Artes
El concepto de arte y los indios
Arte es una categoría creada por el hombre occidental. E, inclusive en Occidente, lo que debe o lo que no debe ser considerado arte está lejos de lograr un determinado consenso. ¿Y qué decir cuando pensamos en la aplicación de dicho término a las manifestaciones plásticas de los pueblos que ni siquiera poseen una palabra correspondiente en sus respectivas lenguas?
El asunto es complejo y, a pesar de la inadecuación del término, muchas obras indígenas han impactado en la sensibilidad y/o la curiosidad del “hombre blanco” desde el siglo XVI, momento en el que los europeos se hicieron presentes en las tierras habitadas por los amerindios. En este período, los objetos confeccionados por esos pueblos eran coleccionados por reyes y nobles como especímenes “valiosos” de culturas “exóticas” y “lejanas”.
Hasta hoy, una cierta concepción museológica de los artefactos indígenas continua vigente en el sentido común. Para muchos, esas obras son “artesanías”, un arte menor cuyo artesano simplemente repite el mismo patrón tradicional sin crear nada nuevo. Tal perspectiva no considera que la producción es dinámica en el tiempo y en la cultura. Además, la plasticidad de las obras resulta de la confluencia de las concepciones e inquietudes colectivas e individuales, a pesar de no privilegiar este último aspecto, como ocurre en el arte occidental. Confeccionada para el uso cotidiano o ritual, la producción de elementos decorativos no es indiscriminada, pudiendo producirse restricciones de acuerdo a categorías de sexo, edad y posición social. Exige inclusive una serie de conocimientos específicos acerca de los materiales empleados, de las ocasiones adecuadas para la producción, etc.
Las manera de manipular pigmentos, plumas, fibras vegetales, arcilla, madera, piedra y otros materiales le confieren singularidad a la producción amerindia, diferenciándola del arte occidental, así como de la producción africana o asiática. Asimismo, no se trata de un “arte indígena”, y si de “artes indígenas”, ya que cada pueblo posee particularidades en su manera de expresarse y de darle sentido a sus producciones.
Los soportes de tales expresiones trascienden las piezas exhibidas en los museos y ferias (vasos, cestos, calabazas, redes, remos, flechas, bancos, máscaras, esculturas, mantas, plumarios…), toda vez que el cuerpo humano también es pintado, perforado y escarificado; así como ocurre con las construcciones rocosas, loa árboles y otras formaciones naturales; e inclusive dejando a un lado la presencia crucial de la danza y de la música. En todos estos casos, el orden estético está vinculado a otros dominios del pensamiento, constituyendo medios de comunicación –entre hombres y mujeres, entre pueblos y mundos- y formas de concebir, comprender y reflejar el orden social y cosmológico. En las relaciones entre los pueblos, los artefactos también son objeto de cambio, inclusive con el “hombre blanco”. Últimamente, el comercio con la sociedad envolvente ha apuntado una alternativa de generación de renta por medio de la valorización y de la divulgación de su producción cultural.
El Arte Baniwa, marca creada por los indios baniwa del Alto Rio Negro (estado de Amazonas) es un ejemplo exitoso de ese tipo de emprendimientos..
Otras lecturas
Para conocer más acerca de este asunto, ver el artículo de Lúcia Hussak van Velthen, “Em outros tempos e nos tempos atuais: arte indígena”, en el catálogo Artes Indígenas - Mostra do Redescobrimento, Fundação Bienal de SP (2000), y el libro Grafismo Indígena: Estudos de Antropologia Estética, organizado por Lux Vidal, Edusp/Nobel (2001)
El panorama de la diversidad
Motivo gráfico que los bakairi (estado de Mato Grosso) utilizan en la fabricación de una máscara del ritual yakuygâde. Rectangular y grabada en madera, la máscara representa a los espíritus tutores relativos al mundo acuático. Desenho de Odil Apacano, s/d.
Este tatuaje facial es parte del segundo ritual de iniciación de los karajá (estados de Mato Grosso y Tocantins), que se produce cuando una niña ronda los once años. Foto: Vladimir Kozak, s/d.
Hilda Tomás do Carmo, india tikuna (AM), muestra el dibujo que representa la “festa da moça nova” o “fiesta de la doncella joven”. Foto: Jussara Gruber, 1999.
La cerámica karajá es un arte exclusivo de las mujeres. Foto: Vladimir Kozak, s/d.
Dibujos minuciosos y simétricos, trazados con tinta obtenida de la mezcla del jugo del jenipapo (Genipa americana L.) con polvo de carbón marcan, hasta hoy, la pintura corporal de los kadiwéu. Foto: Claude Lévi-Strauss, 1935.
Entre los kadiwéu (estado de Mato Grosso do Sul), también son las mujeres las que decoran la cerámica. Ellas utilizan patrones que siguen un repertorio rico, aunque fijo, de formas expresadas con variados colores. Foto: Coleção FFLCH/USP, 1935.
Las máscaras tikuna, que presentan características esenciales de los sobrenatural, “bailan” en el patio de la aldea. Foto: Jussara Gruber, 1979.
Las máscaras matis (estado de Amazonas), representan los espíritus mariwin, cuyo papel consiste en pegarles a los niños con el objetivo de endurecerlos, disciplinarlos y volverlos más activos y vigorosos. Foto: Philippe Erikson, s/d
Entre los xikrin, la calidad de la pintura es considerada un atributo inherente a la naturaleza femenina. Foto: Michel Pellanders, s/d.
En el ritual de nominación de los xikrin do Cateté, las niñas son, a través de la pintura corporal y de la elaborada arte plumaria, transformadas –literalmente- en pájaros. Foto: Isabelle Vidal Giannini, 1996.
Indio baniwa del Içana superior (estado de Amazonas) coloca la etiqueta con el logo de la marca “arte baniwa” en un “urutu de arumã” (cesto de fibra vegetal), cestería que es comercializada en São Paulo. Foto: Pedro Martinelli, 2000.
La maruana, rueda de techo con pinturas que representan lagartos sobrenaturales, está presente en todas las casas wayana. Dibujo de Yeyé. Foto: Lúcia Hussak van Velthen, 1984.
Esta pieza de cestería de los wayana (estado de Pará) guarda el motivo kaikui, la onza pintada que representa simbólicamente a los guerreros. Foto: Lúcia Hussak van Velthen, 1984.
El towa, instrumento de percusión de los wari´ (estado de Roraima), está hecho en arcilla revestida de caucho de seringuera. Foto: Aparecida Vilaça, 1995.