Bakairi
- Autodenominación
- Kurâ
- ¿Donde están? ¿Cuántos son?
- MT 982 (Siasi/Sesai, 2014)
- Familia linguística
- Karib
Antes de la apertura de los campos de aterrizaje y de las carreteras, los Bakairi eran quienes controlaban el acceso a las expediciones científicas del Alto Xingu, en donde una parte de ellos residía. En la actualidad todos viven al sudoeste de esta área, como pescadores y agricultores, especialmente “mandioqueros”, como los otros Karib.
Nombre
Los Bakairi se autodenominan Kurâ, que significa gente, ser humano. Ellos se consideran los verdaderos Kurâ, la humanidad por excelencia, siendo que los otros deben ser especificados. Kurâ expresa, en sentido estricto, “nosotros, los Bakairi”, “lo que es nuestro”. El término Bakairi es, para ellos, de origen desconocido y se encuentra registrado en las crónicas de la historia regional desde el siglo XVIII.
Lengua
a lengua Bakairi pertenece a la familia Karib. Según los estudiosos, ella presenta elementos comunes a la de los Arára y Txikão, así como otros elementos comunes a la lengua de los NahuLkwá y Kuikúru. Todos los Bakairi hablan su lengua, así como el portugués.
Desde la década del 60, los misioneros del Summer Institute of Linguistics (S.I.L.-Instituto Lingüístico de Verano) traducen textos bíblicos en lengua Bakairi. Folletos para ser utilizados en el proceso de alfabetización en la lengua materna también fueron elaborados por ellos. Estos trabajos tienden a uniformizar las diferencias internas que deben atravesar un estudio riguroso.
Localización
Viven en el estado de Nato Grosso, en las Tierras Indígenas Bakairi y Santana. En ambas predomina el paisaje de la sabana.
Santana se ubica en el municipio de Nobres y toma su nombre prestado de un afluente del río Novo que, dibujando una parte de sus límites, corre río abajo buscando el río Arinos, tributario del Juruena y afluente del Tapajós.
La Tierra Indígena Bakairi, casi en su totalidad, se localiza en el municipio de Paranatinga, en el margen derecho del río Paranatinga o Telles Pires, afluente del Tapajós. Una parte de la misma se sitúa en el municipio de Planalto da Serra, en el margen izquierdo de aquel río. Cerca de allí se encuentra el morro de Urubu y de Daniel y forman parte de la sierra Azul.
Los centros urbanos que ejercen una mayor influencia en la vida de los Bakairi son Nobres, Paranatinga y Cuiabá, la capital del estado.
Demografía
Los Bakairi sumaban, en1999, cerca de 950 personas de las cuales 898 vivían en las Tierras Indígenas y están distribuidas de la siguiente manera:
Municipio | Tierra Indígena | Grupo Local | Población |
Nobres | Santana |
Santana Nova Canaã Boa Esperança Quilombo |
165
40 2431 |
Paranatinga | Bakairi | Painkun
Kaiahoalo Pakuera Alto Ramalho PainkunAtuby Aturua |
50
45 285 30 20180 |
Planalto da Serra | Sawâpa | 28 | |
TOTAL | 02 | 11 | 898 |
Fuente: Taukane, 1999: 47
Año | Total |
1965 | 261 |
1968 | 277 |
1977 | 386 |
1980 | 414 |
1983 | 448 |
1988 | 572 |
1996 | 651 |
1999 | 898 |
Se registran casamientos con no indígenas y los hijos resultantes, si observan sus reglas básicas de sociabilidad, son considerados Bakairi.
Historia del contacto
La cuna mítica de origen de los Bakairi –la catarata de Sawâpa- se sitúa bajo la confluencia del río Verde y el Paranatinga. Debido a los conflictos internos y a las presiones de los pueblos indígenas enemigos, fundamentalmente de los Kayabí, los Bakairi migraron hacia tres direcciones diferentes. Una parte de ellos se trasladó hacia la cabecera del río Arinos; esa población fue la primera en ser alcanzada por las bandeiras (expediciones blancas), durante las primeras décadas del sigo XVIII siendo, desde esa época, asimilados a las actividades mineras. Otra porción de trasladó hacia el sector superior del río Paranatinga y fue rodeada por los colonizadores dedicados a la cría de ganado, a la agricultura y a las actividades subsidiarias a las mismas durante las primeras décadas del siglo XIX. El tercer grupo, de hecho el más numeroso, se dirigió al curso superior del río Xingu perdiendo contacto con los grupos anteriormente mencionados. Los dos primeros grupos Bakairi comenzaron a ser conocidos como “mansos” o “independientes”. Posteriormente, Karl von den Steinen los denominaría “occidentales”, reservando el calificativo de “orientales a aquellos del Alto Xingu.
A partir de 1847, los Bakairi de Arinos, también denominados de Santana, comenzaron a frecuentar, junto a los de del Paranatinga superior, la Dirección General de Indios, en la ciudad de Cuiabá procurando regalos o presentes. Posteriormente se involucraron en las actividades extractivas del caucho, inclusive en sus propias tierras, trabajando para los extractores blancos quienes las ocuparon. Se les prohibió hablar en su lengua, entre otras violencias practicadas contra ellos. Algunas porciones de esos Bakairi migraron hacia Paranatinga en las décadas del 20’ y del 60’. De ese lugar fueron expulsados por los funcionarios del órgano tutor, quienes alegaban, así como los seringalistas o caucheros (explotadores del caucho), que los indios robaban ganado. La creación del Puesto Indígena Santana, en 1965, no alteró ese panorama. El S.I.L., a partir de ese momento, se hizo presente en el lugar, en forma intermitente, así como los misioneros jesuitas. Años después, los mismos Bakairi expulsaron a los invasores de Santana. Recién en 1975 se fundó una escuela.
Los Bakairi de Paranatinga fueron guías, constructores de canoas e interpretes en las expediciones de Steinen –realizadas en 1884 y 1887- y en las otras que se sucedieron. A través de las mismas se restablecieron las relaciones entre los Bakairi orientales y occidentales, en la terminología de Steinen. Antes, los Bakairi del alto Xingu y los demás pueblos que allí vivían eran desconocidos para los blancos.
En 1920 se creó el Puesto Indígena y se demarcó la Tierra Indígena Bakairi, dejando fuera de sus límites al grupo de Antoninho, famoso guía de Steinen. El objetivo era atraer allí a todos los indígenas del alto Xingu y así conquistar las tierras y la mano de obra para la colonización. Pero solamente los Bakairi se trasladaron definitivamente hacia Paranatinga y, luego de tres años, no se registró más su presencia en el alto Xingu. Reducidos en número de habitantes por un dramático descenso demográfico, los que fueron transferidos se reorganizaron en varios grupos en los márgenes del río Paranatinga y fueron sometidos al trabajo compulsivo por los agentes del órgano tutor. Los demás indígenas del alto Xingu visitaban el Puesto buscando “presentes”.
Durante ese período de pérdida territorial y descenso poblacional, comenzaron a actuar entre ellos algunos misioneros de la South American Indian Mission, que sólo se retiraron en la década del 60’, al ser presionados por los Bakairi. En 1922 se fundó la escuela. Veinte años después, los diferentes grupos locales fueron aglutinados en una única “aldea”, al lado del Puesto, puesto que la movilidad y la dispersión, esenciales para su universo de sociabilidad, fueron considerados un estorbo para su educación y para la prestación de los servicios de salud. Aquellos que no se sometían a las ordenes impuestas eran transferidos hacia otras tierras indígenas, especialmente a la de los enemigos. Algunos participaron, compulsivamente, en la “pacificación” de un grupo Xavante en el sector superior del río Batovi. Una parte de esos indios Xavante migró hacia la TI Bakairi, pero en 1974, con una población de 180 personas que presionaba a los Bakairi, se retiró hacia el río Kuluene.
La década del 80’ está marcada por los Proyectos de Desarrollo Comunitario (Projetos de Desenvolvimento Comunitário) financiados con recursos del Banco Mundial, que introdujeron en las dos áreas a los camiones y a las cosechadoras mecanizadas, entre otros elementos. En la Tierra Indígena Bakairi, se registra, durante ese período, la reconquista de un área de tierras que les fuera sustraída al producirse una segunda demarcación. El acceso desigual a los bienes introducidos resultó en la fragmentación de la “aldea” existente y en la constitución de los grupos locales que se verifican en la actualidad.
Organización social y política
Los Bakairi son ribereños, agricultores y pescadores, en donde la caza y la recolección cumplen un papel complementario. Ellos viven dispersos en grupos diversos y cada uno domina un territorio delimitado por ríos y riachos teniendo derecho a sus recursos. Como regla, la denominación de esas unidades políticas y territoriales corresponde a los nombres de los ríos o riachos más cercanos. Un individuo o una familia es identificada como perteneciendo al lugar en donde vive, existiendo una relación entre identidad y territorialidad. Esa es la unidad sociológica más amplia en esa sociedad: el grupo local.
El grupo local está constituido, en general, a partir de un grupo de hermanos de ambos sexos, o de dos que se casan entre si, siendo liderado por aquel individuo que reúne fuerzas políticas para ello. Está formado por un número variable de grupos domésticos constituidos, en su mayoría, por familias nucleares, o sea, compuestas básicamente por un padre, una madre y los hijos. Los jefes de esos grupos son los pilares que sustentan el orden político y jurídico, a través de un consejo. Le cabe al líder mantener el delicado equilibrio entre ellos y representarlos frente a los otros grupos locales y frente a los no indígenas.
Las unidades residenciales se disponen linealmente, formando calles, estilo introducido por los agentes del órgano tutor. Pero hay siempre un lugar, al lado de la casa del líder, vivido como si fuera el centro, en donde se realizan las reuniones y los rituales. En algunos grupos se puede identificar el kadoêti, la “casa de los hombres”, en la cual se guardan las máscaras rituales.
La familia nuclear contiene en si un fuerte principio de autonomía. Esta puede romper con las alianzas establecidas e ir a residir en otro grupo local en donde se encuentren los parientes, ya sea por el lado materno o paterno, de cualquiera de los cónyuges. Los hombres recién casados residen en la casa del suegro –con la excepción de los hijos primogénitos de los líderes- hasta el nacimiento del primer hijo, momento en el que pueden elegir en donde residir, si con sus parientes o los de su esposa. El sistema de parentesco es bilateral, o sea, tienen igual importancia los parientes paternos y maternos. Desde una perspectiva terminológica, el padre y el hermano del padre están igualados, así como la madre y la hermana de la madre. Existen términos diferentes para designar a la hermana del padre y para designar al hermano de la madre.
El casamiento une en forma preferencial a los parientes distantes, tanto social como biológicamente. Los nombres se originan en los parientes consanguíneos ya fallecidos, los cuales pueden ser pronunciados luego de ser recolocados en circulación. Idealmente, son los abuelos maternos y paternos quienes le dan nombre a un determinado niño. Cada cual rescata, como mínimo, un nombre de sus parientes consanguíneos muertos y del mismo sexo del niño a nominar. Una persona hereda, por lo menos, cuatro nombres: dos por línea materna y dos por la paterna. Existen individuos que acumulan diez nombres, lo que les confiere prestigio. Le está vedado al padre y a los parientes del padre pronunciar los nombres oriundos de la línea materna, ocurriendo lo opuesto de la misma manera. Además de esos nombres, ellos poseen otros nombres en portugués.
Arte, cultura y juegos
El arte Bakairi expresa, en todos sus artefactos, temas que remiten al mundo espiritual, especialmente en los trenzados, en las palas vara dar vuelta el beijú, en los pequeños bancos zoomorfos, a través de las pinturas realizadas con jenipapo, urucum y tabatinga (un tipo de barro blanco). Esta característica espiritualiza los elementos materiales y materializa los elementos espirituales.
Se destacan aquí las máscaras, especialmente las del ritual denominado Iakuigâde, que pueden ser de dos tipos: (1) Kwamby, ovales, que son las de los líderes y chamanes e (2) Iakuigâde, rectangulares y entalladas en madera, representando espíritus tutores relativos al mundo acuático. Elaboradas pinturas corporales masculinas y femeninas –al estilo del alto Xingu- se realizan en jenipapo, urucum, tabatinga y resinas vegetales asociadas a los rituales.
En términos de cultura material, sobresalen también las redes de dormir, de algodón y de fibras de buriti (tipo de palmera), confeccionadas en telares verticales.
En cuanto a los juegos, se destaca el fútbol realizándose torneos internos e interétnicos.
Cosmología
El cosmos –organizado por Kwamóty y sus nietos, Xixi y Nunâ- se concibe en varias capas que se encuentran en la línea del horizonte. Existen dos tierras, una cóncava y otra convexa, siendo una el molde negativo de la otra, cada una con sus ríos y sus aguas subterráneas. Conteniendo las aguas subterráneas de la tierra de arriba existiría un domo, un inmenso paraguas cuyos bordes se mantienen unidos a las extremidades de esa tierra a través de gigantescos sapos míticos. Entre ese domo y esa tierra se ubica el aire necesario para la vida. El sol y la luna, a donde fueron a vivir Xixi y Nunâ, respectivamente, se mueven de tal manera que, cuando en esta tierra es de día, en la otra es de noche y viceversa. Esas capas se ligan por caminos invisibles que sólo los chamanes pueden ver y recorrer.
En otros tiempos, esas dos tierras estaban unidas por un tipo de escalera que Kwamóty dejó allí para que ellos, los Bakairi primordiales, pudiesen por ambas transitar. Como comenzaron a producir “enredos” entre si y entre las dos tierras causando rupturas en la sociedad que se estaba formando el cortó la escalera. Provocando un diluvio del cual se salvaron apenas dos pares de hermanos. Las dos tierras se distanciaron aún más y el sol y la luna se encontraron. El eclipse de sol se considera, por parte de los Bakairi, como el preanuncio del retorno al caos. Kwamóty controló el caos colocando el domo aludido, aunque los abandonó a su propia suerte. Ellos entonces conocieron el dolor, la enfermedad, la muerte y la lucha por la supervivencia.
La estructura del universo se define con la muerte, dado que la tierra en la que vivían no aceptó que fueran enterrados en ella sus muertos. Kwamóty, en un último gesto, invirtió la posición de las dos tierras. Con ella entró en circulación la más temida de las fuerzas cósmicas: los iamyra. Cada persona que muere libera dos iamyra: uno que sale por el ojo izquierdo, y que va a residir en los ríos de esta tierra en donde controla a los tutores sobrenaturales de las especies de peces, de los animales acuáticos, de las aves ribereñas; y otro que sale por el ojo derecho y que va a residir en otra tierra, siendo jerárquicamente superior a todos los demás sobrenaturales dado que presiden los ciclos naturales, inclusive las estaciones del año y el orden cósmico.
Son dos las estaciones del año: kopâme, el “tiempo de las aguas” (desde mediados de septiembre a mediados de abril), y âdâpygume, el “tiempo de la seca” (desde mediados de abril hasta mediados de septiembre). Existen aún dos subcategorías que denominan kopâme ipery y âdâpygume ipery, respectivamente o “inicio de las aguas” e “inicio de la seca”. Tiempo y espacio se relacionan a través del ciclo de una sustancia vital denominada ekuru. Presente en todos los seres vivos, inanimados y animados, esta se obtiene a través de los alimentos haciéndose presente en la sangre. Sin ella, la sangre –yunu- se coagula, y es entonces cuando sobreviene la muerte. Tal substancia se elimina a través de los líquidos, de los residuos, secreciones y excrementos corporales que, en contacto con la tierra, se reprocesa por medio de los vegetales. En su forma libre y pura, sólo los vegetales la contienen. En el intervalo que se produce desde el contacto con la tierra al reprocesamiento, todo ekuru que se elimina mantiene consigo las propiedades de la cosa de la cual fue expelido. En el caso de los seres humanos, de las uñas y cabellos cortados, de las heces, de la saliva “levantam kadopy”, que son semejantes a ella aunque sobrenaturales. Sus lugares preferidos son las casas abandonadas y los lugares sombríos. Se le aparecen a los vivos asustándolos, lo que provoca desmayos y enfermedades.
Los kadopy, que constituyen residuos de los residuos corporales, tienen existencia efímera, al contrario de los iamyra, que son esencia. Las infestaciones de kadopy y de iamyra contaminan el espacio, tornándolo inhóspito e insalubre. Y esta es una de las razones de su dispersión y de su movilidad. En la estación de las lluvias, debido a la gran humedad reinante, el ekuru penetra en forma más rápida el suelo que lo rehabilita. Por otro lado, en la estación seca, la falta de humedad imprime en el ciclo del ekuru una gran lentitud. Apenas en los márgenes de los ríos y riachos se ritmo es más acelerado, lo que resulta en un terreno más fértil, menos contaminado, más adecuado para la vida.
De esta manera, ellos explican la existencia de diferentes dominios espaciales que denominan iduanary y pojianary, “región de la selva” y “región de la hierba o pasto”, respectivamente. De la selva y de los ríos es que ellos extraen, fundamentalmente, el ekuru necesario para la vida. Los Kurâ-Bakairi sólo se alimentan de vegetales y de animales vegetarianos o esencialmente vegetarianos, despreciando a los carnívoros.
En los bosques ribereños practican la agricultura y cazan siempre en grupo. Debido a los peligros a ellas asociadas, les es vedada la presencia a las personas de sexo femenino, antes de que la tierra sea preparada para la siembra. Entre esos peligros se destaca Ynhangõnrom, un monstruo sobrenatural, “señor” de la selva que posee un enorme pecho que aprieta, arrojando una leche mortal en aquellos que la depredan. El tiene un ayudante que se llama Karowi, un pequeño aunque horrible ser. En las selvas más cerradas se puede encontrar a los iamyra que en ellas buscan refugio si son sorprendidos en esta tierra durante el día. En los campos de cultivo y en los graneros también se los puede encontrar, dado que sienten añoranzas de sus “parientes”, de los lugares en donde vivieron y trabajaron. El contacto con esos sobrenaturales es fuente de desequilibrios bio psíquicos y de inminente muerte. Pronunciar los nombres de los muertos significa evocarlos, lo que debe ser evitado hasta que sean recolocados en circulación. Cada especie de animal tiene su “señor”, ser sobrenatural que lo tutela y que se vuelve en contra de aquellos quienes cometen excesos. Un ente maléfico, Kilâino, hace que los cazadores se pierdan en la selva. Asociados al dominio acuático existen muchos seres sobrenaturales. Además de los “señores” de cada especie de pez, de animal acuático y de ave ribereña, existe el pakororo, enorme onza blanca y sobrenatural que da vuelta las canoas de los pescadores, así como poro tapekéim, inmenso y monstruoso pez que puede también dar vuelta las canoas y tragar vivos a sus ocupantes. Existe, inclusive, una legión de seres sobrenaturales con formas humanas denominados kurâmã.
Entre los seres sobrenaturales relacionados a este dominio, los Bakairi les temen más a los iamyra subacuáticos, quienes pueden asumir formas de pez. Frente a tantos peligros, el dominio acuático es esencialmente masculino.
Mitología
La mitología Bakairi es riquísima, presentando muchos elementos comunes con la mitología del Alto Xingu. Ella narra el origen del mundo, de los gemelos demiurgos, de los ríos, del día, de la noche y del sol, así como la trasferencia de los bienes que pertenecían al mundo animal –la mandioca y la red, entre muchos- para los Bakairi. Los grandes rituales del kado rememoran, a través de los cánticos, la parte esencial de este proceso como recreando el mundo.
Ritual
En la vida cotidiana Bakairi se pueden observar varios rituales que no obedecen propiamente a un calendario, sino a las contingencias de la vida, siendo asociados sobre todo a los casamientos, a las enfermedades, a la primera menstruación y a la muerte, esta última asociada la reclusión social y alimentaria. Además de los mencionados, existen una serie compleja de ritos sagrados y pancomunitarios denominados kado, cuja ejecución se concentra en el tiempo de la estación seca. Entre ellos se destaca el ritual de Anji Itabienly, o el “bautismo del maíz”, que señala el comienzo del año para los Bakairi y el inicio del ciclo del ekuru. Este se realiza en ocasión de la primera cosecha de ese cereal, todavía verde, entre enero y febrero. A mediados de abril, cuando finaliza la estación de las aguas, se realizan grandes ritos en los cuales se utilizan máscaras rituales –el Kápa y el Iakuigâde- pero nunca se organizan en forma simultánea. Esos rituales pueden extenderse por años, suspendiéndose en la época de lluvias y siendo las máscaras rituales ubicadas en el kadoêti.
Entre estos dos rituales es el de Iakuigâde el que posee un nivel más sofsticado de elaboración. Son 23 máscaras rituales, cada una representando el espíritu tutor de una especie de pez, de animales acuáticos y de aves ribereñas. Finalmente, de tiempo en tiempo se realiza el sadyry, rito de “perforación de orejas” de los adolescentes de sexo masculino. Tales ritos pancomunitarios poseen elementos en común como las pinturas corporales femeninas y masculinas realizadas con tinta de jenipapo y urucum, las cacerías y excursiones de pesca colectivas y los banquetes colectivos. Cada uno de esos ritos está presidido por el líder del grupo local quien es promovido por el chamán en el plano espiritual.
Los ritos kado constituyen un tributo a los muertos, quienes controlan los ciclos naturales, siendo algunos de ellos los de las estaciones del año y el de ekuru, la sustancia vital. Además de esos rituales, los Bakairi realizan, en forma anual, fiestas juninas pancomunitarias, igualmente importantes para su cohesión social.
Chamanismo
En un mundo tan repleto de entidades sobrenaturales, fuentes de enfermedad, los chamanes desempeñan un papel vital. Ellos pueden penetrar en los cuerpos de los animales y de los enfermos. Desconocen las barreras para comunicarse: hablan la lengua de los iamyra, de los animales, de las entidades tutoras o no tutoras. Además de actuar cuando surgen las enfermedades y cuando se producen perdidas de bienes –tienen el don de localizar lo perdido-, entre otros fenómenos, su participación en los rituales pancomunitarios es imprescindible. A través de ellos se busca volver a equilibrar las fuerzas y reconducir la vida al orden.
Notas sobre las fuentes
Antes de 1884, los Bakairi merecieron, por parte de los bandeirantes, de los exploradores del norte de Mato Grosso y de los administradores de la entonces provincia algunas rápidas referencias. Recién a partir de las expediciones de Karl von den Steinen al Xingu, en 1884 y 1887, se densifican las informaciones acerca de ellos. Se destaca en su obra dos libros: O Brasil Central: Expedição de 1884 para a exploração do Xingu (1942) y Entre os Aborígenes do Brasil Central (1940), ya clásicas en la etnología de América del Sur. Estas contienen valiosas informaciones acerca de los Bakairi Orientales y Occidentales, su historia, lengua, organización social, mitología, rituales y relaciones con los otros pueblos indígenas. A estas expediciones les siguieron otras varias, destacándose las de Max Schmidt, que registró, entre otras cosas, datos importantes sobre las migraciones de los Bakairi del Xingu hacia el Paranatinga y las relaciones que establecieron con los habitantes regionales, inclusive con los agentes del órgano tutor. Kalervo Oberg y Fernando Altenfelder Silva, que estuvieron entre ellos a mediados del siglo XX, publicaron artículos sobre la organización social y la reclusión ritual, respectivamente.
Existen sobre ellos cinco estudios monográficos de corte académico. El primero, de Edir Pina de Barro (1977), reúne informaciones sobre su historia y organización social, sus relaciones con los misioneros, con los agentes del órgano tutor y con los propietarios rurales de la región. A la luz de esos datos, se analiza la cuestión de la identidad y de la etnicidad. Esa misma investigadora, en su tesis de doctorado (1992), presenta densas informaciones sobre su historia, cosmología, organización social, sistema de nominación, rituales y chamanismo. Varios de sus artículo fueron publicados en revistas especializadas. Otra referencia es la tesis de Debra Sue Picchi (1982), que se focaliza en el impacto de la agricultura mecanizada sobre el sistema tradicional de subsistencia, el estatus nutricional y la salud. Para ello considera factores históricos, culturales y, especialmente, ecológicos.
Darlene Yaminalo Taukane, miembro de esta etnia, escribió, en su disertación de maestría recientemente publicada, sobre la educación escolar entre los Bakairi de Paranatinga, incluyendo las reflexiones de los profesores indígenas sobre la educación escolar y el lugar de la escuela en su proyecto de futuro, además de un importante capítulo sobre el proceso de socialización en su sociedad, ya publicado en formato de artículo. En relación a la lengua, se cuenta con la tesis de doctorado de Tânia Conceição Clemente de Souza, sobre discurso y oralidad entre los Bakairi del Paranatinga. En este aspecto también se cuenta con el clásico estudio de Capistrano de Abreu realizado a partir de un informante llevado desde Paranatinga a Río de Janeiro, en el último decenio del siglo XIX. También se pueden consultar los estudios realizados por los misioneros del Summer Institute os Linguistics, desde la década del 60’. Se destacan en ese aspecto las traducciones de los textos bíblicos y folletos elaborados para la alfabetización en lengua materna. Bajo sus auspicios, los Bakairi han producido textos en su propia lengua, algunos de ellos ya publicados. Los profesores Bakairi están produciendo textos en el ámbito de su formación para el magisterio.
Fuentes de Información
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