eso, los chamanes también usan un léxico especial, aparentemente ininteligible para los no-iniciados, y recitan durante el proceso de cura” (Denise Maldi, 1991).

Aspectos contemporáneos

Tierra Indígena Río Branco

La Tierra Indígena Río Branco tiene casi 400 habitantes, divididos entre varias aldeas a lo largo del medio río Branco. Esta Tierra Indígena fue homologada en 1986. La mayoría de la población es Tupari, pero hay también grupos menores como los Makurap, los Aruá, los Kanoê, los Djeoromitxí y los Arikapú.

Navegando no Rio Branco. Foto: Hein van der Voort, 2004.
Navegando no Rio Branco. Foto: Hein van der Voort, 2004.

La aldea principal, São Luis, es accesible por carro desde Alta Floresta d’Oeste. Las otras aldeas, como Trinitário, Colorado, Cajuí y otras sólo pueden ser alcanzadas por el río y, debido a su aislamiento, las lenguas indígenas y muchas prácticas culturales tradicionales están mejor preservadas. Se pesca con arco y flecha; hay chamanes utilizando el parica para curar y todavía hay fiestas con chicha, ocasiones en que ellos se pintan con achiote y jenipapo, cantan y danzan de modo tradicional. Los chamanes Arikapú eran tradicionalmente conocidos como los más poderosos de la región. Todavía hoy, el chamán más respetado pertenece a ese grupo.

La parte meridional de la Tierra Indígena Río Branco limita con la Reserva Biológica del Guaporé. Esa reserva tiene parte de su área incidiendo sobre la Tierra Indígena Massaco, donde viven grupos en aislamiento, cuya lengua e identidad étnica aún no son conocidas.

La Tierra Indígena Río Branco y sus habitantes son constantemente amenazados por sus vecinos no-indígenas y por los políticos estaduales de diversas maneras. Debido a la deforestación continua en los alrededores, el área se parece cada vez más a una isla, donde los animales de caza se están volviendo cada vez más escasos, aumentando la dependencia de la pesca. Al mismo tiempo, invasores entran en la reserva practicando la pesca ilegal en gran escala. Los pesticidas utilizados en las haciendas, localizadas en la región de las cabeceras (que queda fuera de la Tierra Indígena), acaban yendo al río principal, colocando en riesgo la salud de quienes viven allí. Los proyectos hidroeléctricos irregulares de la región también provocan graves daños a los ecosistemas fluviales. Finalmente, la actividad maderera ilegal dentro de la Tierra Indígena causa aún más daños ecológicos.

Hay relatos de destrucción de sitios arqueológicos en función de obras de construcción en Paulo Saldanha, en el alto río Branco. En algunos casos, urnas funerarias fueron desenterradas y premeditadamente destruidas a fin de ocultar evidencias jurídicas. Uno de los últimos hablantes de Arikapú enterró (de modo tradicional) a su madre y a su hija de cinco años en las cabeceras del río Branco y quedó trastornado al saber de la posible destrucción de sus túmulos. Este tipo de acción perjudica las opciones futuras de los Arikapú y de otros grupos de reivindicar sus tierras ancestrales.

La desvalorización de la cultura tradicional se aceleró recientemente con la llegada de una iglesia protestante fundamentalista que desaprueba el chamanismo y las fiestas tradicionales, creando así una división interna en la comunidad.

Tierra Indígena Guaporé

La Tierra Indígena Guaporé tiene más de 600 habitantes, divididos en varias aldeas en las bahías y en los lagos a lo largo del gran río Guaporé. La homologación de esa Tierra Indígena ocurrió en 1996.

La población está formada por familias mixtas de Aruá, Wayurú, Makurap, Tupari, Kanoê, Aikaña, Djeoromitxí, Arikapú, Wari’ y Kuyubi. La mayoría de las personas vive en la aldea superpoblada Ricardo Franco (antiguo nombre de la reserva), en el mismo río Guaporé. Hay un puesto de la Fundación Nacional del Indio (Funai), un puesto médico y una escuela.

Semejante al caso de São Luis, en Ricardo Franco, la influencia de la cultura de los no-indígenas es fuerte. La mayoría de los jóvenes encontró pocas opciones de vida, lo que causa muchos problemas sociales. La vida en las otras aldeas (Baia das Onzas, Baia da Coca y Baia Rica) es mejor en lo que se refiere a la caza, la pesca y la agricultura de roza. Además de eso, las lenguas indígenas y muchos elementos de la cultura tradicional están allí mejor preservados. La región alrededor de la Tierra Indígena Guaporé no es totalmente conocida y puede ser que haya grupos aislados. Muchos habitantes del área relatan que en varios ocasiones tuvieron encuentros con indios no-identificados.

Tal como en la Tierra Indígena Río Branco, existe en la Tierra Indígena Guaporé la pesca ilegal, si bien la actividad maderera y el problema con los pesticidas aparece en menor escala – a causa de su localización más aislada y sin acceso terrestre. Otros problemas surgen en el área, relacionados a su proximidad con Bolivia, que queda a una distancia de 300 metros en la otra margen del río Guaporé. Hace cuatro años viene aconteciendo en forma constante el dragado ilegal de cascajo en la margen brasileña  de la Baia das Onzas. Lo que se dice es que el cascajo es utilizado en la producción de cemento, mas las actividades tienen la apariencia de minería informal. Cualquiera que sea la finalidad, tal actividad es perjudicial para el medio ambiente de la región, pues destruye las riberas y puede así alterar el cauce del río. Estas acciones fueron denunciadas en vano a las autoridades, en vista de la facilidad de llevar los equipamientos al lado boliviano antes de la llegada de la Policía Federal, que viene de la lejana ciudad de Guajará-Mirim.

Nota sobre las fuentes

El primer registro de los Arikapú y la toma de muestras de su lengua fueron hechos por Percy Harrison Fawcett, un inglés contratado por el gobierno boliviano, en los primeros años del siglo XX, para hacer el levantamiento topográfico de la frontera entre Bolivia y Brasil. En uno de los afluentes de la margen este del alto río Branco, Fawcett encontró un grupo indígena que denominó Maxubí (Fawcett, 1915; Fawcett, 1953).

Después de la expedición de Fawcett, los Maxubí nunca más fueron encontrados  ni se oyó hablar de ellos. La mayoría de las palabras compiladas en la lista compiladas por Fawcett son idénticas a las palabras Arikapú, por tanto debe tratarse de un solo pueblo.

Unos veinte años más tarde, el etnógrafo alemán Emil Heinrich Snethlage visitó la región de Guaporé al servicio del Museo de Etnología de Berlín (Snethlage 1937). Snethlage visitó muchos pueblos del río Branco, inclusive a los Arikapú, y retornó a Berlín con una colección de objetos, fotos, filmes y grabaciones musicales en rollos de cera (Snethlage 1939). En aquel momento, los pueblos de la región ya habían sido víctimas de terribles epidemias de sarampión, gripe y de otras enfermedades contagiosas que se propagaron rápidamente por la región. Los Arikapú habían sido especialmente afectados por las enfermedades y, en 1934, cuando Snethlage los conoció, quedaba solamente un pequeño grupo distribuido en dos aldeas.

Entre 1948 y 1955, el etnógrafo suizo Franz Caspar realizó investigaciones en la región de río Branco, haciéndose conocido por su trabajo sobre la cultura tradicional Tuparí (1958, 1975). Caspar también compiló listas extensas de palabras de todas las lenguas que encontró, inclusive Arikapú. También tuvo acceso a los diarios de campo de Snethlage y los citó en su tesis de doctorado (Caspar, 1953). Caspar es todavía hoy recordado por los ancianos.  A inicios de 1954, la población indígena del río Branco sufrió una terrible epidemia de sarampión. Todo indica que los Arikapú fueron nuevamente aquejados. Cuando Caspar retornó a la región (1954), ellos habían sido reducidos a un número incluso menor.

En 1968, los lingüistas misioneros Willem Bontkes y Robert Campbell hicieron un levantamiento en el sur de Rondonia para el SIL (Summer Institut of Linguistics). Bontkes compiló una pequeña lista de palabras Arikapú en el río Branco y mencionó la existencia de 14 hablantes de la lengua.

En la década de 1980, varios antropólogos y lingüistas visitaron la región y conocieron indios que hablaban Arikapú. Como parte de su investigación antropológica, la etnohistoriadora Denise Maldi entrevistó muchos ancianos y recolectó mitos tradicionales para el levantamiento de aquello que llamó “complejo cultural del marico” (Maldi, 1991).

La antropóloga Betty Mindlin también viajó por la región, coleccionando y publicando una serie de volúmenes populares de historias tradicionales de los pueblos indígenas (Mindlin 1993, 1998 y 1999). A su vez, la lingüista Denny Moore, del Museo Goeldi, compiló listas comparativas de palabras en la Tierra Indígena Guaporé.

Entre 2001 y 2004, Heinz van der Voort hizo trabajo de campo con aquellos que son probablemente los últimos dos hablantes del Arikapú.

Fuentes de información

  • CASPAR, Franz. Ein Kulturareal im Hinterland der Flüsse Guaporé und Machado (Westbrasilien), dargestellt nach unveröffentlichten und anderen wenig bekannten Quellen, mit besonderer Berücksichtigung der Nahrungs- und Genussmittel, Universität Hamburg, 1953. (Tese de doutorado)

 

  • --------. “A expedição de P.H. Fawcett à tribo dos Maxubi em 1914”. In: Anais do XXXI Congresso Internacional de Americanistas. São Paulo, 1955, pp. 113-120.

 

  • --------. Tuparí. Entre os índios, nas florestas brasileiras. São Paulo: Melhoramentos,1958.

 

  • --------. Die Tuparí: Ein Indianerstamm in Westbrasilien, Monographien zur Völkerkunde herausgegeben vom Hamburgischen museum für Völkerkunde, VII, Berlin - New York: Walter de Gruyter, 1975.

 

  • FAWCETT, Percy Harrison. “Bolivian Exploration, 1913-1914”. In: Geographical Journal. London, 1915, vol. 45, pp. 219-228, com 7 fotos e 1 mapa.

 

  • --------. Exploration Fawcett [edited by Brian Fawcett], London: Hutchinson, 1953.

 

  • MALDI, Denise. “O Complexo Cultural do Marico: Sociedades Indígenas dos Rios Branco, Colorado e Mequens, Afluentes do Medio Guaporé”. In: Boletim do Museu Paraense Emílio Goeldi. Antropologia. 1991, vol. 7, n. 2, pp. 209-269.

 

  • MINDLIN, Betty. Tuparís e Tarupás: Narrativas dos índios Tuparís de Rondônia. São Paulo: Editora Brasiliense / Editora da Universidade de São Paulo / Instituto de Antropologia e Meio Ambiente, 1993.

 

  • --------. Antologia de mitos dos povos Ajuru, Arara, Arikapu, Aruá, Kanoe, JKanoi e Makurap. São Paulo : Iamá, 1995. 67 p.

 

  • -------- & Narradores Indígenas. Moqueca de maridos: mitos eróticos. Rio de Janeiro: Editora Rosa dos Tempos, 1997.

 

  • --------. Terra grávida. Rio de Janeiro: Editora Rosa dos Tempos, 1999.

 

  • MOORE, Denny. Glossário Tuparí-Jaboti-Arikapú [manuscrito não-publicado, 4 pp., 77 entradas Arikapú gravado de uma mulher bilingual Djeoromitxí-Arikapú em julho de 1988. Arquivo do Museu Goeldi [Belém], Rondônia, 1988.

 

  • NIMUENDAJÚ, Curt. Cartas do Sertão de Curt Nimuendajú para Carlos Estevão de Oliveira. Apresentação & Notas: Thekla Hartmann. Lisboa: Museu Nacional de Etnologia, Assírio & Alvim, 2000.

 

  • RIBEIRO, Eduardo & VOORT, Hein van der. “A inclusão das línguas Jabuti de Rondônia no tronco Macro-Jê”, contribuição ao IV Encontro Internacional sobre Línguas e Culturas Macro-Jê. Recife, Pernambuco, dias 3 a 5 de novembro de 2005.

 

  • --------. no prelo. “Nimuendajú was right: The inclusion of the Jabuti language family in the Macro-Jê stock”. In: International Journal of American Linguistics.

 

  • SNETHLAGE, Emil Heinrich. Atiko Y, meine Erlebnisse bei den Indianern des Guaporé, Berlin: Klinkhardt & Biermann Verlag, 1937.

 

  • --------. Musikinstrumente der Indianer des Guaporégebietes, Baessler-Archiv, Beiträge zur Völkerkunde, Beiheft X, Berlin: Dietrich Reimer - Andrews & Steiner, 1939.

 

  • VOORT, Hein van der. “Proto-Jabutí: Um primeiro passo na reconstrução da língua ancestral dos Arikapú e Djeoromitxí”. In: Boletim do Museu Paraense Emílio Goeldi (Ciências humanas), 2007.