De Pueblos Indígenas en Brasil
Foto: Comunidade Indígena Balotiponé

Umutina

Autodenominación
Balatiponé
¿Donde están? ¿Cuántos son?
MT 515 (Siasi/Sesai, 2014)
Familia linguística
Bororo

En el siglo XX, los Umutina fueron víctima de la violencia del hombre blanco. Los no indios los describían como indígenas agresivos y violentos que impedían a la fuerza la invasión a su territorio tribal. Pese a los efectos disgregadores, resultado del contacto, como la pérdida de la lengua nativa, su tierra tradicional y las enfermedades que causaron una grave disminución de la población, este pueblo posee un fuerte sentido de identidad étnica, se reconocen como los moradores tradicionales del alto Paraguay. Actualmente están involucrados en la recuperación de sus manifestaciones socioculturales tradicionales.

Nombre

Los Umutina fueron inicialmente denominados por los no indios como “Barbados”, debido a que los hombres usaban barbas confeccionadas con el cabello de sus mujeres o con pelos del mono bugio. El grupo se autodenomina Balotiponé, cuyo significado es 'gente nueva', Solamente después del contacto y de la convivencia con los indios Paresí y Nambikwara, en 1930, se los pasó a conocer como “Umotina”,  “Omotina”, o “Umutina” (grafía utilizada desde la década de 40), que significa “indio blanco”. 

Lengua

Los Umutina no hablan más la lengua indígena, clasificada como perteneciente al tronco lingüístico Macro-Jê, de la familia Bororo. Su pérdida se asocia a la violencia del contacto de este pueblo con los no indios, que ocurrió a partir de 1911. Después de algunos años, hubo muchas epidemias que asolaron la región y que provocaron la muerte de casi todos los Umutina. Los supervivientes pasaron a vivir junto a los pacificadores del SPI (Servicio de Protección al Indio) que actuaba en la región y fueron educados en una escuela para indios, que solamente enseñaba la cultura de los blancos y en la que estaba prohibido hablar su lengua materna y practicar cualquier tipo de actividad vinculada a su cultura material e inmaterial. 

Actualmente, la lengua predominante es el portugués, sin embargo, los miembros de la comunidad luchan, a través del conocimiento de los ancianos, de universitarios y de profesores indígenas, por recuperar la lengua Umutina.

Población

Índios Umutina, Alto Paraguai, Mato Grosso. Foto: Harald Schultz, 1943/44/45
Índios Umutina, Alto Paraguai, Mato Grosso. Foto: Harald Schultz, 1943/44/45

En 1862, los Umutina representaban un contingente de aproximadamente 400 individuos. Después de la pacificación que ocurrió en 1911, pasaron a contar con aproximadamente 300 personas, pero ocho años después, un brote de sarampión redujo la población a 200 indios, que vivían en condiciones precarias. 

En 1923, un informe del SPI , registró un número superior a 120, y en 1943 no pasaban de 73 individuos, cincuenta de ellos vivían en el puesto 'Fraternidade Indígena' (Fraternidad Indígena), que hasta hoy es la sede del principal núcleo habitacional. En esta época vivían 23 indios en la última aldea que existía en el alto río Paraguay, al norte de Mato Grosso, a quienes se conocía como “los independientes”, por haberse negado a tener cualquier tipo de contacto con los no indios.

Hodotó é a menina mais graciosa e vivaz da aldeia, Alto Paraguai, Mato Grosso. Foto: Harald Schultz, 1943/44/45
Hodotó é a menina mais graciosa e vivaz da aldeia, Alto Paraguai, Mato Grosso. Foto: Harald Schultz, 1943/44/45

En sólo dos años, una violenta epidemia de coqueluche y bronconeumonia redujo su número a 15 individuos, y poco más tarde, los pocos supervivientes también se encaminaron al puesto indígena, donde hubo una serie de casamientos intertribales. Según la Asociación Indígena Umutina Otoparé, su población en 2009 estaba estimada en 445 personas.

Localización

Construção de uma casa tradicional dos Umutina, comunidade Balotiponé, Terra Indígena Umutina, Barra do Bugres, Mato Grosso. Foto: Comunidade Indígena Balotiponé, 2003
Construção de uma casa tradicional dos Umutina, comunidade Balotiponé, Terra Indígena Umutina, Barra do Bugres, Mato Grosso. Foto: Comunidade Indígena Balotiponé, 2003

Antiguamente, los Umutina vivían en la margen derecha del río Paraguay, aproximadamente entre los ríos Sepotuba y Bugres. No obstante, su área de dominio, se extendía desde aquellos parajes hasta el río Cuiabá. Con la llegada de los no indios, los Umutina dejaron la región del Sepotuba, migraron más al norte, y pasaron a vivir en las márgenes del río Burgres, denominado por ellos Helatinó-pó-pare, afluente del alto Paraguay. Están distribuidos en dos aldeas, una de nombre ‘Umutina’, donde vivía la mayoría de la población (420 individuos), y la otra más reciente llamada ‘Balotiponé’, donde viven otras 25 personas, divididas en cinco familias [datos de 2009]. Las aldeas están localizadas en la Tierra Indígena Umutina, en un área de 28120 hectáreas homologada en 1989, en los municipios de Barra do Bugres y Alto Paraguay, entre los ríos Paraguay y Bugres, en Mato Grosso. La TI está ubicada en una franja de transición de la Amazonía y del “Cerrado” (Planicie), siendo que este último comprende la mayor parte del Territorio.

Historia del contacto

Yarepá, veterano de guerras sangrentas contra o invasor de suas terras. É de índole bondosa, e se orgulha por saber confeccionar armas com perfeição sem igual entre os Umutina, Alto Paraguai, Mato Grosso. Foto: Harald Schultz, 1943/44/45
Yarepá, veterano de guerras sangrentas contra o invasor de suas terras. É de índole bondosa, e se orgulha por saber confeccionar armas com perfeição sem igual entre os Umutina, Alto Paraguai, Mato Grosso. Foto: Harald Schultz, 1943/44/45

Antes de la pacificación ocurrida en 1911 por el paulistano (oriundo de São Paulo) Helmano dos Santos Mascarenhas, a mando de la SPI y del general Candido Mariano Rondon, los no indios describían a los Umutina como siendo agresivos y violentos, y que a través la fuerza impedían la invasión de su territorio tribal, a través la fuerza. Sus armas ofensivas eran el arco y las flechas y un tipo espacial de maza, denominada tacape-espada. Los ataques se realizaban a la noche, y no se ahorraba la vida ni de mujeres ni de niños. Después de la victoria, celebraban con cánticos, que exaltaban las virtudes guerreras del pueblo y que recordaban victorias pasadas. Existen menciones a la antropofagia ritual. 

Fue a partir del siglo XIX, que los contactos de los Umutina con la sociedad nacional en expansión tuvieron sus hechos más dramáticos, hubo luchas y muerte de ambos lados. Según lo que escribió el padre salesiano Nicolau Badariotti, en 1898, era intención del gobierno de Mato Grosso organizar una expedición de exterminio contra esos indios, dada la resistencia que imponían a la penetración de los no indios en sus tierras.

Los Umutina también fueron víctimas de la violencia y de la incomprensión del hombre dicho “civilizado”. Incluso cuando se aproximaban con intenciones pacíficas, éstos los recibían a bala. Esa reacción tal vez se debiera al modo por el cual los Umutina saludaban a los recién llegados: el denominado “saludo agresivo”, cuando los guerreros se aproximaban con los arcos enarcados, listos para soltar las flechas, saltando de un lado al otro y de adelante hacia atrás, golpeando los pies en el piso y gritando.

Aunque fueron pacificados en 1911, durante mucho tiempo continuó existiendo ataques de siringueros y poseedores contra los Umutina, rebatidos por los indios. En 1919 fueron víctimas de una epidemia de sarampión que contribuyó para la disminución de la población del grupo y su consecuente fragilidad física. Aparecieron otras epidemias que diezmaron una gran parte del contingente tribal. Los huérfanos fueron recogidos por el personal del puesto indígena y por ellos mismos educados. Hoy están casados, sus hijos no hablan más el idioma de sus padres y frecuentan la escuela del puesto, ubicada en la aldea Umutina.

Los contactos entre otros grupos tribales y los Umutina, antes de la llegada del hombre blanco a la región, asumían un carácter belicoso con los Paresí, o cordial con los Habusé, por ejemplo, que por los relatos de los Umutina ejercían gran influencia sobre su cultura.

Las principales descripciones sobre las costumbres y modos de vida de los Umutina, fueron realizadas por el etnólogo Harald Schultz que, en la década de 1940. Estuvo entre ellos en tres momentos diferentes, en total, un período de ocho meses de convivencia con los 23 indios que aún vivían en la aldea. Esos indios, dieron origen a los apellidos utilizados actualmente por este pueblo: Amajunepá, Amaxipá, Waquixinepá, Uapodonepá, Boroponepá, Kupodonepá, Soripa, Ariabô, Torika, Atukuaré, Pare, Bakonepá y Manepá.

Adornos

El la década de 1940, época en la que estuvo entre los Umutina, Schultz cuenta que las mujeres tenían como costumbre usar el cabello muy corto, cubrían las nalgas con ametá, una falda tubular de algodón hilado manualmente y fabricado en telar vertical muy primitivo. Los hombres usaban estuche peniano y tenían el cabello largo, que ataban con un nudo en lo alto de la cabeza, enrollado con una franja de algodón, ligeramente parecida a un turbante pequeño.

Ricos colares de dentes de macaco, quati e porco-do-mato são resultado de numerosas caçadas. Nos braços, índios de ambos os sexos usam o Xuáre, enfeite de penas de mutum, coladas numa placa de resina. Literalmente o Xuáre quer dizer: E de todos nós! Trata
Ricos colares de dentes de macaco, quati e porco-do-mato são resultado de numerosas caçadas. Nos braços, índios de ambos os sexos usam o Xuáre, enfeite de penas de mutum, coladas numa placa de resina. Literalmente o Xuáre quer dizer: E de todos nós! Trata

Otros adornos que preferían las mujeres eran collares de dientes de mono y conchas fluviales, y cordones de cabello humano. En la espalda usaban pendientes de collares hechos con picos de diferentes aves, uñas de animales, huesos, piel emplumada de aves, pequeños cráneos y mandíbulas de pescado, asimismo, pequeñas calabazas que eran amuletos protectores contra los malos espíritus, enfermedades y que proporcionaban larga vida a quienes los portaban.

Los hombres preferían los collares de dientes de jaguaretés. A los jóvenes se les perforaba el labio inferior con un tembetá proveniente de la cauda de una pequeña musácea. Este adorno se debería renovar en breves intervalos, porque se pudría. 

 

Mitoponepá adornando o rosto de sua esposa Huarepatá com sumo de jenipapo, incolor, que depois de seco se torna preto-azulado. Com um pauzinho envolvido em algodão faz desenhos delicados de formas geométricas; a pintura própria para homens é larga, cobrin
Mitoponepá adornando o rosto de sua esposa Huarepatá com sumo de jenipapo, incolor, que depois de seco se torna preto-azulado. Com um pauzinho envolvido em algodão faz desenhos delicados de formas geométricas; a pintura própria para homens é larga, cobrin

La práctica de la pintura corporal era constante, para la cual usaban tanto genipa, que era preferencial, como urucú. Los hombres utilizaban temas que representaban al oso hormiguero (vermilinguos), nutrias (Pteronura brasiliensis), lontras, monos bugio, mientras que las mujeres se pintaban el cuerpo con representaciones de peces, como el cachara y el surubí, entre otros. A los niños se les reservaba las pinturas de peces pequeños, Como la boga (Leporinus e Schizodon) banana, boga pintada, el óscar (Astronotus ocellatus), pez perro, asimismo, mariposas y hojas.

En varias ocasiones formales, como en fiestas y ceremonias, los hombres usaban cueros de animales en la espalda, denominado akariká, cuyo uso Schultz menciona, que parece estar relacionado a las cuestiones socio religiosas.

Alimentación

Com rijas cacetadas, os Umutina trituram os feixes de cipó-timbó, que se esfacelam rapidamente. O feixe de cipó-timbó triturado é sacudido na água. Desprende-se uma seiva de côr branco-azulada como espuma de sabão, que asfixia os peixes. Apesar disso, são
Com rijas cacetadas, os Umutina trituram os feixes de cipó-timbó, que se esfacelam rapidamente. O feixe de cipó-timbó triturado é sacudido na água. Desprende-se uma seiva de côr branco-azulada como espuma de sabão, que asfixia os peixes. Apesar disso, são

Los Umutina son, tradicionalmente, indios de la mata, labradores, cazadores y pescadores. Schultz observó que aunque hayan vivido siempre cerca de los ríos, no sabían fabricar canoas ni navegar. Atravesaban los cursos de agua por donde hacían pie.

De acuerdo al etnólogo, estos indios no consumían bebidas fermentadas y desconocían el uso del tabaco, sea para fumar o como rapé, incluso llegaban a detestar su uso.

La base de la alimentación de los indios Umutina era el maíz, que transformaban en panes, barquillos (almidón del maíz), papillas, asado o hervido y chicha no fermentada. Al lado del maíz cultivaban principalmente mandioca, cará, frijoles, habas, bananas, sandía, pimienta, algodón, urucú y otros.

La mata los proveía de frutos, tubérculos, hongos y miel de abejas silvestres, La caza en su territorio se había perjudicado mucho, en la década de 1940, con la entrada de cazadores profesionales, que mataban los animales para aprovechar sólo los cueros. No obstante, la pesca seguía siendo de suma importancia. No conocían el preparo de cepos, cercos o redes grandes. Para la pesca en el río utilizaban únicamente arco y flechas, y eran especialistas en su uso. En los lagos había abundancia de peces y pescaban con cipó-timbó (designación común a varias lianas nativas de Brasil, de los géneros. Paullinia y Serjania) de salvia soporífica. 

Mudas de mandioca cultivadas pelos Umutina, Terra Indígena Umutina, Barra do Bugres, Mato Grosso. Foto: Associação Indígena Umutina Otoparé (Otoparé), sem data
Mudas de mandioca cultivadas pelos Umutina, Terra Indígena Umutina, Barra do Bugres, Mato Grosso. Foto: Associação Indígena Umutina Otoparé (Otoparé), sem data

La mayor parte de la TI Umutina, se encuentra actualmente en buen estado de conservación y allí se hay plantaciones donde se siembran y extraen algunos alimentos para su subsistencia, como arroz maíz, frijoles, cará batatas, mandioca, banana, sandía, entre otros. Todo el proceso que envuelve la preparación del terreno, la siembra y la cosecha, se realiza a través de técnicas tradicionales. La pesca en los lagos y arroyos que existen en la región también suministra el alimento. Aproximadamente el 90% de la población es de pescadores. Esta actividad se practica durante todo el año, con el timbó, método tradicional  que fue pasado de generación en generación. La proximidad de la ciudad facilita la compra de productos industrializados, que garantiza la mayor parte del consumo alimenticio.

En la TI Umutina también se encuentran muchas frutas nativas y algunas plantas medicinales, entre ellas la poaia (Richiardia brasiliensis), que se produce actualmente. Asimismo, algunos tipos de miel como europea, jataí y bora se extraen para completar la alimentación de este pueblo.

Organización social

Las aldeas, compuestas de 3 a 5 casas, se localizaban en la franja de mata, no muy lejos del río en un local alto y seco y siempre cerca de un arroyo con agua limpia y fresca.

A principios de la década de 40, los remanecientes Umutina vivían en grupos de familias nucleares en tres casas comunales. Los habitantes femeninos de cada casa eran parientes consanguíneos. El casamiento se trataba y resolvía con los padres de la moza. El pretendiente debería ser antes que nada, un buen cazador, de lo contrario su futuro suegro lo rechazaba. Si lo aceptaba, el novio debería dar pruebas de su pericia como cazador y pescador. Cuando los hombres se casaban pasaban a residir en la casa de su esposa, y le debía obediencia al suegro. En la mayor casa visitada por Schultz, había cuatro generaciones congregadas de esta manera bajo el mismo techo.

La casa y la plantación eran de propiedad de la mujer. En caso de viudez, si el hombre contrajera nuevas nupcias, el indio dejaba la casa de su fallecida esposa. No obstante, los hijos de la pareja permanecían con la familia de la india fallecida, siendo educados y mantenidos por la misma.

Los Umutina le afirmaron al etnólogo que obedecían a un jefe solamente en tiempos de guerra, y de hecho él no observó la figura de ningún jefe durante el tiempo en que permaneció en la aldea. Normalmente los grupos familias parecían que estaban orientados por una india anciana. A su lado, en el mayor grupo familiar, había un indio respetado cuya opinión generalmente se acataba.

Cosmología, mitología y aspectos rituales

Aproximando-se lentamente do festeiro, as máscaras Hatóri arremessam as flechas ritmicamente até bem perto de seus olhos, mas não as deixam partir, segurando-as com os dedos que lhes dão a direção. O festeiro não pestaneja. Com passos cambaleantes, as más
Aproximando-se lentamente do festeiro, as máscaras Hatóri arremessam as flechas ritmicamente até bem perto de seus olhos, mas não as deixam partir, segurando-as com os dedos que lhes dão a direção. O festeiro não pestaneja. Com passos cambaleantes, as más

La medicina umutina se basaba en cierto número de hierbas medicinales. Temían diversos espíritus que les trasmitían enfermedades y evitaban el consumo de carne de carpincho y paca porque creían que la “sombra” de estos roedores les causaría ataques y calambres. Entre los grupos remanecientes no había más médicos hechiceros, a quines, según parece, se los consideraba malos la mayoría de las veces. Cuando se tornaban una amenaza al grupo, los eliminaban, de acuerdo a lo que se deduce de las historias que los indios relatan sobre el asunto.

Encontramos en sus mitos la figura de Haipuku, ancestral de cuyas pantorrillas rajadas nació una pareja de indios Umutina y otra de indios Habusé. Sol (Míni) y Luna (Hári), eran compañeros y sus aventuras se narraban con espíritu y humor. A Míni lo describían como inteligente y, a veces malo, y a Hári como imprudente, que trataba de imitar las peripecias de su compañero el sol, y que víctima de su incapacidad vino a fallecer. Míni recogió a la luna muerta, y enrolló sus despojos en una estera de paja que colocó de lado. Después de algún tiempo, la luna resucitó.

A esta estera de paja, que en los mitos de los indios Umutima se menciona varias veces, se le atribuye el poder de resucitar a los muertos. Se trata de la misma estera de paja de palmera buriti (moriche), que los indios que describe Schultz en la década de 1940 usaban como asiento, cama y mortaja, y que no se prestaba a extraños, porque era un objeto de importancia religiosa. Las esteras sólo se confeccionaban con la paja usada en las indumentarias de las danzas rituales de la fiesta mortuoria. Hay muchas leyendas que explican el origen de los ríos, de los peces, de los animales, de los productos de labranza y las enfermedades.

Para um ritual Atukaré confecciona, com a palha de buriti, símbolos de arraia e outros peixes, Alto Paraguai, Mato Grosso. Foto: Harald Schultz, 1943/44/45
Para um ritual Atukaré confecciona, com a palha de buriti, símbolos de arraia e outros peixes, Alto Paraguai, Mato Grosso. Foto: Harald Schultz, 1943/44/45

Los Umutina creían que estaban dotados de tres almas: una de ellas iba al cielo, la segunda se encarnaba en animales, de preferencia aves, pero también en mamíferos e incluso jaguaretés, y la tercera no se verificó. Con respecto a la encarnación, el indio veía en sueños el animal que su alma elegiría cuando muriera. Se lo comunicaba a los parientes que en el momento de su muerte, providenciaban ese animal que debería ser el portador del alma. Creían que la pereza y la mentira, eran males que impedirían el reposo y descanso eterno del alma, que permanecería errante sobre la mata, sin comida, bebida, ni tranquilidad.

En el período que estuvo entre ellos, Schultz cuenta que en las casas vivían diversas aves, jaburus (Jabiru mycteria), mutuns, jacus, aguiluchos y araras que, de acuerdo a lo que los indios explicaban, eran las portadoras de las almas de los parientes fallecidos. Estas aves se enterraban con las mismas ceremonias de los indios, pero en menor escala.

Al indio muerto se lo enrollaba en una estera de paja y se lo enterraba dentro de la propia casa. Los parientes dormían encima de la sepultura. No abandonaban con facilidad las casas en las que había sepulturas. Cuando estaban obligados a hacerlo, entre otros motivos para acompañar las nuevas plantaciones cada vez más distantes, transformaban estas casas en cementerios, que cuidaban algún tiempo hasta que sus moradas se distanciaban más aún.

Al principio de la estación lluviosa, por ocasión del 'milho verde' (maíz), empezaban a preparar una gran fiesta mortuoria, denominada adoé que duraba de 5 a 6 semanas, que consistía en 18 danzas rituales.

Derribaban un trecho de la mata y preparaban un terreno de 25 mts. X 35 mts. En una de las extremidades solían construir una casa de paja, llamada zári, destinada a albergar a los espíritus de los antepasados invitados. Esta casa estaba vedada a las mujeres. Los indios preparaban allí las indumentarias para la danza.

Ritual Umutina, Alto Paraguai, Mato Grosso. Foto: Harald Schultz, 1943/44/45
Ritual Umutina, Alto Paraguai, Mato Grosso. Foto: Harald Schultz, 1943/44/45

En la extremidad opuesta erguían una nueva casa de morada. Otros grupos de familias, que participaban de la fiesta, mudaban sus casas cerca del terreno de danzas, llamado bodod’o. Sólo participaban de las danzas rituales los indios que habían asistido a los funerales de un pariente en el último ciclo anual. Durante los festejos, los protagonistas de las danzas representaban o encarnaban uno o varios espíritus de parientes simultáneamente.

Cada danza tenía un nombre. Las canciones, indumentarias y coreografía variaban siempre. Para preparar las indumentarias usaban solamente paja de palmera buriti. Aparentemente, algunas danzas se dedicaban a los espíritus protectores de la caza, pesca, labranza, y otros, que se veneraban como ancestrales.

Las festividades eran dirigidas por un jefe que después de cada ritual recibía la paja de buriti con la que se habían confeccionado las indumentarias, y de ésta mandaba a preparar a las mujeres de la familia, las esteras de paja.

Fuentes de información

  • Demarquet, Sônia de Almeida, 1982 - Informação indígena básica IIB n. 041/82-AGESP/Funai sobre os Umutina

 

  • Lima, Abel de Barros, 1984 - Avaliação da situação Umutina

 

  • Prêmio Culturas Indígenas – Edição Xicão Xukuru, 2008, São Paulo, SESC-SP:

 

  • ----------Projeto ‘Os Filhos de Haipuku’

 

  • ----------Projeto ‘Ixipá Jukupariká - Casa de Farinha’, enviado pela Associação Indígena Umutina Otoparé (Mulheres Valentes)

 

  • ----------Projeto ‘Noysuka (babaçu) na Cultura Umutina’, enviado pela Associação Indígena Umutina Otoparé (Mulheres Valentes Guerreiras)

 

  • ----------Projeto ‘Zári - Casa dos Homens’, enviado pela aldeia Balotiponé

 

  • Povos Indígenas no Brasil 2001/2005, 2006 - Instituto Socioambiental

 

  • Schultz, Harald, 1952 - Vocabulário dos índios Umutina – Journal de la Societé des Américanistes, N.S., 41:81-137;

 

  • ----------1953 - Vinte e três índios resistem à civilização, Edições Melhoramentos

VIDEOS