De Pueblos Indígenas en Brasil
Foto: Gilton Mendes, 2006

Arara do Rio Branco

Autodenominación
Arara do Aripuanã
¿Donde están? ¿Cuántos son?
MT 249 (Siasi/Sesai, 2014)
Familia linguística

Los Arara do Río Branco, sufrieron profundamente las consecuencias del extractivismo de la goma en la Amazonía. Después de vivir durante muchas décadas bajo el yugo de los patrones en los cauchales, con la caída de esta actividad y la intensificación de la ocupación ilegal de sus tierras por parte de nuevas empresas colonizadoras, los Arara se vieron desempleados y expropiados. El reconocimiento de sus derechos a la tierra y de su identidad indígena, sólo ocurrió a fines de la década de noventa, tras muchos años de luchas.

Localización y población

Crianças Arara no rio Guariba. Foto: Gilton Mendes, 2006
Crianças Arara no rio Guariba. Foto: Gilton Mendes, 2006

El territorio arara comprende la región entre los ríos Branco y Guariba. La vegetación predominante en la Tierra Indígena Arara del Río Branco es de Selva ombrófila, asociada a formaciones de contacto con la Selva Estacional y de Sabana. Constituye un área extremadamente rica en biodiversidad, presenta una gran diversidad de tipologías vegetales (Selva Ombrófila, Selva Estacional, Contacto entre Selva Ombrófila/ Selva Estacional, Contacto entre Selva Estacional/ Sabana  Forestal, Sabana Forestal y Sabana Arborizada), además de áreas ecotonales, de transición entre la Selva y la Sabana. Ocurren, asimismo, características ecológicas singulares, como campos rupestres, que tienen alto potencial biótico.

En 2005 la población arara totalizaba 290 personas (CIMI), distribuidas en 20 aldeas. De ese total, 57 residían en Aripuanã y muchas familias con casa en ese municipio, alternan su morada entre la aldea y la ciudad.

Los lugares preferidos para instalar una aldea son los de mejor navegabilidad del río, concentración de recursos naturales, acceso a las rutas y a la ciudad de Aripuanã, entre otros. La aldeas difieren en tamaño y en población, existen desde las que abrigan sólo una única familia hasta las que tienen cinco, seis o más familias. La mayoría se localiza en la porción sur de la Tierra Indígena, formando un conjunto de nueve aldeas: Ponte Nova, Carlito, Tres Tombos, Canapum, Mamãe vem ai, 26 de julho, Volta Grande, Capivara y Serrinha. En la porción noreste, existen siete aldeas: Manancial, Laguinho, Boa Esperança, Volta Grande, Gaúcho, Icatu y Nova Esperança. En el sudoeste del área indígena, se encuentran las aldeas Taboca y Pista do Leão.

La mayoría de las aldeas se encuentra circundada por varias rutas, se destaca la que va de la ciudad de Aripuanã al Asentamiento Conselvan, a aproximadamente 80 Km. de la sede del municipio, que corta el territorio arara en su parte sur, por un puente sobre las aguas del río Branco. En este local se encuentra instalada una barrera (peaje), por donde los indios controlan el paso de vehículos que atraviesa la Tierra Indígena. Existen otras rutas pequeñas que recortan el interior de la TI, formadas por aberturas y caminos sinuosos, muchas veces utilizados por no indígenas en la explotación ilegal de madera. Las condiciones de estas rutas, no obstante, son muy precarias, y funcionan sólo en la época de seca y /o cuando la mantienen los madereros.

Además de las residencias, que en su mayoría combina el “estilo tradicional” con el material moderno (pared de Socratea exorrhiza, palmera que camina, techo de paja, madera o teja de amianto, el piso suspendido en forma de pilotes, etc.), cada aldea tiene una estructura mínima de atención comunitaria: una pequeña escuela, un centro de salud, radiofonía, pozo artesiano, agua de red, baño con fosa séptica etc.

Aspectos históricos

Crianças na Terra Indígena Arara do Rio Branco. Foto: Gilton Mendes, 2006
Crianças na Terra Indígena Arara do Rio Branco. Foto: Gilton Mendes, 2006

A los Arara do Río Branco también se los identifica como Yugapkatã, Arara do Beiradão, Arara do Aripuanã o simplemente Arara; y en la literatura histórica también como, Indios Vela o Nêcadês.

Para comprender la historia y el modo de vida de ser de los indios Arara es preciso necesariamente, considerar el contexto de explotación de la goma en la Amazonía.

Comercialmente estimulada a partir de la mitad del siglo XIX, la extracción del látex está marcado por el sistema de aviamento (endeude), caracterizado por un circuito de trueque de bienes industrializados por productos de la selva. Este sistema mantenía en una punta a las grandes empresas exportadoras y en la otra, a los siringueros proveedor del látex (y otros productos como el caucho, la castaña de Brasil, pieles de animales, etc.). El vínculo entre estos dos polos se alimentaba por las figuras del patrón y del aviador (intermediario). El primero figuraba como una especie de gerente de varios cauchales, directamente subsidiado por la empresa que tenía bajo su responsabilidad la manutención de los intermediarios, los que ejercían el papel de repasar la mercadería (bienes industrializados) a los siringueros, y recoger de estos la goma. A los siringueros también se los conocía como clientes.

El sistema de endeude estuvo fuertemente marcado por una relación asimétrica de poder, que evidenciaba una clara extorsión a los siringueros (recolectores). Este esquema de explotación de la goma – una actividad creciente en la economía brasileña de la época, llegó a ser el principal producto de exportación- seguía cada vez más sólido y poderoso en la Amazonía, y enfrentaba todo y cualquier obstáculo que se colocara en su camino, sobre todo la resistencia de los pueblos indígenas.

Esparciéndose a partir del río Amazonas y sus afluentes de primer orden, los frentes extractivistas rápidamente alcanzaron el valle Aripuanã (del río Madeira al río Aripuanã) y se bifurcaron por los ríos Roosevelt (Castanho) y Guariba, sus afluentes e igarapés (arroyo que nace en la mata y desemboca en el río).

Acosados por un lado, por los temidos, Cinta-Larga, Zoró (Cabeza-Seca) y Rikbaktsa (Orelhas-de-Pau), y por otro, por el voraz frente extractivista, a los Arara les restó adherir al sistema de explotación de la goma. Constantemente amenazados por los enemigos nativos de reconocida superioridad bélica, y sometidos a constantes bajas, los Arara reconocieron en ese extraño frente de siringueros un nuevo y diferente enemigo, a partir del cual se podría, estratégicamente, sobrevivir, manteniéndolo como aliado.

Fue dentro de este contexto de tensión que los Arara establecieron una aproximación con los siringueros. De acuerdo a las fuentes documentales y a las referencias de la historia oral, los primeros “contactos”, son de aproximadamente, de fines de 1920 e inicio de 1930. En esa ocasión, los indios Arara habitaban la región comprendida entre el bajo curso del Río Branco hasta el salto de Dardanellos, en el río Aripuanã.

Todo indica que los primeros contactos pacíficos ocurrieron en las márgenes del Río Branco, realizado por el gerente del cauchal Olegário Vela y un grupo de indios. No hay referencias precisas sobre la población en la época de los primeros contactos, tampoco sobre la vida sociocultural de los Arara. Con base en la memoria de sus colaboradores arara en 1987, la antropóloga Vera dos Santos destaca algunos aspectos:

Vivían en chozas de paja de babaçu (palmera), con una pequeña entrada, habitadas por familias extensas, algunas estaban próximas al igarapé Poraquê. Confeccionaban redes de algodón y fibras de palmera, usaban arco y flecha como arma de caza, se pintaban con genipa (con varios dibujos) y urucú, también usaban una pluma de arara en el lóbulo de la oreja y en el labio inferior. Confeccionaban cerámica y hacían Chicha (bebida fermentada de maíz) y Caiçuma (de mandioca), que consumían en los rituales. Hasta la época del contacto vivían de la caza, de la pesca y de la colecta, plantaban pequeñas plantaciones de mandioca, maíz, etc.”

Al final de la década de 1950, el misionero Vitor Hugo los describe así:

Antiguamente usaban agujeros en las orejas en el labio inferior: los ancianos, sin embargo, garantizaron que nunca usaron ni pendientes auriculares, ni otros adornos en el labio. De sus antiguos adornos se conoce la pretina, un cinturón confeccionado con tejido silvestre. “No usaban tatuaje, y apenas se pintaban con urucú”.

Es cierto que después del contacto, los Arara, paulatinamente se fueron estableciendo en las márgenes de los ríos Brancos y Aripuanã y fueron siendo introducidos en el oficio de extracción del caucho y de la goma. Así siendo, se encontraban involucrados en las condiciones del sistema de endeude que dominaba los cauchales, suministrando los productos (goma, caucho, castaña de Brasil, harina de yuca fermentada, farinha d’agua y otros) a cambio de bienes industrializados, como café, azúcar, sal, tabaco, kerosene, tejidos, escopetas, pólvora, plomo, machetes, hachas etc.

El gerente Olegário Vela, de nacionalidad peruana y subordinado al siringalista también peruano Alejandro Lopes, vivía y mantenía su almacén frente a la desembocadura del igarapé Veadinho, en la margen derecha del Río Branco. Su barracón, según cuentan, por tener mucho movimiento y ser muy animado, tenía el nombre de Sambaluá.

Era muy considerado por los indios, también se lo conocía como “delegado” – y hoy se lo recuerda metafóricamente como “nuestra Funai de antiguamente”. Olegario, llegó incluso a “apadrinar” a los Arara: el apellido Vela adoptado por los indios a partir de entonces, les sirvió de alcuña para designar el propio pueblo, como figura en la literatura. “Fue él quien nos amansó”, suelen decir los viejos Arara.

Con la intensificación del “contacto”, la población arara fue víctima de epidemias de gripe y varicela. El brote de varicela que ocurrió a fines de 1950 e inicio de 1960, está fresco en la memoria de los mayores, tanto en los indios arara como en los siringueros que vivían en el Río Branco. Se habla del estado de morbidez y de sufrimiento que pasaban las personas: las heridas insoportables por todo el cuerpo y el mal olor que exhalaba de dentro de las casas. A los moribundos se los colocaba sobre hojas de bananera. Muchos murieron. A algunos enfermos se los trasladó para tratamiento a Samauma y Manaos. Otros prefirieron las márgenes del río Aripuanã.

Con la población reducida y dividida entre los ríos Branco y Aripuanã, los Arara se encontraban concentrados en dos o tres aldeas. Como alternativa de reproducción y supervivencia, hubo casamientos entre los indios Arara y siringueros. A partir de la década de 1960, los Arara ya no se concentraban exclusivamente en las aldeas y sí dispersos en las colocaciones (unidades territoriales extractivistas, que incluía la residencia y su jardín en áreas de plantaciones, caminos de siringa, castañares y zonas de caza y colecta) a lo largo de las márgenes del río Branco. Según informaron, de las 25 colocaciones existentes en la época, a ambas márgenes de este río, nueve estaban ocupadas por familias arara.

Las condiciones en los cauchales se deterioraron enormemente, y la década de 1970 marcó la decadencia definitiva del ciclo de la goma en toda la Amazonía. El precio del látex cayó vertiginosamente y las empresas se desarticularon, pasando a invertir en otros negocios. Los siringueros y los indios se vieron totalmente desamparados, sin reposición del stock de bienes de consumo y sin compradores para su producción. Las figuras del gerente y del “patrón” que administraban el sistema de endeude, ya no existían, lo que dio lugar al vendedor ambulante, que en su embarcación subía y bajaba los ríos comercializando a precios exorbitantes productos industrializados a cambio de los productos que le interesaba para revender en el comercio de las ciudades, sobre todo en la capital Manaos.  

En este período, en el río Branco restaron sólo algunas colocaciones. Casi toda la población se había trasladado a otros ríos, servicios y ciudades. Los Arara, a su vez, se dispersaron: algunos fueron a Manaos, otros a la orilla del Río Aripuanã, algunos a la desembocadura del Río Branco y otros a la villa de Dardanellos, que pasaba a la categoría de sede municipal, atrayendo a una masa de ex siringueros en busca de trabajo.

El proyecto de colonización de la región estaba en curso, y los “propietarios” actuales de las tierras las querían ver sin los obstáculos que significaban los antiguos moradores. Fue dentro de este contexto que, de vuelta al río Branco, después de haber abandonado las orillas del Aripuanã, la familia de José Rodrigo y Anita Vela (remanecientes arara de este período) son expulsados de su última colocación por el grileiro (usurpador de tierras) Henrique Faveiro. De este modo se efectiva la retirada definitiva de los Arara del río Branco y se afirmaba el objetivo por el que vinieron los nuevos dueños de las tierras. La pareja, a ejemplo de varios otros, se refugió en la ciudad de Aripuanã. Abatidos y enfermos, durante varios meses vivieron de la ayuda de los moradores y parientes de la ciudad.

Lucha por la tierra

La década de 1980, marcó un período ambiguo en la vida de los Arara. Por un lado, la dificultad de supervivencia en las ciudades donde se refugiaron, o en las márgenes del río Aripuanã, donde los grileiros y sus matones, con auxilio de la policía oficial, ejercían una presión ostensiva. Por otro lado, las iniciativas promovidas por el Consejo Indigenista Misionario (Cimi), de la Iglesia Católica, trataba de aglutinar al pueblo arara para la reconquista de sus tierras tradicionales del río Branco. Las denuncias sobre amenazas y violencia empiezan, a su vez, a ganar destaque en los órganos oficiales, instituciones religiosas y en la prensa.

Entre los años de 1984 y 1985, un equipo del Cimi realizó un levantamiento de datos sobre la situación de los indios Arara a lo largo del río Aripuanã y las ciudades de Aripuanã, Matá-Matá y Ariquemes (RO), censando nuevamente a las familias indígenas que allí se encontraban. Los informes que se encaminaron a la Funai, solicitaban la instalación inmediata de centros de vigilancia en la región, tanto para proteger a los indios amenazados como para asistencia médica. Asimismo, alertaron para la condición de grilagem (usurpación) de tierras y títulos de propiedad irregulares en la región y para las continuas amenazas que los matones le hacían a los indios. Así describieron la situación indígena:

De un modo general, la población Arara está inserta en la camada más pobres de la población, siendo innúmeras las injusticias causadas a este grupo. Trabajan como siringueros, venden su producción a precios depreciados y adquieren mercaderías con los marreteiros (vendedores ambulantes) a precios extorsivos. Recientemente fueron expulsadas de sus casas dos familias que vivían entre la boca del río Canumã y Dardanelos. Los pistoleros y la policía de Aripuanã, que cumplieron la tarea, quemaron las chozas con todo lo que había dentro. Los indios se encuentran en peligro y no logran resistir yendo a las ciudades. Se quedan en la periferia como muertos vivos, presa de enfermedades como gripe, malaria, hepatitis, tuberculosis y adquieren los vicios de los blancos, terminan miserables y sin las tierras que poseen (Valdez, 1985: 5).

La Funai pasa a reconocer la problemática arara, hasta entonces fuera de su pauta oficial, y toma las primeras medidas para resolver la cuestión de sus tierras. En 1987, se instituye el primer Grupo de Trabajo (Disposición OS 1761/86 e 515/87), coordinado por la antropóloga Vera Lopes dos Santos, de la 2a Superintendencia de la Funai, para estudiar el área tradicionalmente habitada por los Arara. Asimismo, se crearon dos GTs más, en los años 1987 y 1991, respectivamente.

Después de una intensa movilización, bajo presión, resistencia y constantes amenazas, los remanecientes arara ocuparon en el año 1992, el área delimitada, concentrándose en una única aldea en la “pista do Capivara”, en la margen izquierda del río Branco. En 1996, por fin, se decreta definitivamente la Tierra Indígena Arara do Río Branco. 

Actividades productivas

La subsistencia de los Arara está garantizada básicamente, por la agricultura, caza, pesca y colecta. La fuente de renta se suple con los servicios prestados (como agente indígena de salud, y profesor indígena), de la jubilación y pensión, pagos de peaje y la comercialización de harina, entre otros.

Agricultura

La agricultura se practica a través del sistema de corte y quema. Cada plantación posee un promedio de 2 Ha, área suficiente para la manutención de una familia nuclear (compuesta de marido, mujer e hijos solteros) durante un año. También se pueden abrir plantaciones colectivamente, involucrando más de una familia dentro del ámbito de la aldea, sobre todo entre suegros y yernos.

Ubicadas generalmente en las proximidades de la aldea, las plantaciones se hacen en sistema de consorcio, donde se siembran diferentes especies y variedades agrícolas. Las especies más cultivadas son: mandioca (mansa y brava), maíz, cará, patata, arroz, maní, piñas y sandía. El mayor destaque lo tiene la mandioca, especialmente plantada para la fabricación de la harina de agua (también conocida como harina gruesa o de pubá), principal ingrediente de la alimentación diaria.

Las plantaciones empiezan en el mes de abril, cuando se limpia la vegetación más fina del terreno, luego se derriban los árboles mayores y se queman en el mes de agosto. La siembra es después de las primeras lluvias, alrededor de octubre y noviembre. La cosecha obedece al ciclo de cada especie: el maíz se cosecha después de cuatro meses que se planta y la mandioca después de un año.

Caza

La caza es una práctica inminentemente masculina y se realiza normalmente en el período nocturno en locales previamente conocidos, bajo la copa de un árbol fructífero o en un “barreiro”, donde el cazador instala la llamada “espera”, un local especialmente preparado para aguardar la aproximación del animal. Otra modalidad es la práctica de “fachear”, que consiste en bajar el río a la noche lenta y atentamente, iluminando las márgenes con linternas, en búsqueda de algún animal que se aproxime a beber agua, bañarse o alimentarse. Otra modalidad de caza son las excursiones a la selva, durante el día en la búsqueda de algún animal, pero es menos frecuente. 

Las armas que más se utilizan son escopeta y en menor escala el arco y flecha. A veces, se utilizan trampas y también se usan perros. Los animales que más se cazan son; cerdo salvaje, cateto, paca, anta, venado, tatú y mono. Las aves más buscadas son, mutum y jacú (ambas aves gallináceas). Asimismo, se consume la carne de jacaré

Pesca

Por sus características de aguas claras, el río Branco es abundante en pesca, garantizado, sobre todo, por la baja presión de pesca, ya que las nacientes y casi todo su curso están en el interior de las Tierras Indígenas de los Cinta-Larga antes de bañar el territorio arara.

La pesca es una actividad que involucra hombres y mujeres de todas las edades, y se practica casi cotidianamente. Es una escena muy común la presencia de niños en el río navegando en pequeñas canoas de un lado al otro de sus márgenes buscando el mejor lugar para pescar.

Las modalidades más comunes de pesca son las que usan el “caniço” (caña de pescar), lineada o anzuelos de rama o espera. El uso de “timbó” (veneno vegetal), aunque menos frecuente, se utiliza en los igarapés de medio porte, como el Veado Grande y el Poraqué, durante el período de menos volumen de agua, entre los meses de julio a septiembre.

Las especies que más se pescan son: pacú, piau, piraña, pavón, pescada, pintado, palmito, piraputanga y pez gato. La mejor época para la pesca es el período de seca (abril-octubre), cuando los cardúmenes se concentran en los canales de los ríos. Durante las lluvias, las aguas se esparcen por los igapós1 que rompen y ensanchan las márgenes de los ríos, lo que dificulta la concentración de especies pesqueras. En este período es común el uso de arco y flecha o de fisga (arpón) como una modalidad más eficiente. 

Colecta alimentar

La colecta que se destaca es la que se destina a la alimentación. La zafra de los frutos es durante el período de las lluvias, como el Pequi (Cariocar brasiliensis), Patuá (Jessenia bataua), acai, castaña de-Brasil, moriche, pariri, cajú-de la mata, cajá, maracuyá de la mata-, arazá,  murici, ingá, breu, bacuri, oxê, genipa, ituá (Matayba purgans), chirana, uviña etc. Casi todas las especies se consumen in natura o como “chicha”, un tipo de bebida levemente fermentada.

Entre los frutos colectados se destaca la castaña de Brasil. Aunque la época en que cae el fruto es durante los meses de noviembre a enero, la conservación de la cápsula del fruto la torna disponible durante todo el año. Otro factor para considerar es la cantidad de castañales que existen en el interior de la Tierra Arara. Después de recolectada y retirada de las cápsulas, la castaña se rompe o se pela con un cuchillo, e inmediatamente se consume in natura o se transforma en leche. Esta se obtiene rallando la almendra, agregando un poco de agua a la pasta que a continuación se exprime en un recipiente. Esta leche comúnmente se utiliza en la culinaria para preparar arroz, pescado, carne de caza o simplemente para humedecer la “farinha d’agua”, facilitando y enriqueciendo el alimento. También de la castaña, las mujeres suelen extraer aceite, ingrediente indispensable en la cocina.

La castaña de Brasil es, pues, una de las más presentes fuentes de proteína alimentar en lo cotidiano del grupo, existe en casi todas las casas. Además de consumirse también se vende en el mercado local. En los últimos años los Arara han logrado a través del apoyo de agencias externas, comercializar grandes cantidades de producto en los mercados regional y nacional, constituyendo así, una importante fuente de renta para las familias.

También los insectos forman parte del menú arara. Su fuente entomológica de insectos comestibles está constituida en especial por las larvas que se hospedan en el interior de los troncos de palmera, o los llamados “coró de coco” y “coró de palheira”. Estos se notan por el ruido que hacen en el tronco de la planta. En particular, las consumen los niños, después de fritos, con o sin el uso adicional de aceite.

Fuentes de renta

La entrada de recursos financieros a las aldeas arara está garantizada, fundamentalmente, por el pago de salarios y jubilaciones. Cada aldea, generalmente, (además del número variable de personas jubiladas) tiene un profesor y un agente de salud indígena.

Otra importante fuente financiera es la que viene del peaje instalado en 2002 en un trecho de la ruta que corta la Tierra Indígena, que liga la ciudad de Aripuanã al distrito de Conselvan. En términos generales, la dinámica del peaje funciona de la siguiente manera: cada familia se responsabiliza por la vigilancia de la barrera por un período de 5 a 20 días (depende del número de integrantes o parientes involucrados), recogen y posteriormente dividen el dinero entre ellos. Este ciclo se cierra, o sea, cada familia retoma la barrera del peaje, después de aproximadamente cuatro meses. Lo que arrecadan en el peaje depende del flujo de vehículos, variando de acuerdo con la época del año (lluvia y seca) y el ritmo de extracción de la madera (ilegal en casi su totalidad) en la región de Conselvam.

Fuentes de información

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  • ARQUIVO PÚBLICO DE MATO GROSSO.Tubo 371. Rio Aripuanã. Escala: 1:200.000. Original, 1930.

 

  • CHRIST, Lourdes. “Arara do Rio Branco: Saiu finalmente a demarcação”. Porantim, edição janeiro/março, pg. 5. 1995

 

  • DAL POZ, João. A etnia e a terra. Notas para uma etnologia dos índios Arara (Aripuanã - MT). Série Antropologia, 4. Cuiabá : EdUFMT, 1995.

 

  • MENDES DOS SANTOS, Gilton. Laudo Antropológico. Segunda Vara da Justiça Federal - Seção Judiciária do Estado de Mato Grosso. Processo no 2000.36.00.005298-9. Classe 01400 – Ação Ordinária/Imóveis, 2005.

 

  • Diagnóstico socioambiental das Terras Indígenas do Noroeste de Mato Grosso. Programa das Nações Unidas para o Desenvolvimento (PNUD), Fundação Estadual do Meio Ambiente (FEMA), Convênio PNUD BRA/00/G-31_GEF, 2004.

 

  • SÁ, Sheila M. Guimarães de. Identificação da Terra Indígena Arara do Rio Branco (Aripuanã - MT). Brasília : Funai/Museu do Índio, 1991 .

 

  • SANTOS, Vera Lopes dos. Relatório de identificação da Área Indígena Arara Beiradão. Brasília : Funai/2ª Superintendência Regional, 1987.

 

  • SANTOS, José Augusto Mafra dos. Os órfãos de uma nação. FUNAI/2ª Superintendência Regional, datilo, 1988.

 

  • SILVA, Dêidi Luci da. Relatório de viagem à Área Indígena Arara-Beiradão. Brasília : Funai/2ª Superintendência Regional, 1988.

 

  • VALDEZ, Manuel. Levantamento dos índios Arara no município de Aripuanã - MT. Equipe de Pastoral Indigenista da Diocese de Ji-Paraná, 1984.

 

  • -------. Renovação de pedido de área para os índios Araras das bacias dos rios Aripuanã e Guariba. CIMI - Regional Rondônia, 1985.