De Pueblos Indígenas en Brasil
Foto: Isaac Amorim Filho , 1985

Matsés

Autodenominación
¿Donde están? ¿Cuántos son?
AM 1700 (CTI, 2016)
Peru 2500 (CTI, 2016)
Familia linguística
Pano
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Los Matsés, también conocidos como Mayoruna, habitan la región de la frontera entre Brasil y Perú. Sus comunidades están distribuidas a lo largo de la cuenca del río Javari, en el extremo oeste de la Amazonía brasilera, y en el Brasil, viven en la “Tierra Indígena Valle de Javari” junto a otros pueblos hablantes de lenguas de las familias Pano e Katukina. Tanto las guerras emprendidas por los Matsés durante el siglo pasado, como la incorporación de los cautivos de otros grupos indígenas de la región, hicieron que el pueblo Matsés se tornara el mas numeroso de los pueblos Pano septentrionales.

Excelentes cazadores, los hombres Matsés transitan por extensas áreas en expediciones de caza y pesca, usando el conocimiento de los caminos de la selva no solamente para defender su territorio, sino también para manejar los recursos. Por ejemplo, alternando los sitios de caza, pesca y plantación de chagras, los Matsés previenen el agotamiento de los suelos y de los animales. Igualmente, manteniendo las comunidades relativamente fijas en las márgenes de los ríos, garantizan la ocupación y vigilancia de sus tierras. En los últimos años, los Matsés se han enfrentado a la pérdida de familiares por causa de enfermedades que son resultado de la precariedad de la atención en salud en la región.

Nombres y Lengua

Índios matsés praticando a respiração de rape, aldeia 31, Amazonas.
Índios matsés praticando a respiração de rape, aldeia 31, Amazonas.

En lengua indígena, la palabra “Matsés” es polisémica: puede denotar al pueblo que conocemos por este nombre, en oposición a otros (como los llamados “maiu” o matsés utsi); puede hacer referencia a cualquier pueblo indígena, en oposición a los no indígenas (los llamados chotac); o puede significar “gente”, en oposición a otros seres. Matsés también puede significar el grupo de co-residentes, o los parientes mas próximos del hablante, así como el conjunto de los tíos maternos y maridos de las tías paternas (en ese caso, precedida por la partícula “cun” que indica posesión). En el Perú, la palabra es usada como etnónimo (o sea el nombre atribuido a una étnia), mientras que en el Brasil, los Matsés también son conocidos como Mayoruna.

Mayoruna es un término de origen quechua (mayu = río; runa = gente), usado a partir del siglo XVII por los colonizadores y misioneros, para referirse a los grupos que habitaban la región del bajo Ucayali, el alto Solimões y Javari (Erikson, 1992). A través de los documentos elaborados por los misioneros y otras personas al servicio de la conquista de la región, y hasta el inicio del siglo XX, no se puede comparar mucho entre tales grupos. Contrastes lexicales entre listas de palabras “Mayoruna” y “Maxuruna” (recolectadas por Castelnau -1851-, Martius -1867- y Spix & Martius -1831-), así como del Matsés actual, apuntan a que existe una gran proximidad entre estas lenguas, y a la posibilidad de pertenecer al mismo subconjunto dentro de la familia Pano (Fleck, 2003). Sin embargo, la proximidad lingüística no es suficiente para atribuir una continuidad cultural o histórica entre los Mayoruna de los viajeros de mil ochocientos y los Matsés actuales.

Los Matsés son el mas numerosos de los grupos actuales, que componían un subconjunto dentro de los Pano Septentrionales (Erikson, 1992). A ellos se sumarían los Matis, Kulina-Pano, Maya, Korubo y, posiblemente, otros que evitan el contacto permanente con los no indios. Además de hablar lenguas inteligibles entre sí, esos grupos comparten trazos culturales como el uso de la cerbatana, técnicas de caza específicas y mediaciones patrilineales entre otros. Pero mas allá de los marcadores de una supuesta identidad común, lo que justificaría tratar tales pueblos en conjunto sería la afirmación hecha por los propios Matsés, de que ellos serían mas próximos por “hablar la misma lengua” o reconociendo en ellos ejemplos “de cómo vivían nuestros antepasados”.

Con excepción de los Matsés y los Matis –sobre los cuales hay estudios etnológicos-, poco sabemos sobre esos pueblos, tanto en lo que tienen que ver con sus lenguas, como en lo que se refiere a su cosmología y a su organización social. Casi toda la población de los Kulina-Pano vive en una sola aldea en el igarapé “Pedro Lopes”, tributario del río Curuça (los igarapés son estrechos brazos de ríos existentes en la cuenca amazónica, caracterizados por su poca profundidad y por ubicarse selva adentro). Aún hay algunos Kulina-Pano casados con Matsés viviendo entre ellos en el Alto Javari (principalmente en la aldea “Trinta e Um” -Treinta y Uno-) y en el río Pardo en la aldea “Nova Esperança” (‘Nueva Esperanza’).

Un pequeño grupo de veinticinco (25) Korubo (entre adultos y niños) fue contactado en 1996 en la confluencia de los ríos Ituí e Itacoaí. La “Coordinación de Indios Aislados” de la Funai, mantiene en ese lugar una base de vigilancia del “Frente de Protección Etno-Ambiental Valle de Javari”, y próxima a ésta vive el grupo de Korubo. Por su parte, el grupo denominado Maya (o “arredios do Quixito”) actualmente se encuentran en aislamiento voluntario.

La población Matsés es notablemente numerosa y se encuentra cerca de todos los otros pueblos Pano septentrionales que son mas próximos lingüística y culturalmente, lo que tal vez puede deberse a la actividad guerrera emprendida por los Matsés en el último siglo.

Situación Lingüística

Los Matsés que viven en el Brasil son en su mayoría monolingües, ya que los niños que crecen en las aldeas son educados exclusivamente en lengua indígena. Tan sólo aquellos que trabajan o estudian en las ciudades peruanas o brasileras mas cercanas, hablan con afluencia portugués o español.

Localización y población

Índios matsés, aldeia do Lameirão, Terra Indígena Vale do Javari, Amazonas.
Índios matsés, aldeia do Lameirão, Terra Indígena Vale do Javari, Amazonas.

Para determinar el área en que viven los Matsés hoy en día, es necesario considerar, además de las comunidades y chagras utilizadas cotidianamente, el vasto territorio por el que transitan para realizar expediciones de caza y pesca. Por ejemplo, deben tenerse en cuenta las antiguas chagras y asentamientos que pueden ser reocupados (los cuales visitan para coger chontaduro); las casas que algunas familias mantienen en las chagras dispersas (en las cuales habitan durante algunas semanas o meses del año); y hasta las casas en las ciudades brasileras y peruanas como “Angamos”, “Palmeiras do Javari”, “Atalaia do Norte” y “Tabatinga”.

Las comunidades Matsés se localizan en la cuenca del Javari, río que en toda su extensión constituye la frontera Brasil-Perú, en el extremo oeste de la Amazonía brasilera. En el Brasil, habitan la “Tierra Indígena Valle de Javari”, en el suroeste del estado de Amazonas. En dicho territorio, además de los Matsés, viven los Matis, los Kulina-Pano, los Korubo, los Marubo (todos de la familia Pano) y los Kanamari (familia Katukina), además de los pueblos aislados (ver mapa de la Tierra Indígena Valle de Javari).

En el Valle de Javari los Matsés están distribuidos en ocho (8) comunidades en el río homónimo, en el igarapé Lobo, y en los ríos Curuça y Pardo. También hay una comunidad ubicada fuera de la Tierra Indígena cerca del Batallón de Frontera “Palmeiras do Javari”, donde viven noventa (90) personas (según datos de 2008). De acuerdo con los censos de la Funasa (Fundación Nacional de Salud) en 2007, la población total de Matsés en el Brasil era de mil ciento cuarenta y tres (1.143) personas.

En el Perú, según Matlock (apud Fleck, 2003), la población alcanzaba mil trecientos catorce (1.314) personas en el año de 1998. En 2003, de acuerdo con Fleck (2003), habían catorce (14) comunidades Matsés en ese país. La mayoría de las comunidades están localizadas en la reserva indígena que posee cuatrocientas cincuenta y dos mil setecientas treinta y dos  hectáreas (452.732 ha). La tierra fue titulada bajo el nombre de “Comunidad Nativa Matsés” en 1993, y comprende el triangulo formado por el río Galvéz cuando desemboca en el alto Javari. Dicha tierra tiene como límite sur una línea que conecta los dos (2) ríos, pasando por la cabecera de Choba que queda entre ellos.

Es grande la movilidad de las familias entre las aldeas, e incluso entre la frontera nacionales. Por esa razón, los datos de la población Matsés en cada país difícilmente son exactos.

Datos poblacionales anteriores

Los datos mas antiguos y seguros sobre la población Matsés en el Perú son de 1976 (Romanoff, 1984), cuando eran quinientos noventa y nueve (599) en total. De estos, quinientos ocho (508) vivían en un poblado en las proximidades del alto igarapé Choba, junto a la base de la Misión establecida desde 1969 por el SIL (Summer Institute of Linguistics); cuarenta y cuatro (44) mas se encontraban en un asentamiento en las bocas de ése mismo igarapé; y otros siete (7) vivían en una casa en el poblado de Angamos, ubicado en la desembocadura de río Gálvez en el Javari.

En 1984, había ya entre ochocientos (800) y mil cien (1100)  personas, de los cuales, el cincuenta y cinco por ciento (55%) vivían en las márgenes de los ríos Gálvez, alto Javari y Medio Javari. La población restante vivía en el interfluvio Gálvez-Choba, en comunidades ubicadas en el alto Tapiche, río Blanco, y en los poblados “Requena” y “Jenaro Herrera”, en el río Ucayali (Calixto, 1984: 16).

En el Brasil, las mas antiguas cifras publicadas son de 1980: había trecientos treinta y siete (337) Matsés. De éstos, ochenta y seis (86) vivían en diez casas en el igarapé Lobo; ciento veintisiete (127) moraban en la aldea “Trinta e Um” (Treinta y Uno –en el alto Javari) repartidos en veintidós (22) casas; treinta y dos (32) mas habitaban una maloca en una aldea cercana al igarapé Ituxi; y otros noventa y dos (92) estaban ubicados en la aldea “Lameirão” (bajo Javari). Para ese año, también hay registros de un grupo que vivía en el alto Lobo, pero que no mantenía contacto con los brasileros (Melatti, 1981).

En 1985, el equipo de la “Campaña Javari” registra en el Brasil cuatrocientos ochenta y tres (483) Matsés divididos entre las comunidades de “Lameirão” (113), “Trinta e Um” (173), “Lobo” (107), “Santa Sofía” (35), “Ituxi” (42), y trece (13) mas fuera de las comunidades (Campanha Javari, 1985: 17).

En el informe de identificación del Valle de Javari, Coutinho reporta, en 1995, seiscientos cincuenta y un (651) Matsés en el territorio brasilero: trecientos ocho (308) en “Trinta e Um”; doscientos ochenta y seis (286) en “Lobo”; ochenta y ocho (88) en “Lameirão”; cuarenta y dos (42) en “São Raimundo”, y veintisiete (27) en “Palmeiras do Javari” (Coutinho Jr., 1998).

Formación del Pueblo Matsés e Historia del Contacto

Periodo de Guerras

Así como los Marubo, hoy en día la población Matsés es el resultado de una composición de varios pueblos que antes habitaban malocas distintas y que no siempre hablaban lenguas mutuamente inteligibles. La formación del grupo que va a constituirse como una “étnia”, y que se define como “Matsés”, se dio principalmente por la incorporación sucesiva de cautivos (sobretodo mujeres y niños) de otros grupos de la región.

A lo largo del siglo XX, hasta la década de los sesenta, los Matsés emprendieron ataques contra diferentes malocas o grupos, que en muchas ocasiones hablan lenguas Pano. El objetivo de tales embestidas era exterminar a los hombres y raptar mujeres y niños, para luego incorporarlos a las familias de los guerreros como esposas e hijos.

La poligamia era asociada a la captura de mujeres, de esa manera, los Matsés fueron volviéndose un grupo de familias cada vez mas numerosas, compuestas por padres Matsés y madres “extranjeras”. Romanoff por ejemplo, en la época de su investigación (1974-1976) en el asentamiento del alto Choba (Perú), registró una estadística impresionante, según la cual había “cautivos de mínimo diez grupos lingüísticos, incluyendo hablantes de lo que parecían ser dialectos Matsés (mutuamente comprensibles, pero con algún vocabulario distinto), hablantes de otras lenguas amerindias, hablantes de español y portugués”. En total, el antropólogo cita setenta y cuatro (74) cautivos, y afirma que “de los diez grupos, los Matsés extinguieron al menos cuatro de ellos” (Romanoff 1984: 69).

Al mismo tiempo que los Matsés dicen ser un pueblo “mezclado”, ostentan orgullosamente trazos que los diferencian de los demás pueblos que conocen. Con esa actitud se afirma lo que podríamos llamar un modo de vida Matsés. La “hegemonía cultural” encontrada en ellos por los investigadores (Erikson, 1992, 1994; Romanoff, 1984), es de hecho notable ante la exogamia exacerbada y el patrón guerrero mantenido por los Matsés en el último siglo. Notable pero típicamente amazónico: los bienes y las prácticas culturales de los cautivos fueron incorporadas por los Matsés, y hoy en día hacen parte de lo que define su especificidad en relación a otros grupos. Así, ellos atribuyen la substitución de la cerbatana (al estilo de los Matis) por el arco y flecha, a un pueblo que esta asociado con los actuales Marubo. De manera no muy distinta, los mitos narran como otros bienes culturales fueron adquiridos de enemigos o aliados “extranjeros”: la agricultura fue tomada de los paujiles, los nombres por tomados del pueblo del agua, los remedios de un pueblo que vivía río abajo en medio de la selva, etc.

Los no indígenas comienzan a ser parte importante de esta dinámica guerrera a eso de la década de 1920, cuando intensificaron las expediciones y ataques a las regiones de las cabeceras de los ríos Gálvez, Choba, Javari y Curuça. Un emblema de esta época es la adquisición de armas de fuego por parte de los Matsés, quienes relatan cómo su utilización les fue enseñada por una mujer robada por los peruanos.

Relaciones con los no indios

Aproximadamente entre los largos años de 1870 y 1920, en pleno auge del periodo del caucho en el río Javari, los Matsés perdieron el acceso a dicho río, el cual frecuentaban durante las estaciones secas para recolectar huevos de Taricaya (Podocnemis unifilis)  y de Tortuga. No hay menciones a malocas o a grupos que podrían ser Matsés en los documentos elaborados por quienes exploraron el Javari en esa época (Melatti, 1981: 69). Durante este periodo, los Matsés evitaron los conflictos con los blancos recogiéndose en las áreas de interfluvio, y mantuvieron un patrón de dispersión que posibilitó su alejamiento de los frentes de siringueiros (recolectores de caucho) que subían por los ríos (ver aparte de “Movilidad de los grupos locales en el periodo de guerras”).

En un episodio narrado por los Matsés que viven en el Brasil, ellos cuentan como fue la primera vez que sus antepasados vieron instalar la sede de un seringal (plantación de caucho). Esa narrativa tiene una estructura mítica marcada por una sucesión de equivocaciones: los Matsés se prueban las balas en sus orejas pensando que son aretes; los palitos de fósforo los usan como adornos labiales; beben la leche del caucho pensando que es mingao de yuca (comida indígena); se asustan con su imagen en el espejo y huyen. De ese “primer contacto” tan sólo se llevaron una gallina, animal que nunca antes habían visto.

Escoamento de toras de madeira dos altos rios, rio Javari, Terra Indígena Vale do Javari, Amazonas.
Escoamento de toras de madeira dos altos rios, rio Javari, Terra Indígena Vale do Javari, Amazonas.

A partir de la década de 1920 comienzan a aparecer en los relatos, conflictos directos entre Matsés y no indios. En 1926, un peruano que trabajó en el río Gálvez, entrevistado por Romanoff (Romanoff, 1984), afirmó que no era posible para los siringalistas (patrón o dueño de siringales) establecerse en el río Choba, debido a los ataques de los indios. Tales ataques fueron devueltos con expediciones punitivas, o con las llamadas “correrías”, en las cuales las mujeres y los niños Matsés eran capturados. Ciertamente, eso produjo la intensificación de las actividades guerreras de los Matsés. Actualmente algunos viejos cuentan cómo sus abuelos emprendieron ataques de venganza contra los blancos en la ciudad de “Requena”. En esos ataques los Matsés capturaron mujeres y adquirieron armas de fuego junto con algunos objetos de metal.

Mientras eso sucedía, las guerras entre Matsés y otros pueblos continuaban. En el Brasil, de acuerdo a algunas declaraciones recogidas por Melatti y Montagner-Melatti (2005 [1975]), hay referencia a un conflicto ocurrido en 1933 entre los Marubo de la comunidad de Maronal -en el río Curuça- y los Matsés que vivían en el río Pardo (citados en el informe como “Mayo” y “Mayoruna respectivamente, como eran llamados por los informantes no indios). En ese episodio, un Matsés murió y los Marubo se llevaron sus mujeres. Según esa fuente, el grupo de Matsés vivía en la región desde la década de los veinte (Melatti, 1981: 69).

Con el objetivo principal de abastecer a las ciudades de la Amazonía peruana, en la década de 1950 en la frontera Brasil-Perú, la explotación de caucho comenzó a sustituirse o a complementarse con la actividad extractiva de madera y con el comercio de carne y animales de selva.

La expansión maderera en la región coincidió con la creación de algunos Batallones de Frontera: el primero se instaló en el lado peruano en “Angamos” (1947), después se instalaron dos (2) Batallones mas en el lado brasilero, los cuales se ubicaron en las márgenes del río Javarí, uno de ellos se llamó “Estirão de Ecuador” (1958), y el otro se conoció como “Palmeiras do Javari” (1965). Documentos de ese periodo comprueban la participación del ejercito peruano y brasilero en correrías punitivas contra los Matsés, las cuales eran acompañadas por civiles a quienes los indios habían matado algún pariente.

Por ejemplo, en el Brasil hay registro de acciones de retaliación por el ataque realizado por los Matsés a madereros en el Igarapé “Sacudido” el 31 de agosto de 1958. En ese hecho “tres civiles y cincuenta y nueve (59) militares encontraron, derrotaron y derribaron tres (3) malocas indígenas, una en la región entre los Igarapés “Flecheria” [afluente del Curuça], y Santana [afluente del medio Javari], y dos en el río Negro [afluente do Curuçá]” (Coutinho Jr., 1993). En 1963, fue realizada una expedición punitiva por parte del ejercito brasilero contra los “Mayoruna”, la cual fue organizada por el entonces comandante del Agrupamiento de Elementos de Frontera (GEF), con sede en Manaos.

Hacia los años sesenta, nuevamente se registraron situaciones de guerra entre los Matsés y los Marubo: los Matsés raptaron tres (3) mujeres Marubo que vivían en la comunidad de “Maronal” en el río Curuça y huyeron por el Igarapé “Amburus” (tributario del Curuça). Tiempo después, los Matsés fueron perseguidos por los Marubo, quienes en retaliación mataron catorce (14) Matsés (Melatti y Montagner-Melatti, 2005 [1975]).

También en 1960, los Matsés que vivían en Curuça expulsaron algunos siringueiros (recolectores de caucho) que trabajaban en ese río. En la investida mataron indios llamados “Kulina” (hoy en día identificados como Kulina-Pano), que vivían en el Igarapé “Pedro Lopes”, y establecieron relaciones pacíficas con los siringueiros (recolector de caucho), quienes luego huyeron (Melatti 1981: 69).

En el Perú, Romanoff (1976) cita y cuenta sobre la expedición punitiva organizada por el alcalde y las autoridades eclesiásticas de la ciudad de “Requena”, la cual partió en 1964 en dirección al interfluvio Gálvez-Choba. En esa ocasión llegaron sorpresivamente a las malocas y atacaron a los Matsés. Los heridos fueron rescatados por helicópteros de la marina norteamericana. Después del rescate, aviones peruanos bombardearon el lugar. Algunos hombres y mujeres que hoy en día viven en el Brasil, y que cuando eran niños vivían en la maloca que fue bombardeada, guardan recuerdos impresionantes de ese episodio.

A través de esos acontecimientos puede vislumbrarse cómo, en este periodo de intensas guerras, no es posible trazar un divisor entre un modo de vida tradicional y un modo de vida después de la llegada de los blancos. La dispersión y la guerra estaban a la orden del día mucho antes del contacto directo con los no indios y, al mismo tiempo, los efectos de la colonización se hacían sentir por medio de las epidemias y de los reordenamientos territoriales vividos por los diversos pueblos nativos de la región.

Pero a partir de la década de 1970, el cesar de los conflictos armados y la relativa sedentarización (realizados gradualmente por la gran mayoría de los Matsés gracias al establecimiento de relaciones no belicosas con ciertos blancos), puede ser interpretado como factores generadores de grandes cambios, sentidos así por los mismos Matsés.

Llegada de la Misión (Perú)

Los Matsés son unánimes en afirmar que con la llegada de las misiones norteamericanas del Summer Institute of Linguistics (SIL) -Instituto Lingüístico de Verano- en 1969, fue que comenzó el proceso definido por ellos mismos de “ser amansados”. Sin embargo, no debemos engañarnos con la expresión adoptada por el enemigo. Sería erróneo entender que el fin de los conflictos armados a partir de la convivencia con las misiones, fue consecuencia de una supuesta adopción de moralidad cristiana por parte de los Matsés, que anuló la potencialidad de las relaciones conflictivas con los blancos y otros pueblos.

Sin adoptar completamente la moral cristiana (lo que es comprobado por la dispersión posterior al primer periodo de aglomeración en torno a las misiones), los Matsés se libraron de los ataques de los blancos, los cuales obviamente cesaron después de la llegada del SIL que era apoyada por el gobierno peruano. Dadas las proporciones a las cuales llegaron tales ataques (hasta el punto de un increíble bombardeo), no podemos ignorar que la presencia de las misiones en el área fue importante para la protección de los indios. Ese hecho, entro algunos otros, posibilitó una aproximación gradual entre el grupo de indios contactado y las misiones. Una práctica muy común usada por los misioneros para ir avanzando en ese acercamiento, era la oferta de bienes industrializados, los cuales eran dejados cerca de las habitaciones de los Matsés.

Hacia 1963, antes de la aproximación decisiva, dos (2) misiones establecieron los primeros contactos con los hablantes de la lengua Matsés. El primer contacto fue del lado peruano con una indígena Matsés y su hijo, los cuales habían sido cautivados y acababan de huir; y el segundo contacto fue con un joven cautivado por otro grupo Pano septentrional, el cual fue llamado por las misiones “José” (o Joe). Este Matsés fue encontrado en las márgenes del río Javari mientras le hacia señas a un barco que pasaba. El joven vivió por un año y medio con las misiones y después comenzó a intermediar las relaciones de contacto entre las misiones y el resto del grupo de Matsés con los cuales vivía, pero fue asesinado por ellos.

Posterior a ese intento frustrado de mediación indígena en las relaciones de contacto, las misiones empezaron a buscar el contacto directo con los Matsés. Una de las estrategia utilizadas para este fin, era que las misiones acampaban en las márgenes del río Javari mientras que algunos aviones sobrevolaban la zona trasmitiendo con altoparlantes mensajes a las malocas. Después del amigable contacto inicial, algunas familias de Matsés pasaron a establecerse en torno a una pequeña pista de aterrizaje (próxima al alto curso del río Choba), construida por ellos bajo la dirección de las misiones (Romanoff, 1984: 54).

Como es común, en los primeros años de contacto con los no indios una serie de epidemias comenzaron a aparecer en los asentamientos de las misiones. Esto hizo que el cuidado médico ofrecido por el SIL, también se convirtiera en un atractivo para aquellos grupos que, aunque vivían alejados, recibían noticias (y enfermedades) de los visitantes que provenían de allá. Los Matsés dicen que algunos grupos no aceptaron aproximarse a los blancos, y que hasta hoy viven en aislamiento voluntario.

Durante el periodo de estadía del antropólogo Romanoff en esta área (entre 1974 y 1976), el equipo del SIL (compuesto para entonces por las misiones pioneras mas una pareja que se adhirió a ellas posteriormente), proveía atención medica y ofrecía bienes industrializados, los cuales eran comprados con la venta de artesanías producidas por los Matsés. Además de los servicios médicos y el comercio, las principales actividades del SIL eran: “investigación lingüística, traducción de la Biblia, evangelización (…), actuación como intermediarios entre los Matsés y las personas que llegaban de afuera, y alfabetización”. El antropólogo aún hoy afirma que los misioneros que trabajaban entre los Matsés tenían un contrato con el Ministerio de Educación del Perú, y que por eso “también realizaban tareas administrativas” (1984:51).

Después de un periodo de concentración de malocas en torno a la pequeña pista de aterrizaje (ubicada cerca al río Choba), sigue una tendencia de dispersión (al parecer desde el inicio de la década de los ochenta) en la cual, varias familias dejaron los asentamientos de las misiones y se fueron a establecer cerca de los ríos Gálvez y Alto Javarí.  En estas comunidades ribereñas, las familias patrilocales extensas (grupos de hermanos, sus mujeres, hijos, esposas, hijas no casadas y, eventualmente, los parientes dependientes mas viejos) dejaron de vivir en una misma maloca, y  se instalaron en casas separadas por familia conyugal (Calixto 1984:18).

Contactos pacíficos con la FUNAI y con el Ejercito (Brasil)

En el lado brasilero y desde 1971, la FUNAI (Fundación Nacional del Indio) entró a actuar en el río Javari gracias a la implantación de una sede en el alto Solimões (conocida como “Ajudância del Alto Solimões”, Ajusol). La llegada de la FUNAI a la región se dio en el contexto de apertura de la carretera nacional “Perimetral Norte”.

A eso de 1974, fue instalado un puesto de la FUNAI en el igarapé “Lobo”, bajo el cual se mantenía contacto con un grupo de Matsés. Para 1975 ya había otro frente de la FUNAI en la boca del igarapé “Lobo”, bajo el cual se mantenía contacto con tres (3) malocas de los “Mayoruna” (Melatti y Montagner-Melatti 2005 [1975]: 10).

En 1978, el Batallón de Frontera “Palmeiras de Javarí”, debió involucrarse en un conflicto entre familias Matsés que estaban siendo atendidas en el puesto indígena de la FUNAI. En 1977, un Matsés de la parte alta del igarapé “Lobo”, había dejado su comunidad para ir a vivir a “Atalaia del Norte”, donde trabajaba como operario de la FUNAI. Tiempo después, el hombre intentó volver a su comunidad y cuando subía por el igarapé hacia su casa, fue amenazado por un grupo que vivía en las malocas del curso medio. Cuando logró llegar a su comunidad, reunió en la maloca a sus parientes y fueron a atacar las malocas del medio Lobo, pero fueron derrotados. Por ello, el hombre Matsés fue en búsqueda de refuerzos entre los Matsés del Perú, y causó la fuga de los enemigos hacia la confluencia del igarapé con el alto Javari.

En enero del año siguiente, el hombre Matsés volvió al igarapé a trabajar pero fue agredido por los habitantes de la boca del igarapé “Lobo”. Se retiró hacia su aldea original, y después hacia el lado peruano, de donde nuevamente trajo guerreros para atacar la aldea de la boca del “Lobo”. Fue confirmado que en ese conflicto murieron cuatro (4) hombres, dos (2) de cada lado (Melatti, 1981: 71). Con miedo de sufrir nuevos ataques por parte de los Matsés que vivían en el lado peruano, varias familias abandonaron su asentamiento en la boca del “Lobo” y se refugiaron en “Palmeiras de Javari”. A pesar de que no se realizó ningún ataque (posiblemente por la garantía de protección del ejercito brasilero), esas familias, debido a la imposibilidad de volver a sus casas, tuvieron que ser transferidas por el ejercito y la FUNAI a “Lameirão” -una localidad en el medio Javari- (Melatto, 1981: 71).

Durante la década de 1970, las actividades madereras y caucheras de la región brasilera de la cuenca del Javari (además de las prospecciones realizadas por la Petrobrás), continuaron amenazando la integridad de los nativos de la región debido, principalmente, al peligro de trasmisión de enfermedades -algunas fatales para los indios.

Para 1974 ya existían once (11) siringales (caucherías) en el río “Jaquirama” (alto Javari), una (1) en el medio Javari (también llamado “Lameirão”), y dos (2) mas en el río Pardo (Melatti, 1981: 80). En 1985, el documento “Campaña Javari” registra mas de ciento setenta (170) madereros y mas de setenta (70) siringueiros (recolectores de caucho), además de once (11) regatones (comerciantes ambulantes que penetraban la región entre los igarapés para vender toca clase de mercancías desde sus pequeñas embarcaciones) que trabajaban regularmente en los ríos Jaquirama –alto Javari- y sus afluentes, en el río Pardo y en el igarapé Grande (área de la comunidad de Lameirão). También está registrado el trabajo de hombres Matsés en la extracción de madera y caucho (Campaña Javari, 1986).

El documento “Campaña Javari”, provocó una campaña nacional e internacional a favor de la demarcación de un área de protección para los indios de la región. Sin embargo, solamente en el año 2000 fue realizada la demarcación física de la “Tierra Indígena Valle de Javari”, y hasta el dos de mayo de 2001 se efectuó su homologación. El retiro de aquellos no indígenas que vivían en toda el área demarcada fue hecha con éxito, pero la falta de fiscalización ha facilitado hasta el día de hoy, que madereros y pescadores ilegales actúen en ciertas zonas.

Con la demarcación, la región de Lameirão terminó quedando fuera de los límites de la Tierra Indígena. Por esa razón, las familias que vivían allí se mudaron hacia comunidades ubicadas en las márgenes de los ríos Curuça y Pardo, donde viven hasta el día de hoy. La mayor parte del grupo que permaneció en el igarapé “Lobo” después del incidente de 1978, continuó viviendo en las márgenes de ese igarapé y del alto río Javari. La última gran mudanza se dio en 2006, cuando mas de la mitad de la población de la aldea “Trinta e Um” (Treinta y Un), situada en el alto Javari (próxima a la boca del igarapé Lobo), se mudó para el río Pardo debido a varias muertes causada por la hepatitis B.

Movilidad de los grupos locales en el periodo de guerras

Durante el tiempo en que vivieron intensos conflictos, los Matsés mantuvieron un patrón de ocupación del territorio y un tipo de organización socio-espacial descrito por Romanoff como “fisión-fusión” (1984). Éste patrón fue importante y relativamente exitoso en el periodo de guerras, ya que hizo posible que muchos de los Matsés no fueran exterminados o cooptados por los blancos para el trabajo forzoso, como ocurrió con otros pueblos de la región en el siglo XX.

En este periodo, de acuerdo con declaraciones hechas por hombres Matsés que hoy son bien adultos y que oyeron de sus padres las historias de tales proezas, el territorio recorrido por los guerreros iba desde el área que limita en el oeste por el bajo Ucayali y los tributarios orientales del río Tapiche atravesando la frontera Brasil – Perú (río Javari), hasta alcanzar el este del río Ituí.

Ya el área de dispersión y agrupamiento de las familias, donde construían las malocas, estaba centrada en la región del río Gálvez (afluente de la margen izquierda del alto Javari en el Perú) hasta el río Curuça (afluente de la margen derecha del Javari en el Brasil).

Cada grupo local (que vivía en una misma maloca o aglomerado de malocas), estaba compuesto por grupos de hermanos hombres, cuyos hijos, después de un periodo de “servicio a la prometida”, traían sus esposas oriundas de otras malocas. A diferencia de otros grupos Pano como los Kaxinawá, entre los cuales una maloca o aldea era idealmente compuesta en torno a dos cuñados cuyos hijos deberían casarse entre sí (Kensinger, 1995), el grupo patrilocal Matsés dependía de alianzas matrimoniales con los otros (o de la captura de mujeres).

Cada maloca era construida en el centro de la chagra comunal. Los grupos locales mantenían varias de esas casas/chagras, típicamente separadas unas de otras por medio o un día de caminata. Entre ese tipo de malocas, alternaban la morada a lo largo del año, de acuerdo con los ciclos de producción. El lugar de habitación preferido siempre era la casa/chagra que estaba en su auge productivo, en el periodo de maduración del plátano y de la yuca (el primero llevaba un año de maduración aproximadamente, mientras el segundo siete meses después de plantado).

Las casas/chagra secundarias eran habitadas en la época de la plantación de maíz, y posteriormente en la recolecta (Romanoff, 1984: 182). Mientras el maíz crecía, el grupo dejaba la nueva plantación y retornaba a la maloca principal. A los hombres de la mitad jaguar (ver aparte “Dualismo Tsasibo x Macubo”) se les prohibía ver el maíz antes de su maduración, pues una simple mirada podría perjudicar su crecimiento.

Así, un mismo grupo local poseía varios asentamientos habitables a lo largo del año, lo que no solamente les permitía la dispersión estacional, sino también, reordenamientos dentro del propio grupo. No siempre las familias que constituían un asentamiento migraban juntas, y algunas veces en esos movimientos se reagrupaban con otras familias distantes. Así se daba entonces el patrón de “fisión – fusión”. La composición y la recomposición de los grupos locales favorecía la dispersión, y  protegía a las mujeres, a los niños y a los viejos de las retaliaciones enemigas (Romanoff 1984: 147).

Las chagras mas antiguas o aquellas con baja producción, también eran visitadas. Principalmente, esas visitas se hacían para recoger frutos de las palmeras (como el chontaduro y el patauá) y para tomar su madera, la cual era usada en la fabricación de lazas y casas.

Formación de las aldeas y las comunidades

El patrón de residencia de los Matsés comenzó a modificarse en 1969 con el establecimiento de las misiones en las proximidades del alto Choba. Ello generó un cambió fundamental en el sentido de fijeza de ese atractivo polo que era la misión y la pista de aterrizaje. Ese nuevo elemento en el paisaje era fuente de novedades que los Matsés deseaban, pero que les exigía su permanencia en un mismo lugar. Era la única manera en que ellos podían, tanto participar de las reuniones donde oían las palabras de las misiones, como recibir bienes y medicamentos que comenzaron a necesitar, así como obtener protección frente a ataques de otros grupos.

Los ciclos de fisión y fusión descritos (ver aparte de “Movilidad de los grupos locales”), dieron lugar a un asentamiento relativamente estable de malocas en torno a la base de la misión. Sin embargo, los Matsés no abandonaron el movimiento y la dispersión. Manteniendo malocas mas permanentes en el alto Choba, las familias continuaron viviendo por ciertos periodos del año en malocas alternativas, y después retornaban al asentamiento de la misión. De hecho, Romanoff comienza a hablar de un patrón de alternación de la residencia denominado “centro/periferia” (1984: 180).

Ese patrón, con el que se alterna la residencia entre comunidades o aldeas (relativamente mas permanentes y pobladas) y chagras familiares dispersas, se mantiene hasta hoy. En el Brasil y en el Perú, las familias Matsés viven en aldeas o en comunidades en las márgenes de los ríos e igarapés (estrechos brazos de ríos existentes en la cuenca amazónica, caracterizados por su poca profundidad, y por ubicarse selva adentro), lo que les permite mantener relaciones y comercio con los blancos, así como chagras dispersas que pasan buena parte del año cuidando, mientras realizan jornadas de cacería y pesca -que en esos lugares aislados resulta exitosa y abundante.

Para los Matsés que viven del lado brasilero en la “Tierra Indígena Valle de Javari”, otro factor que influye en la elección del lugar de localización de las casas/chagras dispersas, son las ganas de defender el territorio. Por ejemplo, el grupo de hermanos considerados “caciques” de la aldea Lobo, mantiene chagras en puntos importantes de la frontera y realiza, por su propia cuenta,  expediciones de vigilancia por la zona. Ellos cuentan que ya tuvieron que expulsar invasores y que una de sus casas de apoyo fue quemada por manos criminales (Matos, 2006).

Malocas

Foto: Beatriz de Almeida Matos, julho de 2005
Foto: Beatriz de Almeida Matos, julho de 2005

Las malocas Matsés tienen un diseño hexagonal, con un cuerpo rectangular formado por dos (2) lados opuestos que son mas largos. El techo de paja cubre toda la estructura, dejando tan solo dos aberturas de aproximadamente un metro con veinticinco centímetros de altura (1,25 mts.). Esas “puertas” quedan en los vértices frontal y posterior de la maloca, en los extremos de un corredor central que divide la casa en dos partes. Cada mitad, es a su vez dividida en pequeños compartimentos separados por esteras de paja que funcionan como “paredes”.

Los compartimientos son llamados “quënë”, y en cada uno de ellos se hospeda un hombre con su mujer (o sus dos mujeres) y sus hijos. Si el hombre tienen mas esposas, al lado, en el quënë contiguo, puede estar alojada la otra esposa (generalmente la mas vieja) y sus hijos. En seguida queda el compartimiento donde se ubica el hermano de ese hombre con sus mujeres y sus hijos, y así sucesivamente. En cada “quënë” hay una pequeña hoguera que calienta y abriga la casa durante la noche, y que durante el día usan las mujeres para preparar la mayoría de las comidas de su familia. El hombre que animó a sus parientes a trabajar en la construcción de la maloca, es considerado el dueño (“icbo”) de ella, y generalmente duerme con su mujer y sus hijos en los compartimientos mas próximos a la entrada principal.

En la abertura (puerta) principal se encuentran los bancos paralelos, los cuales son hechos de una sola pieza de tronco. El espacio en que se instalan los bancos es llamado “nantan”. Allí, de manera muy formal, se sientan los hombres visitantes e inmediatamente son atendidos por las mujeres de la maloca, quienes les sirven lo que se tenga disponible de comida. Las mujeres, aún si son visitantes, no se hacen en esos bancos sino en el suelo, donde se sientan a comer formando pequeñas ruedas junto con los niños.

Las malocas mas grandes fueron observadas por Romanoff en el Perú en 1976: albergaban a cien (100) personas y llegaban a tener treinta y cinco metros de longitud (35 mts.) por diez metros de altura (10 mts.). En dichas estructuras, el antropólogo observó más de dos puertas, las cuales estaban localizadas en el medio de las paredes paralelas que formaban la base rectangular.

Actualmente en el Brasil, tan sólo la comunidad “Lobo” (ubicada en las márgenes del igarapé que lleva el mismo nombre) posee una maloca habitada. En ella vive un grupo de hermanos que son considerados los “caciques” de su aldea, sus mujeres, sus hijos y su madre viuda. Casi todas las noches o al final de las tardes, los hombres que viven en esa misma aldea se reúnen en el “nantan” a conversar y a soplar rapé (tabaco en polvo que se aspira por la nariz) después de comer. Allí planean cazas, trabajos colectivos, e intercambian las noticias del día.

Hasta el año 2006 había una gran maloca en la comunidad “Trinta e Um” (Treinta y Un), la cual fue derrumbada por que ya estaba muy vieja, y por el hecho de que sus dueños estaban preparando el trasteo para la aldea “Nova Esperança” (Nueva Esperanza). Aunque esa maloca no estaba habitada, servia como una “casa de hombres”, principalmente aquellos de media edad, quienes al final del día se reunían allí para las comidas colectivas, las cuales eran seguidas por sesiones de soplada de rapé (tabaco en polvo que se aspira por la nariz). Ese también era el lugar donde los caciques recibían visitantes blancos y hacían las reuniones (con los representantes de las ONGs, la Funasa, la Funai, etc.). La maloca era apenas la estructura mas dos (2) bancos paralelos que ocupaban toda su extensión (hechos de pedazos de madera dispuestos de manera continua).

En el Brasil, la gran mayoría de las residencias de los actuales Matsés, fueron construidas al estilo regional. Cada casa alberga una familia conyugal: un hombre, sus mujeres e hijos solteros. La preferencia por la residencia patrilocal se mantuvo, de manera que cuando los hombres se casan construyen su casa - palafito (viviendas construidas sobre alguna superficie de agua, apoyadas en pilares o estacas) con paxiuba (tipo de palma), cerca o al lado de la casa de sus padres, y muchas veces van a buscar sus futuras esposas en aldeas distantes (inclusive hasta el Perú). Es común y hace parte de la etiqueta, que el pretendiente -sobretodo si es joven y es la primera vez que se casa- se quede un periodo en la casa de los padres de la futura mujer, antes de llevársela a su futura casa.

Actividades de caza y pesca

Foto: Beatriz de Almeida Matos, julho de 2005
Foto: Beatriz de Almeida Matos, julho de 2005

Las actividades de caza son altamente valorizadas por los Matsés, quienes se consideran cazadores de los interfluvios aún cuando viven en aldeas que quedan en las márgenes de los ríos. Las presas cotidianas mas apetecidas, aunque cada vez mas difíciles de encontrar, son el mono “araña negro” (Ateles sp.) y el pecarí barbiblanco o cafuche (Tayassu pecari- mamífero artiodáctilo que tiene una mancha clara en la base de la boca o en torno a los labios). Sin embargo, los Matsés también cazan tapir amazónico o danta (Tapirus terrestris), mono barrigudo (Lagothrix), pecarí de collar (Tayassu tajacu - mamífero artiodáctilo que tiene una mancha blanca en la base del cuello que parece un collar), lapa (Cuniculus paca), armadillo, venado, morrocoy, caimán, oso perezoso (animal que cuando es bebe es muy valorado como animal doméstico).

También cazan paujil (Crax sp.), inambús y varias otras clases de aves de la selva. En la época de sequía, matan Taricaya (Podocnemis unifilis) y recogen sus huevos en las playas de los ríos para luego consumirlos. La recolecta de huevos de Taricaya es una actividad importante, tanto así que los Matsés marcan el periodo anual con el término “flecha” (el mismo que designa la Taricaya).

Los cazadores utilizan arco y flechas, armas de fuego y perros. Sin embargo, en muchas ocasiones los animales son capturados o muertos antes de gastar sus flechas o municiones, gracias a una serie de trampas y técnicas especiales de caza para cada tipo de animal. Así por ejemplo, el tapir amazónico o danta puede morir al caer en una trampa especial, y los armadillos son cercados por los perros y atrapados en las cavidades que hacen en el piso para entrar a su guarida, y luego son ahogados con agua. Las lapas por su parte, con ayuda de los perros, son llevadas hasta el punto de tener que saltar en la curva de un igarapé, donde son cercadas y golpeadas con palos. En el caso de los osos perezosos, éstos son cogidos por el pescuezo y las garras con amarras especiales, y retirados de las copas de los árboles para llevarlos a vivir a las aldeas.

Pero la principal particularidad de las prácticas cinegéticas Matsés, es la participación activa de las mujeres en buena parte del proceso de cacería. Así como en muchas ocasiones los hombres acompañan a sus mujeres a la chagra a buscar yuca, bananos y otros productos, las mujeres van a cazar con sus maridos. Ellas ayudan a encontrar y acorralar la presa, participan en la persecución, recuperan flechas que han fallado el blanco y atacan a los animales con palos afilados o con hachas. Muchas veces los niños acompañan a la pareja de padres y también participan de algunos momentos claves de la caza. Desde pequeños, los niños son estimulados a buscar las crías de las presas, ya sea para comérselas o para convertirlas en animales domésticos.

Sin embargo, la presencia de mujeres en ciertas cacerías, no quiere decir que entre los Matsés no exista la idea amazónica común de que hay cierta incompatibilidad entre las mujeres y la actividad de caza. Según ellos, la falta de suerte o de habilidad en la cacería –conocida como “panema” en la región-, puede ser causada por el exceso de relaciones sexuales del cazador. Algunos animales no toleran el olor o la presencia femenina; de esa manera, cuando se está preparando una trampa para un tapir amazónico o danta, los hombres deben abstenerse de tener relaciones sexuales con sus mujeres. Tal vez por eso, son preferiblemente los hombres viejos quienes preparan las trampas para ese animal (Romanoff, 1984: 172).

Para combatir la “panema”, el desanimo o la pereza, y así mejorar la habilidad y potenciar el éxito del cazador, los Matsés utilizan sustancias que vuelven el cuerpo mas fuerte, duro y limpio. Todas esas sustancias están relacionadas al principio de la amargura (muca) que rige también el poder chamánico (Erikson, 1994).

Los cazadores, para visualizar mejor sus presas, utilizan de manera rutinaria el veneno de la rana “del mono” o “mono grande” (Phyllomedusa bicolor), el rapé hecho de hojas de tabaco (nënë), las picadas de hormigas y la aplicación del jugo de algunas plantas. Aunque es principalmente el tabaco el producto consumido diariamente por los hombres Matsés.

Otro conjunto de rituales asociados a la caza son los baños medicinales. Estos son realizados por los Matsés adultos a los niños pequeños con el objetivo de impedir que los animales muertos o comidos por sus padres perjudiquen su salud. Las plantas utilizadas en este tipo de baños son recogidas principalmente por los hombres y las mujeres más viejas, ya que son ellos quienes saben identificarlas. Las hojas de dichas plantas son asociadas a diversos tipos de animales.

Una vez los niños pequeños son bañados con la infusión de la planta correcta, los padres pueden matar o comer animales de carne ‘dura’, como la danta o tapir amazónico (Tapirus terrestris) y el mono “araña negro” (Ateles sp.). Al matar serpientes grandes y jaguares, los padres también deben proteger a sus hijos del mal que los espíritus de dichos animales puedan causar.

Durante los días que no hay caza, los hombres, las mujeres y los niños Matsés pescan en los ríos que quedan mas próximos a sus aldeas. Hasta el día de hoy, y principalmente en la época de sequía, las familias realizan pescas colectivas con veneno (‘antinte’), el cual es disuelto en el agua de los lagos y de los igarapés (estrechos brazos de ríos existentes en la cuenca amazónica, caracterizados por su poca profundidad y por ubicarse selva adentro). También son comunes las expediciones de caza y pesca que requieren varios días de campamento en el interior de la selva. Tales jornadas los Matsés las llaman “capuec” (caminar), y aprecian mucho el tiempo que se quedan selva adentro.

Dualismo Tsasibo x Macubo

Pintura corporal matsés, aldeia Lobo, rio Jaquirana, Terra Indígena Vale do Javari, Amazonas.
Pintura corporal matsés, aldeia Lobo, rio Jaquirana, Terra Indígena Vale do Javari, Amazonas.

Los Matsés se dividen entre aquellos que son Tsasibo y los que son Macubo. Los Tsasibo (duro + tornar colectivo) son conocidos como “bëdibo” (jaguar + tornar colectivo) o “shëctembo” (pecarí de collar + tornar colectivo), mientras que los Macubo (larva + tornar colectivo) también son llamados  “shëctenamëbo” o “aiabo” (pecarí barbiblanco -o cafuche- + tornar colectivo). Los animales que andan en manada son Macubo, y los animales solitarios –los mas feroces, de carne oscura y dura- son considerados Tsasibo.

A través de las descripciones hechas por los Matsés sobre qué es ser Macubo o Tsasibo, podemos decir que éstas mitades parecen tener una utilidad ritual mas que política. Antes que denotar la pertenencia a una clase o subgrupo que compondría con otros un todo coherente, dichos términos se refieren a maneras de ser y de relacionarse con otros hombres, espíritus y animales.

Así por ejemplo, los hombres Macubo son aquellos que tienen relaciones privilegiadas con las larvas que se alimentan del maíz y que pueden destruir una plantación en caso de que no sean retiradas. Solamente ellos (los Macubo) pueden realizar la extracción de las larvas, ya que éstas son “sus parientes”. Por el contrario, si los Tsasibo intentaran hacer la limpieza de una plantación, las larvas se multiplicarían acabando así con el maíz.

Por su parte, los Tsasibo no son molestados por los jaguares cuando van de cacería, ya que las pintas hechas de achiote sobre sus flechas (semejantes a las que tienen los jaguares en sus pieles) hace que los jaguares perciban a los Tsasibo como sus “parientes”, y por tanto, no los atacan durante la caza. Mientras que el diseño corporal que mas pintan los Tsasibo son las pintas -manchitas en forma de lunar-, los Macubo usan un diseño que se asemeja a las huellas de pecarí barbiblanco o cachufe (estilizadas en triángulos opuestos por el vértice), o trazos paralelos que remiten a los macu (larvas).

Desde la formación en el vientre de la madre, el niño o la niña tendrá marcas corporales heredadas por el padre. Si la mujer tuvo relaciones con hombres Tsasibo y Macubo, el niño puede tener trazos de ambas mitades. El matrimonio preferencial de un joven debe ser con la hija de su “cucu” (hermano de su madre), de modo que, sin ser una regla explícita, los matrimonios casi siempre se dan entre hombres y mujeres de mitades diferentes.

Los cantos de lamento de muerte también difieren entre unos y otros, dependiendo de si el muerto es Macubo o Tsasibo. A partir del atardecer, y casi siempre hasta la noche, tales cantos son entonados por parientes próximos al difunto. Son cantos muy bonitos y extremadamente tristes, hechos por una o dos personas que evocan las actividades que el cantador y el muerto hacían juntos. En esos cantos es utilizado un vocabulario especial para referirse al muerto y a sus padres, a los animales cazados y a los productos que eran plantados por el difunto en la chagra.

Así pues, el dualismo Matsés resuena con el dualismo encontrado entre los pueblos Pano, y también con aquel que se encuentra entre los Kaxinawá (Kensinger 1995), pero no funciona como un dispositivo creador de grupos sociales, ni influye directamente en la selección matrimonial (no hay una exogamia de mitades).

Salud

Los Matsés, como todos los demás pueblos que viven en la “Tierra Indígena Valle de Javari”, no reciben una eficiente atención en salud por parte de los organismos oficiales. Desde 1999 el “Distrito Sanitario Especial Indígena Javari” de la Funasa (Fundación Nacional de Salud) es el responsable de la atención en salud en la “Tierra Indígena Valle de Javari”. En esos casi diez años, enfermedades como la malaria, la parasitosis, la tuberculosis, la desnutrición y la hepatitis no presentan ningún retroceso, al contrario, parecen estar fuera de control.

La falta de estadísticas confiables no esconde el hecho de que los Matsés vienen sufriendo de enfermedades que serían controlables con vacunación, medicamentos y mecanismos de prevención adecuados. Por ejemplo, las epidemias de malaria retornan cada año con niveles altísimos de contaminación (casi todas las aldeas) y, tanto la falta de medicamentos para el tratamiento como de microscopios para el diagnostico, es una realidad en la gran mayoría de las aldeas.

Sin embargo,  hoy en día la mayor preocupación de los Matsés es el alto índice de contaminación de hepatitis B y Delta, para el cual faltan estadísticas confiables. Los Matsés no saben cuantos de ellos están contaminados, y las perdidas constantes de jóvenes -la mayoría con menos de treinta años-, disemina un clima de tristeza y miedo. Por ejemplo, durante los años 2005 y 2006, mas de quince (15) jóvenes Matsés murieron por causa de complicaciones hepáticas. En el año de 2007, tan sólo en la aldea “Treinta y un” (Trinta e um), ocho (8) personas murieron y los Matsés no tienen claridad si fue de hepatitis, pero reportan que los pacientes sufrían del hígado.

En algunas ocasiones los fallecimientos se dan de manera trágica, ya que la hepatitis Delta puede llegar a matar en unos pocos días, y en los momentos finales el paciente vomita sangre y sufre dolores insoportables. La cantidad de muertes y noticias de contaminación, ha llevado a los Matsés y a otros pueblos del Valle de Javari a poner en duda la eficacia de las vacunas. Otro hecho que causa desconfianza generalizada de los Matsés en relación con los organismos oficiales responsables de la atención en salud, es que siempre falta información clara para los parientes de las víctimas, sobre las causas exactas de la muerte de su familiar.

A pesar de que por los menos desde el final de la década del setenta hasta hoy existe un registro de muertes por hepatitis B entre los Matsés (Melatti, 1981; Campanha Javari, 1986), no se ha hecho nada efectivo por parte de los organismos gubernamentales para evitar la diseminación de dicha enfermedad (Matos & Marubo, 2006).

El equipo del CTI (Centro de Trabajo Indigenista) ha elaborado documentos, textos e informes en  los cuales se encuentran datos recientes sobre la grave situación de salud, sobre los casos de hepatitis entre los pueblos que viven en el Valle de Javari, y el análisis de sus consecuencias (http://www.trabalhoindigenista.org.br/papers.asp#Javari). También se encuentra un informe elaborado por el antropólogo Walter Coutinho Jr. (2008), donde están expuestas las estadísticas disponibles de la contaminación en la “Tierra Indígena Valle de Javari”.

Educación Escolar

En el Brasil, todas las aldeas Matsés tienen un profesor de la propia comunidad, pero todavía ninguno de ellos posee una formación completa. La Secretaria Estadual de Educación del Amazonas viene realizando cursos de formación de profesores indígenas entre los pueblos del Valle de Javari, pero debido a las tensiones y dificultades con la organización, los cursos se dan de forma irregular. A pesar de ser una reivindicación de las comunidades Matsés, tan solo las aldeas “Flores” y “Tres José” tienen escuelas construidas por la Alcaldía Municipal de “Atalaia del Norte”. Una de las principales consecuencias de la baja calidad de la enseñanza escolar en la aldea, es el éxodo de estudiantes hacia las ciudades del entorno como “Atalaia del Norte”, “Benjamin Constant” y “Tabatinga”. Muchos Matsés mandan a sus hijos (aún siendo pequeños niños) a las ciudad, con la esperanza de que estudiando conseguirán puestos de trabajo remunerados.

Para obtener mas información sobre el número de profesores, alumnos y estudiantes indígenas en las ciudades del entorno, así como sobre la situación de las escuelas en la “Tierra Indígena Valle de Javari”, consulte el diagnóstico elaborado por el Centro de Trabajo Indigenista (2008).

Con el objetivo de proporcionar mejores condiciones de trabajo para los profesores indígenas, la ONG Centro de Trabajo Indigenista (CTI) ofrece, desde el año 2003, cursos complementarios de formación de profesores, programas de acompañamiento de las escuelas de las aldeas, y a su vez promueve la elaboración de materiales didácticos. En el año 2008 será publicado el primer libro didáctico elaborado por los profesores Matsés en alianza con el CTI.  

Organización Indígena

Los Matsés del lado brasilero no tienen ninguna asociación u organización indígena propia, aunque hacen parte del Civaja (Consejo Indígena del Valle de Javari) desde el inicio del proceso de su creación durante la campaña de la demarcación de la “Tierra Indígena Valle de Javari”. Recientemente, la organización fue cambiada de nombre y desde su refundación en 1991 se llama “Univaja” y ha sido dirigida por los Marubo del alto Curuça. Algunos líderes Matsés participan de todas las asambleas del Consejo, pero muchas veces reclaman que tienen poco espacio en las decisiones y en las actividades de la organización indígena.

Fuentes de información

  • Calixto Méndez, L. Las practicas socio-culturales del uso de la tierra en el grupo etnico Matsés (manuscrito), 1985.
  • Cavuscens, S. & Neves, L. J. Povos Indígenas do Vale do Javari. Campanha Javari. CIMI e OPAN, Manaus, 1986.
  • Melatti, Júlio Cezar. Povos Indígenas no Brasil, volume 5 (Javari). CEDI, São Paulo, 1981.
  • Coutinho Jr., W. Brancos e Barbudos. Universidade de Brasília, 1993. (dissertação de mestrado)
  • Coutinho Jr., W. Relatório de Identificação e Delimitação da Terra Indígena Vale do Javari. FUNAI, Brasília, 1998.
  • Coutinho Jr., W. Hepatopatias No Vale Do Javari: Virulento Agravo À Saúde Indígena e Afronta aos Direitos Humanos. Ministério Público Federal, Procuradoria da República no Amazonas, Manaus, 2008.
  • CTI (Centro de Trabalho Indigenista). Diagnóstico sobre a Educação Escolar Indígena na T.I. Vale do Javari. 2008 http://www.trabalhoindigenista.org.br/Docs/Javari_Diagnostico%20Escolar%20_2008.pdf.
  • Erikson, P. “Uma singular pluralidade: a etno-história Pano”. In: Historia dos Índios no Brasil. Manuela Carneiro da Cunha (org.), 1992, pp. 239-251.
  • Erikson, P. “Los Mayoruna”. In: Guía Etnográfica de la Alta Amazonía, Volumen II . Fernando Santos & Frederica Barclay (orgs.). Quito: FLACSO, 1994, pp. 1-127.
  • Fleck, D. A Grammar of Matsés. PhD Thesis. Rice University, 2003.
  • Kensinger, K. How real people ought to live. Illinois, Waveland Press, 1995.
  • Matos, Beatriz. “Os Mayoruna e a vigilância da fronteira.” In: Beto Ricardo & Fany Ricardo. (Orgs.). Povos Indígenas no Brasil, 2000-2005. São Paulo: Instituto Socioambiental, 2006, pp. 443-443. www.trabalhoindigenista.org.br/Docs/MatosBA_Os-Mayoruna-e-a-vigilancia-da-fronteira.pdf
  • Matos, Beatriz & Marubo, Jorge. “Colapso no Atendimento Provoca Retorno de Epidemias” In: Beto Ricardo & Fany Ricardo. (Orgs.). Povos Indígenas no Brasil, 2000-2005. São Paulo: Instituto Socioambiental, 2006, pp. 444 - 445. http://www.trabalhoindigenista.org.br/Docs/Matos&Marubo;_Javari-Sa%C3%BAde-Colapso%20no%20atendimento%20provoca%20retorno%20de%20epidemias.pdf
  • Melatti & Montagner-Melatti. “Relatório sobre os índios Marubo”. In: Série Antropologia 13. Universidade de Brasília. 2005 [1975].
  • Romanoff, S. “Informe sobre el uso de la tierra por los Matsés en la selva baja peruana”. In: Amazonia Peruana 1(1): 97-130. CAAP, Lima, 1976.
  • Romanoff, S. Matsés Adaptations in the Peruvian Amazon, Ph.D. dissertation, Columbia University, New York, 1984.